Primicias24.com- Según el acta 728 del Registro Civil de Junín (Argentina), “Evita”, como comúnmente es conocida, nació el día 7 de mayo de 1922, con el nombre de Eva María Duarte. El folio 495 del Libro de Bautismos correspondiente al año 1919 de la Capellanía Vicaria de Nuestra Señora del Pilar, fechado el 21 de noviembre de 1919, consta el bautismo de una niña llamada Eva María Duarte, nacida en Los Toldos el 7 de mayo de 1919, hija de Juan Duarte y Juana Ibarguren. Hoy hace 100 años de aquello. Había nacido un trueno.
Lo que va desde ese momento de alumbramiento hasta que se la lleva de manera fulminante un cáncer de útero el 26 de julio de 1952 -con sólo 33 años- se ha elevado a un altar, el mismo donde residen el gol de Maradona contra Inglaterra y los tangos de Gardel.
Piel blanquísima, labios en rojo, eternamente teñida de rubio, fue aspirante a actriz (nunca dejó de serlo) cuando consiguió escapar de la miseria. Llegó a Buenos Aires con 16 años sin recursos ni educación. «A Evita la inventé yo», diría el general Juan Domingo Perón muerto de la envidia al ver cómo se la representa en estampas en blanco y negro como si fuera la mismísima Virgen María. Eva Perón es la única persona a quien el Congreso Nacional argentino otorgó el título de «Jefa Espiritual de la Nación», el 7 de mayo de 1952, cuando ella cumplía 33 años.
Conoció a Juan Domingo Perón cuando ella tenía 24 años y él 48, en ese entonces ya viudo de su primera esposa. Fue en el estadio Luna Park, en un acto en el que el general fue a condecorar a las actrices que más dinero habían recaudado para las víctimas del terremoto que destruyó la ciudad de San Juan. Un mes después, ya vivían juntos. Tras un nuevo golpe militar, Eva comenzó su carrera política acompañando a Perón, como su esposa, en la campaña electoral para las presidenciales del 24 de febrero de 1946,lo que supuso una total ruptura con el papel de la mujer argentina hasta entonces. Con 27 años, se convirtió con sus discursos en una de las claves del triunfo arrasador de Perón. Evita usó su fundación, mantenida por donaciones de empresarios y de los trabajadores para levantar hospitales, residencias de ancianos, escuelas y universidades. Además, organizaba galas para los más necesitados y torneos deportivos.
En la vertiente política, luchó por el voto de las mujeres y lanzó la rama femenina (y feminista, aunque ese término no se usara) del peronismo. Con sus discursos consiguió galvanizar a millones de argentinos que no se habían sentido representados por ningún líder político hasta entonces.
La campaña por el voto femenino comenzó en enero de 1947 con una serie de discursos que pronunció Eva que fueron transmitidos por Radio del Estado y la Red Argentina de Radiodifusión, y fue uno de los ejes que le sirvió para la construcción de su liderazgo. Al colocarse al frente de la campaña, capitalizó toda una historia de luchas infructuosas de grupos feministas y sufragistas de las últimas décadas entre otras: Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Sara Justo, Alfonsina Storni, Alicia Moreau de Justo, Elvira Rawson de Dellepiane, Carmela Horne Arriola. Es por esto que ha quedado en el imaginario popular tanto del peronismo como del antiperonismo que fue Eva Perón quién otorgó el derecho al voto.
El peronismo aprovechó la lucha de décadas que las mujeres traían consigo, sumándose de manera tardía a la pelea por el voto femenino. No es menos claro que fue, durante ese gobierno que esa demanda se transformó en ley, y al mismo tiempo transformó la vida de miles de mujeres. La creación del PPF, aunque de manera subordinada a la política del Partido Peronista y a la figura de Perón, impulsó a la militancia política a mujeres de todo el país, con Eva a la cabeza. Aunque no buscó ser un espacio que cuestionara el patriarcado ni el lugar de las mujeres en los marcos de esta sociedad, a la vez fue una organización que formó mujeres líderes en todas las provincias y en las principales ciudades.
El 11 de noviembre de 1951 miles de mujeres concurrirán al cuarto oscuro por primera vez. En esa oportunidad, sufragó el 90% del padrón femenino, siendo reelecto para la presidencia Juan Domingo Perón.
Tan grande fue su figura que, una vez muerta, tres millones de argentinos esperaron 15 horas cada uno para ver su cuerpo embalsamado. Los militares golpistas de la llamada Revolución Libertadora secuestraron su cuerpo momificado. El coronel Moori Koenig, que estaba a cargo del Servicio de Inteligencia del Ejército, la tuvo en una urna de su despacho como botín de guerra. Tras 15 años de silencio, el cuerpo reaparece en Génova (Italia) bajo el nombre de María Maggi de Magistris, enterrada más tarde en la tumba 41 del campo 86 del Cementerio Mayor de Milán.
En 1971, la tumba fue profanada por el general Lanusse, que mandó desenterrar el cuerpo y entregárselo a su marido en Madrid. Al cadáver le faltaba un dedo que le fue cortado y presentaba la nariz aplastada, pero la momia no estaba en malas condiciones. Cinco años después, la familia Duarte pudo al fin enterrarla en la Recoleta, donde pudo descansar en paz.
Su mitología ha inspirado películas, canciones y musicales como “No llores por mí, Argentina”, uno de sus más famosos discursos.
Con Información de Agencias
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