Primicias24.com Se esperaban 10.000 personas, y aunque la cifra quedó más cercana a las 6.000, los comandantes del Estado Mayor Central (EMC), principal disidencia de las desparecidas FARC, estaban satisfechos: en la cara se les notaba el éxito de un baño de masas que sirvió de escenario para abrir la puerta a la paz.
En un lugar perdido en las sabanas del Yarí, que alguna vez fue bastión de la extinta guerrilla y hogar para alguno de sus más legendarios cabecillas, el EMC organizó un macroevento que congregó a personas de 16 departamentos y a todos sus comandantes, incluso a «Iván Mordisco», el máximo jefe insurgente que mantenía un bajo perfil e hizo su primera aparición mediática desde que el expresidente Iván Duque le diera por muerto en una operación militar.
Los disidencias pudieron estar ahí, en un evento del que las autoridades tenían pleno conocimiento, porque la Fiscalía, a petición del Gobierno, levantó temporalmente las órdenes de captura que pesan sobre varios de los altos mandos para que se pudieran reunir de cara al comienzo formal de los diálogos, que ayer el EMC anunció será el 16 de mayo.
En evento fue organizado por la Coordinadora Del Sur Oriente Colombiano Para Los Procesos Agrarios, Ambientales y Sociales (Coscopaas), de la que forman parte numerosas organizaciones y que demostró tener un amplio poder de convocatoria aunque las dudas sobre la financiación del evento surgieron a lo largo de la jornada.
¿Cómo financiaron todos los campesinos, indígenas y afro el desplazamiento hasta un lugar perdido en el departamento del Caquetá? Pregunta a la que la disidencia insistió: ellos asistían en calidad de «invitados», no de organizadores o anfitriones.
Y cumplieron el objetivo de mostrar músculo, de recordar al Gobierno que tienen una supuesta base popular que los respalda y que quiere un proceso de paz.
Sin embargo, algunas organizaciones denunciaron que fueron amenazadas y que recibieron acoso por parte de las disidencias para acudir al llamado y engrosar ese «apoyo popular».
LA PAZ DE LAS REGIONES
Desde el viernes empezaron a llegar los grupos de campesinos, que no pararon de arribar hasta el mismo domingo y aguantaron las inclemencias climáticas de unas tormentas que, en la sabana y bajo carpas improvisadas donde dormían miles de personas, amenazaron, por un momento, con truncar el sueño de paz que fueron a demostrar.
Entre carteles de «Que la paz no cueste más vidas» y «La paz es revolucionaria», guardias campesinas y ambientales de departamentos como el Caquetá o Guaviare custodiaron un evento ambientado con corridos «guerrilleros» y rancheras que llamaban a la no violencia.
A la tarima, construida con una infraestructura que contrastaba con el desértico campo, se subieron voceros de las organizaciones y departamentos para hacerles peticiones y reclamos a la guerrilla, sentada al lado izquierdo del escenario, que escuchaba atentamente.
Desde el bajo Guaviare celebraron: «Hoy florece de nuevo el sueño de la paz», mientras que desde el Valle del Cauca, Cauca y Nariño, comunidades étnicas y populares exigieron «garantías y seguridad para líderes», así como el «reconocimiento del campesinado como sujeto especial de derechos».
Por su parte, desde Arauca lanzaron un «grito desesperado» ante los ataques del ELN, quien «los están masacrando y asesinando», por lo que les pidieron que «se pongan serios en la mesa de negociación» y una costa Pacífica «abandonada por el estado», denunció que vive «sin ordenamiento territorial, desarrollo de vías, educación superior» y que «no hay seguridad».
LA PAZ DEL EMC
Por parte de la guerrilla, una vocera leyó un comunicado en el que aseguró que la mesa de negociación con el Gobierno se instalará el próximo 16 de mayo, algo que fue jubilosamente celebrado por los asistentes, tapados con plásticos y carpas bajo la lluvia.
Cuando fue el turno de «Mordisco», la lluvia amainó y, bajo la atenta mirada de sus comandantes y entre los rugidos y gritos de los asistentes, reafirmó la voluntad de paz del EMC y extendió a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) una propuesta de diálogo para «poner fin» al conflicto que los enfrenta.
El Estado Mayor Central logró su objetivo: mostró su gran capacidad de convocatoria y presionó al Gobierno para instalar una mesa de diálogo que les otorgue estatus político, algo que permite a los que serán elegidos como voceros ver como se levantan las órdenes de captura contra ellos.
Con el evento de este domingo el EMC salió de la clandestinidad, abriéndose un poco más a la vida pública y devolviendo la esperanza a un pueblo cansado de violencia. EFE