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Rafael Ramírez: Maduro destrozando el país y la obra de Chávez, ha abierto las puertas al fascismo (Opinión)

Blackout es un término técnico operacional que describe con mayor precisión que el de «Apagón», lo que está sucediendo en nuestra patria

Primicias24.com (Opinión)- Blackout es un término técnico operacional que describe con mayor precisión que el de «Apagón«, lo que está sucediendo en nuestra patria.

Desde el día 7 de marzo, el país quedó a oscuras debido al colapso total del sector eléctrico nacional, que arrastró consigo todos los servicios básicos, trayendo angustia y mayor deterioro de las condiciones de vida de la población, ni hablar de la afectación al aparato productivo, la defensa, o los problemas de seguridad. El país quedó paralizado y traumatizado.

Al momento de escribir, la mayoría del territorio nacional ha estado a oscuras por más de 40 horas, con excepción de algunas zonas de Caracas y otras áreas urbanas, donde el servicio se ha venido restableciendo de manera inestable. No sé si cuando publique este escrito seguirá el país en penumbras, aislado del mundo. Es insólito y muy grave.

Un «blackout«, es cuando colapsa la totalidad de una instalación o sistema operacional, de alta complejidad, bien porque su confiabilidad es baja, o porque no existen ni contingencias, ni protecciones, ni las alarmas funcionan adecuadamente, un sistema vulnerable que, ante un falla en algún eslabón clave del sistema que genera una sucesión de eventos, que se producen tan rápido o violentamente, que quedan fuera del control del operador.

Ya no se trata entonces de una falla, sino de un evento cualitativamente distinto: fallas en cascada a una velocidad tan alta que sobrepasan las posibilidades de respuesta, y cuyo resultado es el colapso total del sistema, su completa paralización.

En este tipo de eventos, se debe actuar de inmediato según procedimientos preestablecidos, identificando y resolviendo la falla de origen y reponiendo todos los sistemas, uno a uno, con criterio de emergencia, ya que el mismo debe levantarse en cuestión de horas.

Estoy seguro que los trabajadores de Corpoelec han estado abocados a resolver este colapso operacional. Colapso que ellos mismos han advertido innumerables veces, y que, paradójicamente, les ha costado, persecución, despido y prisión, a muchos de ellos. También estoy seguro que la dirección del sector, no sólo carece del conocimiento y capacidad, sino que están perdidos y sobrepasados por los eventos.

Los trabajadores, ingenieros, técnicos y obreros, saben que no se trata de ningún sabotaje, ni la acción comando de algún ¨general de twitter¨. Aunque el sector ha presentado problemas estructurales desde siempre, ha sido durante la pésima gestión en estos años de madurismo que el sector ha venido fallando de forma progresiva y frecuente hasta el colapso total.

Un sector estratégico bajo la dirección incompetente e indolente de uno de los grupos de poder del madurismo, de los «panas«, donde se persigue a los trabajadores, se toman decisiones equivocadas o no se toma ninguna; ha tenido de manera permanente a regiones enteras del país sufriendo la calamidad de los cortes de luz, los apagones, achacándole las fallas a cuanta iguana o sabotaje se les ocurra decir. Hoy hablan de «una guerra eléctrica«, lo dicen sin ninguna vergüenza, creen que el pueblo es pendejo.

En todo caso, el sector eléctrico, por su carácter estratégico, se preparó durante el gobierno del presidente Chávez, para la contingencia de un conflicto o ataque externo al sistema, tomando las previsiones de diversificar las fuentes generadoras, a través de la incorporación de más de 4.000 MW de generación termoeléctrica, para crear suficientes capacidades en las distintas regiones y sectores estratégicos del país, y disminuir la dependencia del Guri.

Ahora, no sólo ha colapsado la generación hidroeléctrica desde el sur y los sistemas de transmisión que atraviesan el país, incluyendo muchas subestaciones y los sistemas de distribución, sino que las grandes centrales termoeléctricas, que con tanto esfuerzo instalamos y entregamos a Corpoelec para su gestión, o en PDVSA, o en las Empresas Básicas, la mayoría están fuera de operación, bien por falta de mantenimiento, cambio de repuestos, canibalización de sus partes y deterioro de sus instalaciones de servicios, o porque no hay combustible diesel, ni gas.

