Primicias24.com- Este jueves, cientos de estudiantes marcharon en Santiago, en rechazo a un estatuto laboral impulsado por el presidente Sebastián Piñera, que se erigió como último foco de tensión entre el derechista y las gremiales estudiantiles.
La marcha, que carecía de autorización oficial, avanzó desde la plaza de Armas hasta la principal avenida de Santiago donde fue frenada por la policía, que utilizó gases lacrimógenos y agua para dispersar a la multitud.
«Salimos a las calles para rechazar el proyecto sobre trabajo porque facilita la precariedad del trabajo de los jóvenes que estudian y trabajan, deja al empresario libre para fijar jornadas fragmentadas a lo largo del día», dijo Juan Pablo De La Torre, vocero de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech).
El proyecto crea un estatuto especial de trabajo para estudiantes de educación superior de entre 18 y 28 años. El Congreso dio luz verde al documento y lo envío al Senado donde en las próximas semanas comenzará su discusión por la Comisión de Trabajo.
Si el estatuto es aprobado, la jornada laboral de los estudiantes que se ajusten al mecanismo no podrán exceder las 30 horas semanales y la distribución de horas de trabajo podrá ser continua o discontinua.
En medio de la marcha, el dirigente estudiantil Cristopher Hidalgo puntualizó que rechazan el estatuto porque la solución está en que «se reformen condiciones específicas del código de trabajo (actual) que mejoren las condiciones laborales».
Educación no sexista y el rechazo a la implementación de nuevos créditos para estudiantes, que según las bases llevan al endeudamiento de los jóvenes profesionales, son las otras dos grandes proclamas del movimiento estudiantil desde que Piñera asumió su segundo mandato como presidente de Chile en marzo.
En el primer mandato del magnate (2010-2014), el movimiento estudiantil copó las calles por la gratuidad educativa, reclamo que se transformó en centro de una de las reformas emblemáticas del segundo gobierno de la socialista Michelle Bachelet (2014-2018).
La reforma de Bachelet logró que cerca de un tercio de los jóvenes accediera a estudiar gratis en las universidades. Sin embargo, el movimiento estudiantil consideró «insuficientes» los avances y promete mantenerse en pie de lucha en busca de la gratuidad universal.