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Opinión

ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO (SEGUNDA PARTE) LA DESTRUCCIÓN DE PDVSA (I)

Por Rafael Ramírez Carreño

En el artículo anterior de esta serie sobre economía, hablamos de los antecedentes y el nuevo cuadro de la situación política del país con el ascenso del madurismo al poder, cómo se fraguó el “golpe de timón” del gobierno hacia la derecha y cómo los ministros del área económica del gobierno del presidente Chávez fuimos apartados del gobierno y de la conducción económica del país. 

A partir de allí maduro y su grupo de poder han arremetido contra el legado y la obra del presidente Chávez, producto de los nuevos intereses económicos en el poder y la posición política del madurismo de “diferir” la revolución bolivariana, lo que finalmente ha desembocado en una negación a los objetivos históricos del Plan de la Patria, una gigantesca traición al pueblo venezolano.

Aunque parezca extraño, muchas de las acciones económicas del madurismo, los terribles y costosisimos errores de sus decisiones u omisiones tienen su origen y causa en una gigantesca irresponsabilidad e incompetencia para el manejo de los asuntos de Estado, mientras en otros casos, como el petrolero, su profunda ignorancia en el tema y la prevalencia de intereses mezquinos, personales, económicos, por sobre los más sagrados intereses del país. 

Degollaron la gallina de los huevos de oro, acabaron con PDVSA y, en consecuencia, al destruir la única fuente de ingresos de divisas en el país, hicieron colapsar la economía y nos llevaron a este abismo. Acabar con PDVSA es como darse un tiro en el pie. maduro, al perseguir  a los trabajadores, “purgar” a los dirigentes del periodo Chávez-Ramírez en la industria y destruir a PDVSA cometió su más grave error político, arrastrando a la economía y a todo el país a este desastre, haciendo inviable su modelo, lo que, finalmente, lo sacará del poder. 

Este ha sido un tema que he abordado en muchos de mis artículos y reflexiones. La razón, está obviamente vinculada al hecho de que dediqué 12 años de mi vida a dirigir la empresa y el sector, pero, además, y más allá del afecto y el apego, del amor que siento por nuestra empresa, porque resulta obvio que PDVSA y la política petrolera es el centro, el corazón de nuestra economía. Eso lo entendía Chávez, lo entiende todo el mundo, … menos maduro.

Venezuela es un país petrolero, estúpido.

Somos un país petrolero por excelencia. Nuestra producción de petróleo se remonta a más de 100 años como lo recordamos en su oportunidad desde el pozo Zumaque, allá en Mene Grande, en nuestro golpeado Estado Zulia.

Hasta 1970, con el surgimiento de la explotación petrolera de los países del Golfo, fuimos el principal exportador de petróleo del mundo, miembro fundador de la OPEP junto con Arabia Saudita, Irak, Irán y Kuwait; el quinto productor de petróleo de la organización hasta el año 2012.

Aunque en el periodo de las transnacionales, estas se llevaron miles de millones de barriles de petróleo del país, hasta el año 2005, nuestras reservas remanentes eran de 80 mil millones de barriles de petróleo. Luego, con el inicio en el 2005 del proyecto “Magna Reserva” y la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, en 2007, logramos certificar con la Ryder Scott, hasta 297 mil millones de barriles de petróleo crudo, reservas que logramos que la OPEP y todo el mundo reconocieran en el año 2012. Es decir, por azares de la geología y del proceso de formación del planeta, nuestro país concentra las reservas de petróleo más grandes del planeta (303 mil millones de barriles) y la sexta reserva de gas (225 billones de pies cúbicos) del mundo.

Reservas probadas en Venezuela 1989-2018

El 25,5% de las reservas de petróleo de la OPEP y el 18,3% del mundo están en Venezuela.  Poseemos la mayor concentración del mundo de hidrocarburos, petróleo y gas, el recurso natural más importante para el desarrollo económico; el recurso natural fundamental para la seguridad energética y estratégica de la economía mundial. 

Entonces ¿por qué o a cuenta de qué nuestro pueblo tiene que renunciar a esta extraordinaria posibilidad de desarrollo? ¿Por qué el madurismo proclama que “se acabó el modelo rentista petrolero”, mientras al mismo tiempo, arrasa con los minerales del Arco Minero, profundizando aún más el modelo extractivista que se suponía debíamos superar?  

La posición del madurismo de renunciar al petróleo es la misma posición de los promotores de la Apertura Petrolera, ahora reeditada en el “plan país” de la oposición. Haber destruido a PDVSA y arrasar con nuestra economía petrolera, reivindicar “acabar” con el ingreso petrolero, ha significado para nuestro pueblo, retroceder a la situación de los años 1937-1940, cuando producíamos entre 500 – 600 mil barriles día de petróleo, peor, porque, solo éramos menos de 4 millones de venezolanos (menos de los 4.3 millones que han salido del país) y, porque, en aquellos años, al menos producíamos comida. 

