Primicias24.com (Opinión)- Definitivamente los venezolanos vinimos al mundo sin la glándula de espantarnos por los precios altos. Hemos entrado en un estado de sopor colectivo, digno de la famosa serie de televisión sobre zombies llamada «The Walking Dead», y en el cual, (en dicho sopor) no importa cuál sea el precio que nos digan, estamos incapacitados para reaccionar como se debería.
Si por ejemplo fuésemos japoneses, o españoles, o portugueses, o gringos, y en la tienda nos dijeran que la leche de larga duración que ayer costaba 750 bolívares soberanos hoy cuesta 34.567.878 bolívares soberanos, (que es un ejemplo de un típico aumento de precio venezolano de un día para otro en esta maravilla de socialismo donde usted está pelando bola, pero Aristóbulo tiene tres yates), lo mínimo sería dar un respingo, o saltar sobre nuestro calzado, o por lo menos decir el refrán más popular de Venezuela en estos momentos (Si, ese que empieza por Madu y termina con ADRE).
Pero no, nosotros no damos ningún respingo. Simplemente damos el número de clave y pagamos y ya.
Y eso es algo que jamás entenderán los economistas expertos del mundo, que cada cierto tiempo le informan al planeta que la inflación en Venezuela, que estaba en 100.000% mensual va a pasar a 10 millones % mensual así, como si nada, y en un periodo de apenas 15 minutos.
Los economistas expertos del mundo se caerían de pompis viendo como una señora, cuyo único ingreso es una miserable pensión que no pagaría ni un solo grano de sal de la sal que usa Salt Bae en Turquía cuando atiende a presidentes obreros como Maduro, (que es uno de esos presidentes obreros que comen bistecs de 400 dólares obreros con sus esposas), repito, viendo como esa señora al enterarse que el azúcar ahora vale 700 millones de veces más que hace 15 días, simplemente se encoge de hombros y acepta que no puede comer azúcar y ya. Así, como si nada. Como si el Socialismo sirviera.
Y así marcha esta hermosa democracia socialista: 30 millones de personas que no pueden consumir azúcar, guiadas por un presidente que consume sal servida por Salt Bae en Turquía en un restaurant de lujo y con 300 escoltas a quienes también hay que pagarles la comilona carnal y que van a quedar atapuzados de lomito asado igual que la primera combatiente y el último repitiente que jamás logró pasar su cuarto año de bachillerato.
¿Burda de pinga, no? Y a eso lo llaman, ¿cómo es que es? Ah sí, Socialismo del Siglo XXI.
El otro factor curioso en relación a la Hiperinflación venezolana es el factor de la marcación de precios. ¿Cómo se hace cuando los precios aumentan cada 15 minutos? En la época egipcia, por ejemplo, el precio de un ladrillo para pirámide se mantenía siempre dentro del rango de los 10 a los 40 Nilos. (El «Nilo» es una moneda egipcia inventada por mí y que equivale a un dólar americano.) Pero, sea cual fuere el precio, ese ladrillo nunca se salía de ese rango. En cambio en Venezuela, el concepto de rango es como un chiste de Condorito, ya que el rango de un producto económico y muy popular, como por ejemplo, unos cambures, puede fluctuar entre los 12 Bs Soberanos y los 7.547.867 Bs soberanos que es lo que cuesta un tanque de gasolina del avión de Donald Trump que dice TRUMP por fuera con unas letras que son como cuatro veces más grandes que las letras de ASERCA.
En serio, ¿cómo hacen los negocios para mantener al día la información de precios a través de etiquetas autoadhesivas? Yo, personalmente, si fuese portugués y tuviese un supermercado como el «Excélsior Messi» (Que significa, en latín, que Messi es el jugador de fútbol más excelente desde la época de la pirámides), tendría serios problemas para dormir cada noche nada mas con pensar cómo diablos voy a hacer al día siguiente para mantener vigentes los precios en todas las etiquetas de esos productos que aumentan de precios cada quince minutos. Es decir, en las etiquetas de TODOS los productos, porque si, así es, TODOS LOS PRODUCTOS EN VENEZUELA AUMENTAN DE PRECIO CADA QUINCE MINUTOS.
Ahora bien, lo más hermoso de todo esto es que cuando Maduro dijo que el sueldo mínimo iba a ser de 1.800 bolívares todos los chavistas desdentados y desneuronados (porque ya se sabe que es una formula matemática exacta: por cada diente que le falta a un chavista -a pesar de la Misión Sonrisa-, le faltan también, automáticamente, 3 mil millones de neuronas) todos los chavistas desdentados pensaron que se iban a convertir automáticamente en una especie de Cisneros o de Rockefeller, cuando en realidad lo que ocurrió fue que en menos de 1.800 minutos ese aumento de 1.800 bolívares soberanos paso a ser tan limitado como un discurso de Elías Jaua patrocinado por PROLICOR ante la Real Academia Española.
¿Y por qué el venezolano no reacciona con terror y arrechera ante los incrementos de precios? Porque los cubanos han diseñado un país esclavo del comunismo cuya economía no se basa ya en el ingreso petrolero sino en dos ingresos totalmente diferentes y absolutamente cruciales para el venezolano subsocialista de hoy en día.
Uno, las remesas en dólares enviadas desde el exterior por parientes que tienen cierta misericordia con uno y dos, la lotería de animalitos.
Si, en efecto, el Fondo Monetario Internacional, en su sede oficial, informó hace algunas semanas que la economía venezolana no la sostiene ni la narco-corrupción militar ni la explotación ilegal y anti ecológica del arco minero, sino, precisamente, la lotería de animalitos. Es decir, que a Maduro no lo sostiene el petróleo, sino la Paloma, que, en la lotería de animalitos, es el número 69, creo, (bueno y si la paloma no es el 69 le sugiero a quienes manejan la lotería de animalitos que le asignen ese número a la paloma lo antes posible).
Pero, hablando en serio, lo de la hiperinflación venezolana es algo muy serio. Han sido OCHO CEROS MENOS EN MENOS DE ONCE AÑOS y eso, según los economistas que de verdad saben de economía, y no los cabezas de güebo como Luis Vicente León, es, obviamente una anomalía económica y un crimen de lesa Humanidad que no se ejerce contra los cuerpos de la gente sino contra sus tarjetas de débito.
Pero ya lo sabemos. La hiperinflación llegó para quedarse. Y nos seguirá sorprendiendo de formas inesperadas. Por ejemplo cuando usted empezó a leer este artículo, era gratis. Pero ahora, que lo está terminando, le informo que usted les debe 5 dólares a los amigos de Primicias24.com. Les agradezco que por favor les hagan el pago vía PayPal. Primero, porque el artículo ya no es gratis, y segundo, porque a mí, de esos 5 dólares, también me toca una vainita.
¡Hasta la próxima!
Carlos Sicilia
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