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Charilin Romero: Neonazis fascistas atrincherados en las redes digitales y en la IA

Pixabay - TheDigitalArtist

Primicias24.com– En este siglo XXI, el mundo se mueve de manera acelerada con el avance tecnológico y la inteligencia artificial (IA), esta última se consolida como una herramienta clave para el desarrollo y la innovación, convirtiéndose en una alternativa de soluciones muy eficaces a procedimientos de la cotidianidad. Expertos vislumbran que la IA permite detectar el blanqueo de capitales, predecir el comportamiento de los mercados y aconsejar las operaciones y productos idóneos para cada cliente.  No obstante, unos 85 millones de personas perderán sus empleos en el 2025, según datos publicados en el Informe del Foro Económico Mundial. Otras investigaciones revelan que estas cifras se incrementarán en diez años, debido a que 300 millones de personas serán sustituidas de sus puestos de trabajo.

Aunado a esto, la IA al igual que las redes digitales, se han convertido en el campo de batalla, configurándose como armas principales de la guerra de información, impregnadas de características del neonazi fascismo de las ultraderechas mundiales, que pretenden imponer un Estado totalitario, antidemocrático y militaristas, así como corporativista capitalista y ultranacionalista, acompañado de sentimientos de superioridad étnica, clasismo y exaltación de doctrinas conservadoras religiosas. Además, de implantar el ejercicio de poder por vía de la destrucción del sentido democrático, la aniquilación de los derechos sociales y la inoculación del odio, anclados en la opresión y persecución de personas con pensamientos socialistas, comunistas, progresistas o aquellas que comulguen con la izquierda contrahegemónica.

“Con la IA se construyen narrativas para ejecutar operaciones en la guerra de información”, explica Matthew Ford de la Universidad de Defensa de Suecia en Estocolmo y coautor del libro La explosión digital del campo de batalla, Radical War: Data, Attention and Control in the 21st Century.

Imagen de BrinMacen

Sin embargo, ingenuos piensan que los nuevos relatos de paz que se difunden en las redes digitales y la IA están destinados a “liberar”. Desconocen que en estas tecnologías operan  de manera encubierta y abierta, organizaciones políticas del neonazis fascismos que abundan en Europa, en EEUU, Ucrania y Suramérica y que a través estas, se crean ejércitos para vigilar de cerca los movimientos políticos y sociales que la ultraderecha considera su “enemigo” para luego lanzar cargas explosivas de contenidos como fake news de manera remota, autónoma, individual y colectiva. Cada movimiento que se planea puede modificarse para aprovechar los resultados de las tácticas, técnicas y procedimientos, a propósito de maximizar o mitigar el impacto de los mensajes difundidos en tiempo real.

Desde la IA también se pueden desarrollar software de reconocimiento de voz y traducción para monitorear comunicaciones, extraer datos confidenciales, consumar hackeo de portales y cámaras de seguridad. Asimismo, forjar documentos e interferir en el espectro radioeléctrico, para ejecutar o frustrar ataques con drones de combate y ofrece la posibilidad de reconfigurar aplicaciones gubernamentales para que los usuarios puedan subir fotos, vídeos y otros detalles de reconocimiento de la posición del “enemigo”.

La realidad es que los grupos ideológicos del neonazi fascismo crearon y convirtieron a las redes digitales y a la IA en un campo de batalla, para movilizar a la sociedad en contra de un enemigo real o imaginario (externo o interno), derivando en que  un sector minoritario promueva y organice las cacerías humanas desde atributos distintivos del exterminio, la desaparición forzosa y la supresión del “otro” que piensa diferente. Estas prácticas discriminatorias y genocidas se dieron por ejemplo, en el holocausto contra judíos, comunistas, gitanos, homosexuales y otros durante la II Guerra Mundial. En Suramérica, pueden remembrarse prácticas similares en las dictaduras de José Videla, Argentina y Augusto Pinochet, Chile.

En la actualidad, el neonazi fascismo se atrinchera en las tecnologías, un ejemplo reciente, ocurrió en Venezuela durante las elecciones presidenciales del 28 de julio del año en curso, cuando el sistema automatizado del Consejo Nacional Electoral sufrió un atentado digital desde Macedonia del Norte, acto terrorista perpetrado por el delincuente ASTRA, líder del grupo Cyber Hunters, con el propósito de retrasar los resultados provenientes de los más de 15 mil centros de votación del país, denunció Nicolás Maduro, mandatario venezolano. Al unísono de este ataque, el grupo de hackers The Binary Guardians ejecutaba otra operación de hackeo  a la cuenta de Twitter del CNE, derivando nos solo en la usurpación de funciones, sino en la difusión de fake news, para generar zozobra en la población. Estos grupos delincuenciales deliberadamente declararon que su “lucha era digital”, mientras que otros ciudadanos inoculados de odio, de ideas aberrantes, divisorias y  genocidas fueron consumados por las narrativas agresivas de las redes digitales y portales web, que convidaban al asesinato selectivo con mensajes alusivos “Prepárate, tienes un vecino chavista, ve a buscarlo y quémale la casa”, “mata a un chavista y eso se reproducía por Tik Tok, Instagram y red X”. Los hacker divulgaron que ejecutaron múltiples operaciones cibernéticas para desestabilizar el gobierno del mandatario venezolano. Sin duda alguna, las pretensiones neonazi fascistas en estas redes digitales era convertir al país en la Ruanda de 1994.

Es notorio que las ideologías radicales de la ultraderecha mundial y locales, se mimetizan en los distintos contextos políticos, sin tener que usar símbolos abiertos del neonazi fascismo y con el deslumbramiento de las tecnologías difícilmente las poblaciones puedan ser consciente que son blancos de una guerra. Por ello, urge la regulación de las redes digitales y de la IA en Venezuela, para preservar la vida y la paz.

En ese sentido, para la creación del marco jurídico se deberá considerar los factores y las implicaciones de las prácticas éticas, políticas, económicas y sociales, así como definir las responsabilidades penales tanto del usuario como de la empresa prestadora del servicio de las redes digitales y la IA. Igualmente, debería desarrollarse y explicarse que el uso de estas herramientas con fines educativos tendría que tener enfoques inclusivos de la pedagogía, la andragogía y la gerontología desde una mirada multidisciplinaria. Además, esta normativa deberá contar con un apartado  que promueva el desarrollo de las fuerzas de producción tecnológicas liberadoras para lograr la soberanía consciente y crear sistemas alternativos de defensa del pueblo ante el chantaje mediático, la guerra financiera, los bloqueos comerciales, las medidas coercitivas y los show políticos.  

El mayor desafío será disminuir el resurgimiento y la resignificación de la ideología neonazi fascista de EEUU, Ucrania, Alemania e Italia,  empeñados en mantener su establishment, redimensionado a las redes digitales y la IA, para deshumanizar a la población y luego exterminarla.

Artículo escrito por Charilin C. Romero C.

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