Primicias24.com(Opinión)- En este segundo artículo de opinión el historiador y periodista Javier Rovira hace uso del análisis histórico y el manejo de categorías sociológicas y políticas para abordar y colocar en la opinión publica conceptos que sin lugar a duda nos harán reflexionar y aproximar a nuestra realidad contemporánea.
A partir de 1940 la brecha generacional se iba haciendo más marcada en las fuerzas armadas, ya que los intereses de los oficiales de escuela se tornaron cada vez más manifiesto sobre los militares oligarcas no de carrera o no profesionales, estos convencidos de sus capacidades y profesionalismo expresaban su descontento frente a: La incipiente dotación de material y equipos bélicos ya que se plantea la modernización de las Fuerzas Armadas para equipararlas a la superioridad técnica de sus pares en el resto del continente.
Ante las desmejoras en las condiciones de vida del personal de tropa y oficialidad de mando, se propuso la reivindicación socio-económica de los cuadros militares. Contra la injusticia practicada en los nombramientos y ascensos que desmeritaba a las nuevas generaciones de mayores, capitanes y tenientes, se imponía la aplicación de criterios profesionales para el acceso a cargos superiores dentro de la institución armada (1).
Estas inquietudes fueron recogidas por los oficiales de mayor ascendencia entre los jóvenes militares, como fue el caso de los mayores Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez, Luis Felipe Llovera Páez y Julio César Vargas quienes acababan de finalizar sus estudios en el exterior y pudieron percatarse del grado de compactación que traslucían los militares argentinos, peruanos y chilenos con los que compartieron cátedra en la escuela de artillería de Chorrillos, situada en Perú. Movidos por esa experiencia, se apresuraron a promover la constitución de una logia militar secreta que reunió en poco tiempo un número significativo de oficiales y suboficiales, cuyos propósitos fundamentales eran “renovar las instituciones y métodos de gobierno”, “crear un ejército verdaderamente profesional”, “dotado del material y demás medios morales, técnicos y económicos necesarios a su desarrollo (2).
Fue la Unión Militar Patriótica el equivalente al liderazgo que venía ejerciendo una camada de jóvenes políticos salidos a la luz pública desde 1928. La diferencia estriba en que los primeros eran el fruto de un aparato castrense organizado para defender el sistema que los segundos impugnaban. Aun así, ambos grupos coincidían en la necesidad de imprimirle vigor a un proceso de transformación política y económica que se encontraba en ciernes. Y la vía más expedita para la consecución de estas premisas fue la del golpe de estado. Afirmación de Butto y otros que ha cobrado fuerza investigativa recientemente.
En el contexto latinoamericano para el año 1943, en Argentina y Bolivia se habían dado dos levantamientos militares que revolucionaron sus respectivas estructuras políticas, los militares en ambos países constituyeron gobiernos que impulsaron programas económicos nacionalistas mediante métodos autoritarios. El escenario internacional hay una preponderancia adquirida por el sector militar durante la Segunda Guerra Mundial y la postguerra y la difusión de doctrinas políticas que exaltaban las bondades del nacionalismo y de un solapado fascismo de matices autoritarios y corporativistas, creó el marco de condiciones favorables para el ascenso de grupos castrenses con claras ansias de mando.
En opinión de Perlmutter, los golpes militares son la manifestación más certera de la ambición política de los oficiales pretorianos que hacen vida dentro de un ejército. Y su capacidad para ejecutar sus designios viene dada por distintos factores, como por ejemplo el grado de madurez y cohesión política del grupo, la naturaleza de su liderazgo y la ineficacia del gobierno a reemplaza (3).
El golpe de estado del 24 de noviembre de 1948, fue justificado ante la opinión pública como la respuesta institucional de las Fuerzas Armadas frente a la amenaza del sectarismo político y la agitación permanente de quienes habían desperdiciado la oportunidad de obrar en beneficio de toda la nación. Alegaban como prueba de su vocación progresista la oportunidad brindada a los dirigentes del único partido que consideraron comprometido con los ideales de cambio subyacente en la siglo XIX y principios del siglo XX, cumplieron un papel determinante en los procesos de profesionalización y modernización de sus respectivos ejércitos. Como parte de sus actividades didácticas, estos asesores enunciaron la estrecha relación entre el desarrollo económico y la seguridad nacional. Puntualizaban como ejemplo, la magnitud del potencial industrial de Europa y Estados Unidos que contrastaba con la incapacidad de las economías latinoamericanas para satisfacer sus propias necesidades en caso de un conflicto bélico.