Evolución de la producción venezolana petrolera

En términos políticos pretender acabar con el petróleo en Venezuela, es tan absurdo como aquella consigna de Pol Pot de volver al “año cero” en Cambodia, que ocasionó tanta destrucción y tragedia a su país. Por otra parte, se renuncia o se entrega un posicionamiento estratégico en el mundo, el objetivo de todas las agresiones imperialistas: el petróleo. Es como “tirar la toalla”

Ahora, según el madurismo, el pueblo venezolano debe renunciar a su principal riqueza: el petróleo, y a la inmensa renta petrolera que nos corresponde como dueños de este recurso natural que subyace en nuestro territorio. 

La renuncia al ingreso petrolero trae como consecuencia un choque contra nuestro país, de la noche a la mañana se renuncia a un ingreso anual promedio de 73.508 millones de dólares (2004-2014), para luego imponer un paquetazo, el objetivo de “déficit fiscal cero”, tal cual hacen Macri en Argentina o Lenin Moreno en Ecuador: ajuste monetarista, devaluación, liberación del precio de combustibles, salarios de miseria. maduro critica a Lenin Moreno, pero le ha impuesto un paquetazo peor a los venezolanos, donde el pueblo pobre y trabajador, debe tratar de sobrevivir con 2 dólares al mes, convertirse en mano de obra semi-esclava, pagar más IVA, más impuestos. 

Ante la renuncia que hace el madurismo a la economía petrolera y a la renta, estando nuestro petróleo allí, en nuestro subsuelo, (estoy seguro que las mayores reservas de petróleo del mundo no se quedarán allí abandonadas), entonces la gran pregunta es: ¿quién se llevará la riqueza petrolera?

Se la llevarán las transnacionales, sean del país que sea. Se llevan la producción, obtienen descuentos en el precio de nuestro petróleo, exenciones de impuestos petroleros, de regalías, controlan las operaciones, las exportaciones. Nos expropian (maduro) y nos expropiarán (guaidó) nuestras riquezas. Si no restablecemos nuestra política de Plena Soberanía Petrolera y no recuperamos PDVSA, no habrá manera de que el pueblo salga de la miseria, que superemos este desastre. 

Si no nos reconocemos como un país petrolero, no entenderemos qué pasa en la economía nacional, qué intereses están en pugna, justo por controlar el petróleo, estaremos desarmados ideológicamente, no sabremos donde estamos parados en la geopolítica y economía mundial. 

Si el pueblo renuncia a la regalía y los impuestos petroleros, entonces estaría renunciando a los inmensos beneficios sociales, económicos y de calidad de vida que le corresponden con una distribución popular y revolucionaria de la renta petrolera.

El problema no es la renta petrolera, así como no lo es el “sofá” del chiste, el problema es el uso que se le dé a la renta petrolera ¿Quién se apropia de ella? ¿Para qué se destina? ¿Cuáles intereses prevalecen, los nacionales, los transnacionales, los de la burguesía, los del pueblo? La respuesta a estas interrogantes ha marcado nuestra historia contemporánea y define el  tipo de gobiernos que hemos tenido y el que tenemos ahora. Esa debe ser la gran discusión.

Nuestra primera gran batalla por la Plena Soberanía Petrolera fue recuperar la renta petrolera, la riqueza del pueblo venezolano que se la llevaban las transnacionales que se apropiaron de nuestro petróleo durante la nefasta apertura petrolera. 

Había que recuperar la renta, asegurarla, como requisito indispensable para poder avanzar en las profundas transformaciones económicas y sociales del país. Fue para recuperar la renta y el manejo soberano de nuestro petróleo que pasamos a la ofensiva, con toda la fuerza del Estado luego del derrotado el Sabotaje Petrolero. En una batalla en todo el frente petrolero, restablecimos la Constitución, nuestro marco legal petrolero y nuestra soberanía económica; recuperamos nuestras regalías, impuestos petroleros, operaciones, control del negocio. 

Este esfuerzo tuvo sus frutos concretos, logró estabilidad y crecimiento económico, con justicia social, prosperidad para todo el país. Entre 2004-2014, logramos captar por concepto de ingresos por exportaciones petroleras un total de 735.076 millones de dólares, de los cuales, 530 mil millones de dólares ingresaron al Fisco, por concepto de impuestos y regalías petroleras, la renta petrolera.

Si bien es cierto que estratégicamente debemos superar el modelo rentista petrolero, debemos construir un modelo económico basado en el trabajo, el socialismo, este paso no podemos hacerlo con un programa de choque económico de derecha, pero además ese objetivo estratégico no implica abandonar la renta petrolera y el derecho que tenemos de explotar el petróleo en beneficio de nuestro pueblo. Así está establecido en el Plan de la Patria, allí está en nuestros objetivos históricos.

