Primicias24.com En un año desde la apertura del taller de prótesis del centro de rehabilitación «Unbroken» en Leópolis, 215 soldados y civiles han recibido miembros artificiales tras perderlos en combate o por ataques rusos y cada uno de ellos atraviesa un largo periodo de ajuste.
«Tengo previsto seguir defendiendo nuestro país. Por ahora, tengo que mantener la paciencia y seguir las normas de recuperación», dijo a EFE Volodímir Rudkovskyi, un soldado de 31 años de edad.
De porte joven y atlético, alterna su postura entre apoyarse en muletas y estar sentado, ya que le falta el pie derecho, que perdió en los primeros días de la contraofensiva ucraniana en Zaporiyia (sur), el pasado mes de junio.
Cuando ayudaba a un compañero que había pisado una mina rusa, un proyectil impactó cerca de él.
Rudkovskyi ya ha usado varias prótesis temporales, pero el muñón de su pierna todavía necesita «estabilizarse», es decir, curarse lo suficiente para que pueda instalarse en él una prótesis permanente.
Otros soldados y especialistas toman medidas o ajustan miembros artificiales en el taller, situado en el refugio antiaéreo del Hospital de San Pantaleón en Leópolis.
«La prótesis me ayudó a recobrar la confianza», explica Oleksandr Morskyi, un guarda fronterizo que perdió el brazo derecho durante la defensa de Mariúpol, cuando un misil destruyó la embarcación en la que se encontraba.
Morskyi todavía está acostumbrándose a su brazo biónico artificial, pero ya ha regresado al servicio militar activo.
«Nuestros pacientes son inquebrantables. Puede que su cuerpo esté herido, pero su espíritu no», dice a EFE la directora del centro, Iryna Zaslavets.
A menudo los médicos deben insistir para convencerles de que permanezcan más tiempo en rehabilitación, ya que muchos, en especial los que han sufrido amputaciones por debajo de la rodilla, están ansiosos por volver al campo de batalla lo antes posible, explica.
Las tecnologías modernas, aplicadas en «Unbroken» con la ayuda de diversos socios ucranianos y extranjeros, permite que muchos pacientes recuperen la funcionalidad casi por completo.
Existen además diversas opciones, señala Zaslavets, que explica que varios antiguos pacientes van a regresar pronto del frente para reemplazar sus prótesis de miembro inferior normales por unas que les permitan también correr.
La directora del centro -que busca agrupar en un sólo lugar los servicios médicos que necesitan soldados y civiles heridos- cree que éste va camino de convertirse en un ejemplo de atención sanitaria a los ucranianos con amputaciones.
Sin embargo, el reto al que se enfrenta el país para ayudar a estas personas es enorme.
Aunque no hay estadísticas oficiales, Zaslavets estima que miles de ucranianos necesitan probablemente un miembro artificial y los extensos campos de minas instalados para evitar la liberación de los territorios bajo ocupación rusa significa que su número va en constante aumento.
«Los rusos tienen montones de minas y las colocan por allí por todas partes», dice Rudkovskyi, que comandaba una compañía, al relatar cómo siete de sus compañeros perdieron de esta forma miembros en un sólo día.
En estos momentos, el Estado garantiza una prótesis a cada amputado, a un coste de hasta dos millones de grivnas (50.000 euros) por cada una.
Sin embargo, en algunos casos la burocracia es muy lenta o hace falta una prótesis que es todavía más cara, explica Zaslavets, por lo que las campañas de micromecenazgo y la ayuda de patrocinadores pueden resultar de ayuda.
La falta de protesistas cualificados sigue siendo el principal obstáculo, lo que hace que algunos pacientes tengan que esperar incluso meses, una situación especialmente difícil cuando el miembro faltante es un brazo.
Siete profesionales trabajan en «Unbroken» en este momento y se está invirtiendo mucho esfuerzo en su formación, dice el jefe de protesistas, Nazar Bagniak, que explica también que han sido donadas partes para 200 prótesis, pero hay componentes que deben ser fabricados de forma individual.
A las numerosas visitas necesarias para completar la prótesis les siguen sesiones intensivas y regulares de fisioterapia para ayudar al paciente a recuperar el control de su cuerpo.
«Hacemos lo posible para curar sus espíritus y ayudarles a recuperar sus fuerzas para que puedan continuar», subraya Zaslavets. EFE