EL AUTORITARISMO REPRESIVO: FORMA DISTINTIVA DE GOBERNAR.
En la medida que nuestra investigación avanzaba nos percatamos que el autoritarismo como forma de gobierno no se desliga del fenómeno del personalismo político venezolano, y este por consiguiente, se encuentra asociado al proceso histórico del caudillismo particularmente personal que se había caracterizado los anales de la historia política nacional. Para efectos de aclarar definiciones distintivas, tenemos que conceptuar caudillismo: “…como la actividad desarrollada por los caudillos al momento de representar el papel de actores primordiales del sistema político imperante en un determinado país” (Irwin, 2000: s/p).
Con esta definición solo esclarecemos que el caudillismo venezolano no se disocia del personalismo político actual (fenómeno constante en nuestra historia), más aun si este último conforma un precedente de base histórica para la historia contemporánea percibida por Buttó (4).
Desarrollar el papel primordial y representar el rol preponderante dentro de un sistema político determinado (entendido como un proceso histórico de significado personalista y exclusivo en consecuencia), genera de una forma u otra, disconformidades, adversarios, afrentas, discrepancias y malestares con uno u otros sujetos, con uno u otro sector social. Incluso, el papel primordial del personalista político involucra el acto de desconocer los principios y derechos individuales del resto, sus canales de expresión o sus derechos a ejercer, sus libertades o manifestaciones devenidas de las mismas por acotar uno de tantos significados. Y Pérez Jiménez no fue la excepción del caso personalista en su mandato.
Las múltiples inconformidades y sensaciones de malestar de la población venezolana no tenían canales de expresión social ni había libertades públicas mínimas para visibilizar las argumentaciones, quejas, manifestaciones y demandas que en disidencia estaban con la forma autoritaria de gobernar por parte del nativo de Michelena, los excesos del poder cometidos y simbolizados en la figura del Director General de la Seguridad nacional Pedro Estrada.
Este recibía instrucciones del despacho el presidente (1983: 90) en un principio, pero adquiriría cierta autonomía en cuanto a las decisiones represivas o múltiples formas de extorsión y torturas que el mismo fue refinando en su haber y quehacer cotidiano. Los canales de expresión pública fueron estrechándose en la medida que el organismo restrictivo de la Seguridad Nacional fue adentrándose y desenvolviéndose con mayor eficacia en los ámbitos de los venezolanos: conformado por sociedades, asociaciones, organizaciones gremiales y partidistas; y hasta en los núcleos familiares se introdujo el modelo político represor del gobierno.
En la medida que se tornaba restrictivo al gobernar, la fuerte censura a las correspondencias y comunicaciones enlazadas entre instituciones del gobierno con la vida civil cotidiana, medidas que como es notorio restringían de forma minuciosa las libertades públicas. Las manifestaciones públicas demandantes son prohibidas en su totalidad, asimismo, eran vetados y censurados cualquier evento que pudiese interferir con el desarrollo y bienestar de la nación, lo que no estuviese en sintonía con la postura irrestricta y univoca del pérezjimenismo era vilipendiada, censurada, entrabada o eliminada del camino dictatorial. Para nadie es un secreto que las medidas arreciaban para frenar los derechos públicos de la población en general.
Las tensiones sociales que se generaron en algunos sectores de la población vieron coartadas toda acción y reacción frente a los designios el gendarme oficial encarnado por este actor -instrumento ejecutor de los quehaceres e intereses de su jefe de Estado-. Los sectores que no se identificasen con los ideales del gobierno, y que no acatasen los preceptos únicos emitidos por la oficialidad –publicados parcialmente por Vitelio Reyes en el Nuevo Ideal Nacional- eran coaccionados, desalentados o sacados de circulación por la racionalidad perversa de la ideología autoritaria, pues “…toda ideología somete y cualifica.” Como diría Donoso (134).
Su personalismo autoritario es sui propia forma de gobernar justificando una expresión de orden social “natural” que obedece a la necesidad histórica de los pueblos de ser liderados por un personaje fuerte que no permitiera la desorganización y caos de los partidos democráticos ocurridos en el pasado.
