Primicias24.com (Opinión) – La Organización Internacional de Cáncer Infantil (CCI). Celebra el 15 de febrero de cada año en todo el mundo el Día Internacional del Cáncer Infantil, con la creencia puesta en la necesidad de luchar, para que todo niño con cáncer pueda tener acceso a una mejor atención médica y psicológica, independientemente de su país de origen, raza, estatus económico o clase social. Además, se apoya en la premisa de que la muerte de niños con cáncer es evitable con un diagnóstico oportuno, disponibilidad y acceso a control, tratamiento medico y cuidados apropiados.
Tristemente, en pleno siglo XXI, en Venezuela, ninguna de estas condiciones se cumplen por parte del estado, para enfrentar y controlar el efecto que tiene esta terrible enfermedad sobre la población infantil de nuestro país.
Las estadísticas oficiales de esta patología no se conocen, así como tampoco las de otras enfermedades, ya que el boletín epidemiológico del Ministerio, no se publica desde hace más de 5 años, pero según el parlamentario y médico oncólogo José Manuel Olivares, en Venezuela se registran aproximadamente unos 1600 casos de cáncer infantil cada año, de los cuales, con la atención médica adecuada y los recursos suficientes y necesarios deberían curarse unos 1200 casos; pero la dura realidad es que la deficiencia en la atención de ésta enfermedad, sólo logra sanar unos 600 niños con cáncer. Estadística que nos golpea con tan cruda realidad.
Venezuela, un país con las mayores reservas petroleras del mundo, con inmensos recursos de minería, hierro, bauxita, un potencial turístico inimaginable ve con dolor como mueren sus niños en hospitales convertidos en centros de salud pública quebrados por el estado. Estructuras, sin equipos, sin reactivos para diagnósticos, ni medicamentos para quimioterapias o cuidados primarios, ante la mirada indolente de un gobierno que decidió hacer oídos sordos y vista gorda a las calamidades que vive su pueblo y en este caso muy especial, los niños con cáncer.
La ineficiencia, la desidia, el desamor por el prójimo, la corrupción desmedida y la arrogancia sin fin, de quienes ostentan el poder, alimentadas todas ellas por un modelo de gobierno que fracasó, anacrónico, y con una despiadada falta de voluntad política y de servicio público, signada por la obsesión de elites enchufadas en las mas altas esferas y cuyo objetivo es, mantenerse en el poder por el poder mismo, se han convertido en una condena a muerte para el futuro del país. Ya que mueren nuestros niños a pesar de los denodados esfuerzos de unos médicos que no cuentan con los recursos para salvar sus vidas.
Si los dólares (que se cuentan por miles de millones) invertidos en hacer lobbies internacionales, en construir refinerías, urbanizaciones y hospitales en “países amigos”, en regalos y financiamiento de campañas electorales en otros países y el dinero extraído del herario público que ha ido a engordar cuentas de unos cuantos, en bancos internacionales durante estos últimos 20 años de gestión socialista; hubiesen sido invertidos en infraestructura, investigación, equipos, medicamentos y una política social de protección a los niños afectados con estas enfermedades y sus familiares, de seguro que hoy nuestro país estaría a la cabeza en la región en lo que a salvar y mantener la calidad de vida de sus infantes se refiere.
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