Primicias24.com.- “Siempre he enfrentado la vida con profundo agradecimiento de estarla viviendo. Contento de ejercer con plenitud y honestidad la hermosa tarea de poner en función del hombre y su combate la canción que aprendí entre cantos de pájaros, los golpes de escardilla sobre la tierra seca y la roja y silvestre cosecha de los semerucos en mi amada península de Paraguaná”.
“Esa canción es amiga de los pueblos que en la parte latinoamericana del mundo luchan por liberarse del secular oprobio, miseria y atraso a que los han condenado sus depredadores de barras y estrellas. Esa canción es amiga de los pueblos africanos que luchan por no dejar morir definitivamente su cultura, su dignidad y sus derechos frente a la bota colonialista y ‘civilizada’ (…) Esa canción es amiga del pueblo palestino y su lucha por recuperar lo que siempre fue el sitio amoroso de su Patria”, según articulo publicado por el periodista Jimmy López Morillo en el Diario Últimas Noticias.
Así comenzaba Alí Primera un remitido publicado en el Suplemento Cultural de Últimas Noticias en mayo de 1984, titulado “No solo de vida vive el hombre”, a raíz de un atentado que había sufrido el 15 de abril en la entrada de Cabudare, vía hacia Acarigua, del cual milagrosamente salió vivo cuando sus agresores obligaron a su vehículo a salirse de la carretera y caer en una quebrada, donde lo dejaron abandonado porque “ya está reventado, vamos a dejarlo que se muera así o que lo pique una culebra”.

Proseguía exponiendo el espíritu de su canción en el comunicado que también fue publicado en otros medios nacionales: que “es amiga del hombre que sueña y lucha por sus sueños, del hombre que ama con profunda fe en el ser humano (…) es amiga del que no ha desertado de la esperanza y que en una pequeña iglesia ora porque en el mundo no se siga construyendo con la osamenta de los que mueren de hambre. La descomunal cruz donde quieren clavar de nuevo al hombre”.
“(…) Esa canción ni es neutral ni me la canto a mí mismo, por eso tiene amigos y enemigos, por supuesto. Tiene enemigos en los que se deleitan golpeando al hombre preso (…) Enemigos en los que creen en Bolívar mientras se pueden embolsillar su pensamiento”.
“(…) Claro que esa canción tiene enemigos, coño, y si no los tuviera, igual la cantaría”, sentenciaba, antes de pasar a relatar los detalles del atentado, para rematar el remitido con algunas sentencias lapidarias, una de ellas premonitoria:
“Mi arma es la canción que elevo con profundo amor por el ser humano y por mi pueblo, mi arma es la esperanza, mi arma es el deseo de ser útil siempre a mi país (…).”, añadiendo más adelante: “No tendré peso político para tumbar gobiernos, pero carajo, a mí nadie me quita el pálpito de que aquí el pueblo alguna vez será gobierno”.

Contundente
Tanto en sus textos políticos, que tuvo muchos, porque también se daba a la teorización en el campo ideológico, como en sus canciones y en las entrevistas, el Cantor del Pueblo Venezolano, de cuyo cambio de paisaje se están cumpliendo 40 años este domingo, solía ser tan sencillo y poético como contundente y con una claridad que muchos atribuyen solo a los predestinados.
“No creo en el que se autodenomina como revolucionario o proletario. Creo que hay una conducta que dirá la última palabra”, nos dijo en una entrevista que le hicimos a finales del 82. “(…) Yo no tengo una posición intelectual dentro de la lucha. Soy un campesino y tengo una posición en la lucha desde que percibí el canto (…). Combatir por el pueblo no significa nada más que hacer una canción. Esa es una mantequilla. Combatir por el pueblo significa buscar todas las formas en que el pueblo forme parte de un gran torrente y buscar a ese pueblo significa estar en los rincones más olvidados de la Patria”.
“Yo no me autodefino como revolucionario. Trato de que mi actitud, de que mi conducta, ayude a que la gente me perciba como un revolucionario. Yo busco participar en un movimiento en el que asistamos todos en la búsqueda de la redención de un pueblo que ha estado olvidado”, afirmó en ese momento.
“Mi canción no es por una miseria del hombre, sino por una riqueza solidaria, espiritual, del pueblo”, subrayó.
Ante la pregunta sobre el término “protesta” con el cual pretendían encajonar su canto, precisó: “Nunca he aceptado el término protesta en mi canto, porque es muy fácil decir que este sistema es una mierda y busque todas las formas de escurrir el bulto (…). Cuando la protesta se queda nada más en una postura, es una simple malacrianza”.
A sus actos, usualmente masivos –como podía comprobarse en el Nuevo Circo de Caracas, full en las canciones solidarias con otros pueblos que luchaban por su liberación o en los que organizaba por los presos políticos- acudían personas de todos los estratos. Alí lo explicó así:
“La revolución no la van a hacer nada más que los desposeídos, los desamparados. Para mí, es vital un hombre que tenga posición económica solvente, si es un hombre con conciencia de cambio, con conciencia solidaria, que sea sensible a los problemas del pueblo”.
Y entonces, también a petición nuestra, abordó el tema de la venta de sus discos:
“Mis discos producen dinero, por supuesto, es la única forma de sobrevivir que tengo. Y he dicho hasta la saciedad que ya me he acostumbrado a compartir no solamente mis canciones, sino lo que a través del disco pueden producir. No es que yo sienta desprecio por una cuenta bancaria, sino que el dinero que percibo lo pongo en funcionamiento en una forma solidaria con otros cantores, ayudándolos a grabar, y no pongo ese dinero a favor de los demás porque me sobre, porque es mentira, sino porque soy feliz, ya que mis hijos están apoyados porque siempre tendré ese apoyo y esa es la mejor cuenta bancaria que se pueda tener: la solidaridad del pueblo”.
Era, ciertamente, la única forma de sobrevivir que tenía, pues se negó rotundamente a presentarse en televisión, pese a que le hicieron ofertas por sumas de dinero importantes para la época.
Su solidaridad estaba marcada por un profundo desprendimiento. Más de una vez lo vieron llevando camiones con neveras, lavadoras, cocinas y su vehículo lleno de instrumentos para ser donados en los barrios, como nos lo contó recientemente su sobrino, Alí Alejandro.
Creía profundamente en Dios, como nos lo recalcó cuando le preguntamos en otra entrevista si la religión no era contradictoria con sus convicciones marxistas: “Soy cristiano y comunista. Yo siempre he dicho que me bendice Dios y me guían Bolívar y Marx”, respondió.
También a finales del 82, en plena efervescencia previa a las elecciones presidenciales del año siguiente y partiendo de todos los caminos recorridos desde la lucha armada, nos dijo:
“Tengo un viejo camarada, que se llama Carmelo Laborit (dirigente histórico de la Liga Socialista, fallecido años después), que siempre me ha dicho que tiene miedo de que se acabe su vida sin ver liberado al pueblo venezolano en esta época que exige una nueva forma de liberarse. Yo tengo ese temor, pero creo que el entusiasmo es tal en este momento (…). Me atrevo a decir, dentro del hecho de que soy un militante de los sueños, que tal vez mis ojos abuelos ya verán esa realidad, la de la Patria liberada”.

