No es un momento para llorar por el pan y la mantequilla como niños mimados. Obedezcamos y sigamos las instrucciones de las autoridades
Primicias24.com- El presidente de Uganda, Kaguta Museveni se dirigió a las personas que no están dispuestas a cuidarse durante este período de cuarentena por el COVID-19 aseverando que los tiempos vividos son tiempos de guerra, por ende es necesario actuar conforme a lo que vive la humanidad e intentar sobrevivir a ella.
A través de un discurso especial sobre la pandemia, Musevini, compara la presencia de este virus en todo el territorio con una guerra y en el expresa que; «durante una guerra solo estas agradecido con los dioses por ver otro día en la tierra de los vivos, no te preocupas si tus hijos no van a la escuela y solo ruegas para que el Gobierno no se los lleve a la fuerza para entrenarlos como soldados».
A continuación el discurso completo:
Dios tiene mucho trabajo, tiene que cuidar a todo el mundo. No puede estar aquí en Uganda cuidando idiotas. En una situación de guerra, nadie le pide a nadie que se quede en casa. Usted se queda en casa por elección. De hecho, si tienes un sótano, te escondes allí, mientras persistan las hostilidades.
Durante una guerra, no insistes en tu libertad; voluntariamente la abandonas a cambio de sobrevivir. Durante una guerra, no te quejas del hambre. Si tienes hambre, rezas para sobrevivir, para poder volver a comer algún día. Durante una guerra, no discutes sobre tu derecho de abrir tu negocio. Cierras tu tienda, sin pensarlo, corres por tu vida y rezas para sobrevivir a la guerra.
Esperando volver a tu negocio, rogando que no haya sido saqueado o destruido por el fuego de mortero. Durante una guerra, estás agradecido con los Dioses, por ver otro día en la tierra de los vivos.
Durante una guerra, no te preocupas si tus hijos no van a la escuela. Ruegas para que el Gobierno no se los lleve a la fuerza para entrenarlos como soldados en las instalaciones de aquélla escuela que ahora convirtieron en depósitos militares.
Bueno el mundo se encuentra actualmente en un estado de Guerra. Una guerra sin armas y balas. Una guerra sin soldados humanos. Una guerra sin fronteras. Una guerra sin acuerdos de alto al fuego.
Una guerra sin una sala de guerra. Una guerra sin zonas sagradas. El ejército en esta guerra no tiene piedad y ni bondad humana. Es indiscriminado: no respeta a los niños, a las mujeres ni lugares de culto.
Este ejército no está interesado en botines de guerra. No tiene intención de cambio de régimen. No le preocupan los recursos minerales valiosos debajo de la tierra. Ni siquiera le interesa la hegemonía religiosa, étnica o ideológica.
Su ambición no tiene nada que ver con la superioridad racial. Es un ejército invisible, despiadado y despiadadamente efectivo. Su única agenda es una cosecha de la muerte. Solo se sacia después de convertir el mundo en un gran campo de muerte.
Su capacidad para lograr su objetivo no está en duda.Sin máquinas terrestres, anfibias y aéreas, tiene bases en casi todos los países del mundo. Su movimiento no se rige por ninguna convención o protocolo de guerra.
En resumen, es una ley en sí misma. Es el coronavirus. También conocido como COVID-19. Afortunadamente, este ejército tiene una debilidad y puede ser derrotado. Solo requiere nuestra acción colectiva, disciplina y paciencia.
El COVID-19 no puede sobrevivir al distanciamiento social y físico. Solo prospera cuando lo enfrentas. Le encanta ser confrontado. Capitula frente al distanciamiento social y físico colectivo. Se inclina ante una buena higiene personal.
Es impotente cuando tomas tu destino en tus propias manos, manteniéndolos desinfectados tan a menudo como sea posible.
Este no es un momento para llorar por el pan y la mantequilla como niños mimados. Obedezcamos y sigamos las instrucciones de las autoridades.
Aplanemos la curva COVID-19. Ejercitemos la paciencia. Seamos los guardianes de nuestros hermanos. En poco tiempo, recuperaremos nuestra libertad, nuestra empresa y nuestra socialización.
En medio de la EMERGENCIA, practicamos la urgencia del servicio y la urgencia del amor por los demás.
Estas palabras se consideran el mejor y más inteligente discurso público jamás realizado durante el COVID-19.