Primicias24.com- Un análisis científico de la universidad de Bath en Inglaterra, expuso las causas de la extinción de las primeras especies humanas, las cuales cohabitaron por más de 300.000 años en diferentes partes del globo.
Los neandertales se adaptaron a las gélidas estepas europeas; los denisovanos habitaban Asia; las dos especies más primitivas, el Homo erectus y el Homo rhodesiensis, ocupaban el territorio correspondiente a Indonesia y a África Central.
Con ellos coexistieron el Homo naledi, que moraba en lo que ahora es Sudáfrica; el Homo luzonensis en Filipinas; el Homo floresiensis en Indonesia; y el misterioso Hombre del ciervo rojo, en China. Todas esas especies de menor inteligencia y adaptación a los cambios climáticos.
A pesar de ello hace 10.000 años ninguno habitaba la tierra, el motivo fue una extinción masiva, de la cual no se puede culpar a la naturaleza, el clima o el impacto de un asteroide. La respuesta es la aparición del Homo Sapiens, del que descendemos los actuales habitantes de la tierra.
¿Pero si las otras especies convivieron, por qué el Homo Sapiens no?
Los nuevos habitantes de las estepas africanas tenían una inteligencia superior a los demás, por lo que entraron en conflictos con sus primos cercanos ya que comenzaron a rivalizar por los recursos naturales y las tierras que les ofrecían mayor producción de alimentos.
La investigación determinó, a través de la arqueología, que en las culturas primitivas los enfrentamientos eran intensos y letales. Las armas elaboradas, entre las que se encontraban bates, lanzas, hachas y arcos, eran efectivas al ser combinadas con tácticas de guerrilla que comprendían batidas y emboscadas.
En las sociedades prehistóricas la violencia era la principal causa de mortalidad, con guerras que provocaron un número de víctimas por persona mayor que la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
Además, estiman que el desarrollo de la comunicación y el pensamiento abstracto del Homo Sapiens, les otorgó la capacidad para cooperar, planificar y elaborar estrategias en contra de las demás especies.
El crecimiento de la población de manera rápida contribuyó a que consolidaran una superioridad numérica, cuyos individuos perseguían la supervivencia de los suyos. La guerra se convirtió en una forma, quizá la más importante, de controlar el incremento poblacional.
Es así como hace miles de años los primeros humanos se batieron en duelo en guerras de tribus que duraron siglos, solo con el objetivo de apropiarse de su territorio. Mientras mayor era la inteligencia, el perfeccionamiento de las armas también crecía.