Primicias24.com- Un sismo destructor de magnitud 6,5 azotó a la ciudad de Caracas la noche del 29 de julio de 1967 a la 8:05 minutos de la noche, dejó en ruina varios edificios de hasta 12 niveles y arrojó un balance de unos 283 muertos y 2000 heridos.
La ciudadanía sintió claramente dos movimientos sísmicos, uno a las 8: 05 de la noche, que resultó el de mayor poderío y otro a las 8:43 minutos. El observatorio Cagigal, hasta las 10:25 minutos de la noche, no había emitido ningún boletín y aparentemente en su local de La Planicie no habían personas o tuvieron que abandonar el lugar ante el inminente riesgo de peligro.
Al momento del movimiento telúrico, los edificios se mecían y los automóviles eran sacudidos en forma que muchos conductores creían que sus vehículos eran empujados o removidos por otros carros o personas. Muchos ascensores de la ciudad quedaron atascados y personas encerradas en su interior.
La magnitud del terremoto no respetó poderosas estructuras que hasta ese momento habían sido consideradas como indestructibles, tal como los bloques de “El Silencio”, que resultaron algunos con resquebrajamientos y caída de frisos, principalmente en las plantas bajas. Decenas de avisos luminosos se vinieron al suelo y varias de las paredes demolidas tapizaron o destruyeron parcialmente vehículos que se hallaban estacionados.
En el este de la capital, se desplomaron edificios de más de 10 pisos. A las 9:55 de la noche del fatídico día, seguían entrando heridos y desmayados al puesto de socorro de Salas, elevándose el número de éstos a más de 200. A esa hora, había un pánico generalizado en toda la capital y sus alrededores, y se manejaba la alarmante posibilidad de que en los desplomos pudiera haber más de cien personas sepultadas.
Hacía la zona de Lídice, Manicomio, La Pastora y San José, el violento sismo hizo sentir sus efectos de manera especial, debido a la antigua construcción de la mayoría de las viviendas de esta zona norte de la ciudad. Solamente en La Pastora, más de 200 casas resultaron destruidas parcialmente, y en la mayoría de ellas se desplomaron las cornisas, quedando en medio de la calle y en las aceras gran cantidad de ladrillos y demás materiales de construcción.
Como suele ocurrir con estos fenómenos impredecibles y propios de la naturaleza, el pánico fue colectivo y terrible. Centenares de internas en la maternidad Concepción Palacios, muchas de ellas cargando a niños recién nacidos, corrieron a la calle y a la plaza vecina, buscando sitios descampados donde hubiese mayor seguridad. A través de las emisoras de radio, se solicitó a la ciudadanía que guardaran calma y se mantuvieran en sitios que revistieran seguridad.
Al mismo tiempo, se transmitió a los conductores la advertencia de que no se desplazaran a velocidades, ni alarmaran a la ciudadanía con sus cornetas. Las autoridades dieron a conocer que alrededor de 10 personas, de los centenares que ingresaban a los puestos de socorro, había sufrido lesiones por atropellamientos de vehículos.
En Caraballeda hubo ruina parcial de edificaciones altas, colapso en edificaciones de dos niveles y daños en viviendas unifamiliares. Igualmente, fue sentido en el resto del Litoral Central. El terremoto causó inestabilidad en terrenos en el sur del Lago de Valencia, estos a la vez, sufrieron deslizamientos en dirección norte y se sumergieron en la laguna. Igualmente, hubo deslizamientos en la Cordillera de La Costa, así como en las carreteras hacia el Junquito, La Colonia Tovar y Naiguatá.
Los daños materiales, en general, fueron incalculables, pero pueden estimarse en decenas de millones de bolívares. Son muchos los edificios de gran estructura que experimentaron los efectos del terremoto. El propio edificio El Nacional resultó averiado, así como el edificio donde funcionaba La emisora Radio Rumbos. En cuanto a las residencias de barrios, de uno o dos pisos, los observadores coinciden en asegurar que excedió a mil el número de las que sufrieron considerables daños.
A media noche toda la población caraqueña se mantenía en vela, millares de personas acomodaban camas y colchones para colocar a los niños y ancianos, y centenares de creyentes permanecieron arrodillados en constante oración. Las plazas de toda la ciudad se congestionaron de personas y a partir de las 11 de la noche se comenzaba a experimentar un poco de tranquilidad en la ciudadanía, quienes durante dos horas se habían mantenido alerta ante los temores de que se repitieran los temblores.
A las 10:40 el ministro del Interior, Leandro Mora, habló a la Nación he hizo recomendaciones precisas en cuanto a mantenerse alerta toda la noche y acerca de los lugares más recomendables para que permaneciera la ciudadanía libre del peligro de los derrumbes. Igualmente, el Ministro recomendó que no se hiciese uso de los ascensores y que por varias horas la gente se mantuviera alejada de los locales, fuera de techo y sin aproximarse a paredes y cornisas. Asimismo, señaló en ese momento, que el peligro estaba prácticamente disipado y que los servicios de electricidad, teléfonos y acueductos no habían sido interrumpidos. Advirtió, a las personas que trataran de obtener provecho con robos o atentados, que serían objeto de sanciones más rigurosas.
En Valencia, ocurrieron deterioros en muchas edificaciones y desplomes en por lo menos media docena de viviendas de estructuras importantes. Igualmente, centenares de casas humildes resultaron agrietadas y decenas de ciudadanos trasladados a hospitales y clínicas privadas a causa de heridas y conmociones nerviosas.
En Barquisimeto, como en el resto del país, la gente se arrojó a la calle y permaneció la noche en vela. En Barcelona, Puerto La Cruz y poblaciones aledañas los dos temblores causaron pánico, el cual aumentó por el hecho de que todo el sector mencionado quedó sin alumbrado público. Las personas se movilizaban en grupos, y se registraron escenas de verdadera desesperación. Los reportes señalaban concretamente que el sismo se sintió con gran intensidad en Valencia, Los Teques, Maracay, Maracaibo, Turén, Acarigua, Tocuyo-Lara, Barcelona, Puerto La Cruz, San Felipe, Cumaná, Carora, Puerto Cabello, San Juan de los Morros y San Cristóbal.
Con información de Funvisis
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