Seguro de que su papel en la telenovela Escalona, sobre la vida del cantautor de vallenatos Rafael Escalona (1927-2009), fue «la chispa que prendió» su «mecha», el cantante colombiano Carlos Vives viaja a sus orígenes en el documental Regreso a Escalona conduciendo un «carro Ford» azul.
«Si alguien quiere conocer la historia del vallenato, esa ruta te la va a contar», asegura el cantante nacido en Santa Marta en una entrevista con EFE sobre el lanzamiento de este documental que se estrenará en el Canal Caracol el 1 de mayo con motivo de sus 30 años de carrera.
La travesía que se sigue en la pieza comienza con Vives en la ciudad colombiana de Valledupar, «capital mundial del vallenato», donde el artista le pide a Pachín Escalona, hijo de la leyenda vallenata, la camioneta azul con la que el «maestro» hacía sus «correrías».
Conduciendo esta Ford, Vives se dirige a Villanueva, en el departamento de La Guajira, para convencer al acordeonista Egidio Cuadrado, su socio en el grupo vallenato «La Provincia», de grabar en Bogotá el disco que hoy lanzan al mundo: Escalona: Nunca se había grabado así.
«Cuando se tomó la decisión de celebrar los 30 años yo dije ‘tenemos que grabar Escalona’. Esto también tuvo que ver con el estado de salud de mi compadre Egidio. Era una oportunidad de darle un shock de alegría, de vida, de motivarlo, de invitarlo a Bogotá», agregó Vives.
Un viejo cuaderno del romántico Escalona
En este viaje de regreso a la capital, Cuadrado y Vives hacen una parada en el caserío de Patillal, del que era oriundo Escalona, para recoger un viejo cuaderno de colegio que contiene la letra de las canciones del autor de clásicos del vallenato, como «La casa de el aire«, «El almirante Padilla» o «La brasilera».
La custodia de esta libreta escrita por Cuadrado durante sus años de parrandas con Escalona la tenía una de las hermanas del acordeonista: Dina Luz Cuadrado, quien también fue una de las musas a las que la leyenda del vallenato dedicó una canción.
«Mientras muchos autores vallenatos cantaban a las mujeres, las novias, Escalona cantaba a nombres propios. Por eso la mayoría de sus canciones son nombres de mujeres», precisa Vives al referirse a títulos como la propia «Dina Luz» o «Carmen Gómez», un canto a la «mujer perfecta».
Este romanticismo que caracterizaba a Escalona, también se vislumbra en las letras de temas como «El carro Ford», composición dedicada a una joven a la que quería enseñar a conducir en una camioneta de esta marca.