La renta petrolera debe ser utilizada en primera instancia para satisfacer las necesidades de nuestro pueblo: alimentación, educación, salud, cultura, infraestructura. Eso fue lo que hicimos en el gobierno del presidente Chávez, donde invertimos más de 216 mil millones de dólares para el desarrollo social: las Misiones, Grandes Misiones, escuelas, universidades, cultura, salud, medicamentos, alimentación y todo tipo de programas para derrotar la exclusión y pobreza; lo hicimos y lo hicimos bien, allí están las metas del milenio que nuestro país pudo alcanzar con éxito. 

Se trataba de utilizar la renta petrolera para priorizar al pueblo, establecer un sistema de garantías sociales y un nivel de vida adecuado, el vivir bien, sacar a nuestro pueblo de la exclusión y la pobreza. 

Es a partir de ese nivel de bienestar y conciencia del pueblo, con soberanía política y económica, que podemos expandir nuestras propias capacidades productivas, utilizar la renta petrolera como una tremenda herramienta para impulsar la agricultura, pesca, industrialización, manufactura, el trabajo. 

Pero además la existencia del petróleo y el manejo adecuado de la renta petrolera, nos permite establecer un sistema económico soberano, propio, donde se garanticen las conquistas y el bienestar social de nuestro pueblo, donde la hegemonía estatal sobre la economía nos permita irradiar los valores y la práctica fundamentales de la sociedad: la solidaridad, la conciencia del deber social, la justicia social, la democracia participativa y protagónica. 

Es solo con la renta petrolera, bien administrada, que se puede desarrollar un tejido productivo que nos permita satisfacer nuestras necesidades materiales y a la vez garantizar el disfrute de una nueva espiritualidad, insuflar y estimular en la población los valores más elevados, que nunca nadie se apropie del trabajo del otro, explote a su semejante, destruya la naturaleza. Es una visión de largo plazo, es un combate en el que debemos empeñarnos.

A pesar de lo que diga el madurismo, el petróleo está allí, la reserva más grande del mundo está en el subsuelo, a la espera de ser explotada, extraída. La gran pregunta es ¿a favor de quién? Somos un pueblo empobrecido, viviendo esta tragedia, en el país con las reservas de petróleo más grandes del planeta. ¿Cómo es posible esto?

PDVSA, la empresa nacional, instrumento de la soberanía petrolera

Sin empresas petroleras no se puede extraer el petróleo, esto parece una perogrullada, pero existen pueblos hermanos que, teniendo petróleo, no pueden explotarlo porque no tienen el conocimiento, ni las capacidades técnicas, ni el personal nacional, por lo que deben recurrir a las empresas transnacionales, que actúan con base en sus propios intereses. 

Sin PDVSA el país no puede explotar el petróleo por sí mismo, sin la Política de Plena Soberanía Petrolera no podemos controlar esta compleja actividad para ponerla al servicio del pueblo. PDVSA es un gran activo de la nación. 

La creación de PDVSA en 1976, fue un gran paso adelante y luego de su recuperación del Sabotaje Petrolero y con el nacimiento de la Nueva PDVSA, logramos colocar a nuestra empresa nacional, por primera vez desde su fundación, subordinada al Estado Venezolano y como instrumento del Pleno Ejercicio de la Plena Soberanía Petrolera.

A mi me toco estar en la primera línea del frente de su rescate durante el Sabotaje Petrolero del 2002-2003, siendo ya ministro de petróleo desde el 17 de julio de 2002, estuve junto a Alí Rodríguez y otros valiosos compañeros gerentes y trabajadores (por cierto, la mayoría ya no están, están fuera del gobierno, de la empresa, o están presos), en el equipo de patriotas que le hicimos frente a esta acción contra PDVSA y contra el país,  logrando recuperar sus niveles de producción y completa operatividad en cuestión de meses.

Derrota del golpe de estado y sabotaje petrolero

Luego, a partir del 10 octubre de 2004 hasta agosto de 2014, me correspondió refundar y dirigir la Nueva PDVSA, la Roja Rojita. Durante ese periodo nos echamos el país al hombro, su economía, mientras se producía la transición hacia un Estado Bolivariano y dábamos la batalla por el desarrollo social y la soberanía económica. 

Convertimos a nuestra empresa, devastada por los efectos del Sabotaje Petrolero, cuando  perdimos 17 mil millones de dólares en daños directos, en una verdadera empresa petrolera nacional, la quinta empresa más importante del mundo. Fue un esfuerzo denodado de un equipo de miles de gerentes, obreros, técnicos, trabajadores todos del Estado Venezolano, que supimos conducir nuestra empresa en momentos duros, de combate y conflictos, ataques de todo tipo por defender nuestra soberanía y mantener el petróleo al servicio del pueblo. 

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