Antiimperialista
La canción de Alí Primera ha tenido tal trascendencia más allá de las cuatro décadas de su cambio de paisaje, que por razones oportunistas han tratado de utilizarla desde la derecha, desde sectores que actúan contrario a lo que exponía en su canto, ofendiendo a la mujer venezolana, pretendiendo entregar al imperio estadounidense nuestra Patria, pisoteando al pueblo venezolano.
Su posición siempre fue clara. En otro remitido publicado en medios nacionales en mayo del 82, titulado “Soy mosca y abeja”, aseguró:
“Desde ese momento, en 1967 (cuando había estado detenido en los calabozos de la Digepol y compuso su primera canción vinculada a las luchas sociales, Humanidad) y manteniendo un compromiso más profundo con mi militancia revolucionaria, que se inició en 1959, he andado un solo camino, acompañado de la canción y acompañando la canción, con una presencia activa en los combates que ha ido librando mi pueblo, no apropiándose del papel de dirigente, sino buscando que desde su propio seno salga su vanguardia”.
“(…) Entiendo como cantor no solo al que escribe y canta canciones, sino al que arma con su conducta militante a la canción misma, al que no trafica con el entusiasmo que la canción despierta en el pueblo, sino al que trabaja todos los días para organizar ese entusiasmo, esa conciencia despertada, en un movimiento popular donde el pueblo pase de ser espectador sumiso de su realidad a un activo luchador por transformar la misma”.
Luego, después de afirmar que “nuestro canto ya no pertenece a un partido político, sino a todo el pueblo”, entre otros aspectos proponía: “Que seamos abiertamente antiimperialistas y anticolonialistas y que esta conducta no sea sino el resultado de una profunda y hermosa herencia del pensamiento de nuestro Libertador Simón Bolívar”.
“Que tengamos profunda fe en nuestro pueblo y que por él seamos Mosca y Abeja. Mosca porque nos meteremos en la mierda si es preciso para defenderlo y sacarlo de ella, y abeja porque añoramos y cantamos a la flor de la victoria”.
Después de relatar todas las amenazas y agresiones que tanto él como su familia habían sufrido, sentenció:
“Siento un profundo amor por la vida, pero enfrentaré con entereza la muerte que ustedes quieran darme (si es que lo han decidido así). Yo no hago trabajo clandestino. Ando con la frente en alto y el pecho abierto, cumpliendo con mi deber de cantor de mi pueblo. La única arma que poseo es mi canción y el apoyo de mi pueblo. Tengo una profunda fe en la humanidad y en el reto que tiene que enfrentar. Vencer contra los que llenan de hambre y de guerras nuestro planeta”.
Remató entonces con varias contundentes aseveraciones: “¡Claro que nuestro canto es subversivo. En este país hasta la sonrisa lo es!”. “¡Soy feliz, aunque ustedes no me den permiso!”. “Me bendice Dios y me guían Bolívar y Marx”. “No tengo enemigos personales, a excepción de los naturales enemigos ideológicos y envidiológicos”.
En diciembre del 84, conversamos por última vez telefónicamente sobre su propuesta para escribir un libro a cuatro manos, entrevistando a los cantores a lo largo del país y quedamos para concretarlo al año siguiente. También hablamos sobre su disco más reciente, Entre la rabia y la ternura, en cuyas letras había desplegado su máximo nivel de poesía.
Irónicamente, el último tema que tocamos fue el de aquella canción lamentablemente premonitoria, Camaradas. Su entusiasmo era evidente y a través del hilo telefónico pudimos percibirle una sonrisa, que todavía sigue con nosotros, junto a su canto amoroso e irreductible.
