Primicias24.com- Durante la mañana del 30 de mayo de 1431, Juana de Arco fue atada a una estaca y quemada viva en la plaza del Mercado Viejo de Ruán, ubicado al noroeste de Francia, y sus cenizas fueron arrojadas al río Sena.
Por años se limitó a cumplir la voluntad de Dios, de acuerdo a lo que confesó posteriormente antes los jueces de la Inquisición que la sentenciaron a muerte.
Juana llegó a desplazarse durante su juventud hasta Chinon, lugar en el cual se encontraba la corte de Carlos VII, por lo que ataviada con ropas masculinas, lo convenció de que era ella quien fue enviada para ayudarlo en la reconquista de Francia.
Mientras se encontraba equipada con una armadura blanca y portaba un estandarte, se colocó enfrente de las tropas y obligó a los ingleses a levantar el sitio de Orleans, derrotando al general británico Talbot en Patay.
Ese mismo año, el 17 de julio de 1429, Carlos VII fue coronado rey en Reims; pero un año más tarde y tras el fracaso de la ofensiva contra París, Juana se convirtió en prisionera y fue entregada a los ingleses, quienes la acusaron de herejía y la condenaron a morir en la hoguera.
Ante este escenario, Juana no se retractó, sino que reafirmó sus revelaciones. Gracias a esto, para 1920, el papa Benedicto XV decide declarar a Juana de Arco como santa de la Iglesia católica.