Así pues, el gobernante personalista configura ese orden natural, representaba la expresión preclara de los tiempos de positivismo histórico encontrado y justificado en el siglo XIX, pero validado y refrendado en la imposición de ese orden social ‘particularmente’ reivindicado en la voluntad de la figura autoritaria-desarrollista de Pérez Jiménez, quien supo explotar su carácter modernizador.
De allí que Elena Plaza asevera:
“El Nuevo ideal fue la justificación política, ideología y moral del régimen del General. Fue una propuesta que planteaba un proyecto modernizador y desarrollista de la sociedad venezolana basado en el papel de las fuerzas armadas, protagonistas fundamentales de este régimen, que aspiraba superar los males crónicos de la sociedad: la miseria, el atraso económico, la ignorancia de la poblaciónn, a través del desarrollo de las potencialidades internas del país” (Plaza, 2001)
Aparte, si bien es cierto que el Nuevo ideal sería un instrumento y un mecanismo de legitimación hegemónica del poder político que le correspondió a MPJ en 1950, también conformaráa una plataforma programática capaz sobre la cual se efectuarían ciertos cambios en la conciencia nacional de los ciudadanos que cohabitaban en Venezuela, de modo que el NIN entonces fungirá como palanca de apoyo para impulsar “valores positivos” como éste y tantos otros alusivos “al resguardo del gentilicio de la patria”. (Reyes).
En el Acto de Graduación de oficiales en el Centro de instrucción de las Fuerzas Armadas el 06 de julio de 1955 emite: “Hoy, con la definición de un nuevo ideal nacional y, sobre todo, con la puesta en marcha de sus postulados, vuelve a surgir una conciencia nacional” (Pérez Jiménez: s/p). MPJ había ideado la conjugación de un gobierno modernizador sin abandonar los valores patrióticos fundamentales que la nación podía contener tal como la conciencia nacional entendido como recurso discursivo para el desarrollo del castrismo pérezjimenista.
Por una parte, el NIN proporcionó un sustento ideológico clave para la dictadura de MPJ, solo que a ésta se le adicionaban prácticas políticas legitimadoras de un orden impuesto a fin de poder alcanzar un progreso efectivamente abocado a lo social en sus diversos sentidos. Considerando en sus escritos la versión propia de un progreso histórico que posibilitase el forjamiento de una conciencia nacional en cada uno de sus ciudadanos; el progreso histórico revela en parte un progreso intelectual fundado en valores históricos que como nortes que eran se “había perdido o desalojado” temporalmente de la venezolanidad como diría Mario Briceño, motivo por el cual el elemento valorativo de la conciencia nacional representa una práctica política posiblemente favorable a los ejes de interés esbozados en el proyecto nacional de Pérez Jiménez.
(1): El Golpe de Estado del 18 de Octubre de 1945. Por: Círculo Bolivariano UK Isaías Medina Angarita. Disponible desde el 18/10/2004, Articulo en Aporrea.
(2): Luis Alberto Butto, “Octubre de 1945: Las causales militares de la insurrección”en revistaTiempo y EspacioN°41,enero-junio 2004, pp. 167-169.
(3): Amos Perlmutter y ValeriePlaveBenett,Ob.Cit., p. 17.
(4): El caudillismo seguido de personalismo político “…representó el fenómeno político de mayor trascendencia en el siglo XIX venezolano… En este sentido, la crónica política venezolana de período comprendido entre el nacimiento de la República autónoma y el establecimiento de la dictadura encabezada por el general Gómez, demostró que dicho fenómeno constituyó la base fundamental de los regímenes gubernamentales instaurados durante este lapso. La comprensión conceptual de caudillismo e puede intentar individualizando os elementos primordiales del proceso que, en acción mancomunada, propiciaron su aparición y resumieron su manifestación en suelo patrio. De estos, uno de los más importantes es la variable personalismo político, sintetizada en la propia actuación de los involucrados….lo caudillos fueron jefes guerreros cuya base de poder real se sustentó e el violento accionar de grupos armados bajo su control, movilizados de tanto en tanto como mecanismo de conquista, ocupación y mantenimiento de espacios públicos” (Butto, 2012: 4-5) (negrillas nuestras).
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