Primicias24.com (Opinión) – El benemérito general Juan Vicente Gómez, a quien algunos consideran: “prematuramente fallecido y nunca bien ponderado”, y quien ejerció una férrea dictadura sobre Venezuela a lo largo de 27 años, decía: “Elecciones ¿para qué, si el pueblo está contento?”.
Una Asamblea llamada Nacional Constituyente acaba de convocar elecciones presidenciales para dentro de dos meses. Transcurrido ya el mes de enero quedaría febrero y marzo para hacer la campaña y las elecciones serían en abril.
Lo primero que hay que preguntar es: ¿por qué esas elecciones son convocadas por un órgano tan extraño como esa Asamblea Constituyente? De acuerdo con la Constitución vigente y con la legislación electoral, el órgano competente para convocar las elecciones presidenciales es el Consejo Nacional Electoral.
Suponiendo que la Asamblea Constituyente hubiera sido convocada conforme a Derecho, cosa que no ocurrió, el artículo 347 del texto constitucional dice de una manera inequívoca para qué es esa Asamblea: “con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”. Allí no aparece por ninguna parte que la Asamblea Constituyente tenga entre sus facultades la de convocar elecciones presidenciales.
Por supuesto, todos sabemos que la convocatoria precipitada a las elecciones es la respuesta del Gobierno a las sanciones impuestas por la Comunidad Europea a figuras importantes del régimen. El Gobierno decide de esta manera darle una patada a la mesa de diálogo que se había estructurado en la República Dominicana. Entre los temas que se debaten están las condiciones para poder concurrir a unas elecciones confiables y verdaderamente transparentes. Entiendo que se estaba discutiendo la constitución de un nuevo cuerpo de rectores para el CNE merecedor de la confianza colectiva y la revisión del Registro Electoral y la erradicación de prácticas ventajistas a favor del Gobierno, como por ejemplo, para citar uno solo, la utilización abusiva de las cadenas nacionales de radio y televisión puestas al servicio de los intereses electorales del Gobierno.
El Gobierno resuelve promover, con su arbitrariedad característica, a olvidar todos esos asuntos y a imponer un cronograma y unas condiciones.
Por su parte, la mayoría de los venezolanos que queremos un cambio seguimos sin terminar de construir una alternativa consensuada que motive a los electores a superar todas las maniobras del Gobierno y a darles a los venezolanos una nueva esperanza y un nuevo camino.
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