Grabó más de 50 álbumes y participó en varias películas y telenovelas
Primicias24.com.- El 16 de julio de 2003, falleció la cantante cubana Celia Cruz, mejor conocida como la “Guarachera de Cuba” o la “Reina de la Salsa” al ser una de las máximas exponentes de su género.
Su muerte se produjo luego de que fuera operada en noviembre de un tumor muy agresivo en la cabeza, lo que hizo que tuviera recaídas en los últimos meses como consecuencia de su mal.
Durante sus últimos días de vida había permanecido en cama, acompañada en todo momento por su esposo Pedro Knight.
Cruz, nacida el 21 de octubre de 1920 en La Habana, inició su carrera artística cuando un primo la animó a participar en La hora del té, un concurso radiofónico en el que ganó la final.
Tras unos principios en salas de fiesta de segunda categoría, tuvo su gran oportunidad cuando Mirta Silva, solista del grupo musical La Sonora Matancera, abandonó la formación y Celia se presentó a las pruebas, en las que salió seleccionada.
En julio de 1960, Celia y La Sonora Matancera lograron salir de Cuba para actuar en México y decidieron no regresar al país por sus divergencias con el régimen castrista, un exilio que vivió el resto de su vida y que le hizo nacionalizarse estadounidense.
A partir de allí, grabó más de 50 álbumes y participó en varias películas y telenovelas.
Entre sus canciones más famosas y que inmortalizaron a Cruz en el mundo de la música, se encuentran Guantanamera (1967); Quimbara (1974); Te busco (1993); Qué le den candela (1994); Burundanga (1995); La vida es un Carnaval (1998); La negra tiene Tumbao (2001); Ríe y llora (2003).
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Debido a toda esa trayectoria musical la también conocida por su expresión de “Azúcar”, recibió más de 100 reconocimientos mundiales, entre ellos, una estrella en el paseo de la fama en Hollywood, cinco premios Grammy y tres doctorados Honoris Causa en tres universidades de Estados Unidos.
Por deseo expreso de Celia Cruz, sus restos mortales fueron primero trasladados a Miami durante dos días para recibir el homenaje de sus admiradores del exilio cubano, regresando y reposando finalmente en el cementerio Woodlawn de El Bronx, en Nueva York.