Primicias24.com- El 11 de septiembre del año 2001, es un día que muchos estadounidenses hubieran preferido no vivir. Pues tras el atentado a las torres gemelas donde perdieron la vida un centenar de personas, quedaron memorias imborrables para los neoyorquinos entre ellas, la famosa foto «del hombre cayendo».
La búsqueda del hombre que aparece en la imagen, son la conexión más íntima que se tiene con el horror de aquel día.
La revista Time habló con el fotógrafo de AP Richard Drew, autor de una de las imágenes que más revelan la tragedia humana de los atentados del 9/11: The Falling Man, El Hombre que Cae.
Drew cuenta que ese día tomó el metro desde Times Square a la calle Chambers, la parada anterior al World Trade Center. Lo primero que vio al salir de la estación, dice, fueron las columnas de humo en las dos torres.
Cuando se dio cuenta de que había personas que salían por las ventanas en los pisos incendiados, sacó la cámara instintivamente y empezó a tomar fotos. Hasta que hizo la que luego sería conocida como The Falling Man.
Nunca se ha declarado oficialmente la identidad del hombre. Se sabe que la imagen corresponde a la Torre Norte del World Trade Center, y que fue tomada a las 9:41:15 de la mañana de aquel fatídico 11 de septiembre de 2001.
No fue posible recuperar ni identificar los cadáveres de las decenas de personas que murieron al verse forzadas a lanzarse al vacío.
Algunos han dicho que The Falling Man era Norberto Hernández, chef de la dulcería del restaurante Windows of the World (Ventanas al Mundo) en el piso 106 de la Torre Norte, según la nota dedicada a la foto en Wikipedia. Miembros de su familia estuvieron de acuerdo inicialmente, pero al examinar la ropa con más detenimiento no se mostraron del todo convencidos.
Por su parte Tom Junod, de la revista Esquire, quien por primera vez, en un artículo publicado en septiembre de 2003, llamó a la foto The Falling Man. Según Junod, se trataba de Jonathan Briley, de 43 años, técnico de audio del mismo restaurante y residente de Mount Vernon, en Nueva York.
En 2005, la vocera de la Oficina del Forense de Nueva York, Ellen Borakove, le dijo al diario The Washington Post que los expertos ya habían agotado todas las posibilidades de la tecnología existente hasta entonces para recuperar e identificar los restos.
Pero los médicos, aseguró, prometieron que nunca dirán «caso cerrado».
Todas las víctimas fueron declaradas muertas por homicidio causado por trauma contundente, excepto los secuestradores asesinos. Los que se vieron forzados a lanzarse al vacío no fueron declarados muertos por suicidio.