Pedro Luis Martín Olivares – El protocolo Ethereum fue concebido originalmente como una versión mejorada de la criptomoneda Bitcoin, para superar las limitaciones de su lenguaje de programación, proporcionando características avanzadas tales como custodia sobre la blockchain, límites de retiro, contratos financieros, mercado de juegos de azar y similares a través de un lenguaje de programación muy generalizado.
En Ethereum, una versión básica de Namecoin, la base de datos de registro de nombres descentralizada, se puede escribir en dos líneas de código, y otros protocolos como monedas y sistemas de reputación se pueden construir en menos de veinte líneas. Contratos inteligentes, “cajas” criptográficas que contienen valor y sólo se desbloquean si se cumplen ciertas condiciones, también pueden ser incorporados encima de la plataforma, con mucho más poder que la ofrecida por el script de Bitcoin debido al poder agregado del Turing completo.
El protocolo Ethereum no “soporta” cualquiera de las aplicaciones directamente, pero la existencia de un lenguaje de programación Turing completo permite que contratos arbitrarios teóricamente se puedan crear para cualquier tipo de transacción o aplicación. Lo más interesante de Ethereum, sin embargo, es que se mueve mucho más allá de la moneda. Protocolos alrededor de almacenamiento de archivos descentralizados, computación descentralizada y mercados de predicción descentralizados, entre docenas de otros conceptos similares, tienen el potencial para aumentar sustancialmente la eficiencia de la industria computacional, y proporcionar un gran impulso a otros protocolos peer-to-peer adicionando por primera vez una capa económica. Por último, también hay una variedad considerable de aplicaciones que no tienen nada que ver con el dinero en absoluto como las comunicaciones, la gestión social, la educación, entre otras áreas que permitirán acercar la tecnología a lo orgánico del ser humano.
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Pedro Luis Martín Olivares
Economía y Finanzas