Este colapso sucede a pesar de que la demanda eléctrica nacional ha caído de manera importante, de un máximo de 18.600 MW en 2011 a menos de 13.600 MW actualmente, justamente por la contracción de la economía acumulada de más del 50% del PIB en este período, por lo que, estos sistemas, si estuviesen bien mantenidos, deberían ser suficientes para garantizar, al menos, esta demanda reducida.

Pero además, el sistema eléctrico colapsó y no entraron en operación las cientos de plantas eléctricas de gran capacidad, de generación distribuida, que en forma planificada se instalaron en los sitios estratégicos del país: estaciones de bombeo, hospitales, centros de telecomunicaciones, aeropuertos, distribución de combustibles. Nada está funcionando.

La tesis del sabotaje luce como una excusa más, el discurso para movilizar a los muchachos, pero en realidad, en cualquier circunstancia, hay una falla grave de todo el sistema, y no funcionaron los sistemas de contingencias. Pero «el sabotaje», excusa todo y le sigue echando tierra a la realidad de la incompetencia del gobierno y la peligrosa vulnerabilidad de la Patria.

Nadie del gobierno informa que está sucediendo realmente, ni actúa en defensa de la población. El ciudadano no sabe a qué atenerse. Mientras tanto, no hay agua, no hay telecomunicaciones, los enfermos en terapia intensiva o con graves afectaciones de salud mueren, los niños recién nacidos que necesitan asistencia neonatal también. Mucho hospitales no pueden recibir la asistencia de emergencia; en la maternidad de El Valle, el personal médico hace actos heróicos para salvar la vida de los niños, porque no funcionan los respiradores; los medicamentos se dañan, los alimentos también, la población buscando hielo para preservar alimentos o medicamentos.

Las noches, sobre todo en las zonas populares de las grandes ciudades, transcurren en zozobra entre los disparos, gritos e improperios, y la acción de grupos armados de cualquier tipo, parece una zona de guerra.

Ante esta situación de caos y emergencia nacional el pueblo está solo, más allá del twitter y la propaganda, el gobierno está paralizado. Actúa más como un partido político, que como un gobierno.

Es su responsabilidad acompañar al pueblo en esta emergencia, ha debido estar en la calle, con sistemas portátiles en los hospitales, ayudando, patrullando, dando seguridad, ofreciendo los profesionales, las capacidades logísticas del gobierno, las empresas del Estado y la Fuerza Armada Bolivariana. Dónde están los dirigentes del gobierno? Dónde están los grupos de salvamento, auxilio, apoyo? No basta con declarar, hay que actuar!

Maduro está escondido, tiene miedo a un atentado, se mueve y vive encapsulado, los ministros no dan la cara porque no tienen el liderazgo, no pueden estar en la calle, sino en ambientes controlados.

¿Dónde está el PSUV?, debería estar con el pueblo, ayudando, metiendo el hombro, informando.

Nosotros, en el gobierno del presidente Chávez, sufrimos el Sabotaje Petrolero, uno de verdad, ejecutado por la «meritocracia petrolera». Entre diciembre 2002 y enero 2003, el Sabotaje Petrolero, paralizó el corazón de la patria; todo era un caos, no había gasolina, ni gas, las refinerías y la producción saboteadas, sólo produciamos 23 mil barriles día de petróleo a inicio de 2003; la oposición estaba en la calle, violenta, el paro patronal dejó al país sin alimentos y servicios.

Pero allí estaba el Presidente Chávez en la calle, en combate y con él nosotros, sus ministros, dando la cara, al frente de las operaciones de recuperación de PDVSA, todos juntos, los gerentes y trabajadores (muchos de los cuales hoy son secuestrados políticos del gobierno), enfrentando la violencia política, el caos de la oposición golpista.

Con nuestros oficiales y soldados patriotas, junto a los trabajadores y al pueblo, fuimos recuperando una a una las instalaciones, los servicios: Yagua, Puerto La Cruz, Jose, El Palito, el CRP, Amuay-Cardón, el Pilín León, toda nuestra flota de transporte, nuestros buques, la producción en Oriente, en Occidente, el gas.

Fuímos normalizando al país, informando, explicando la gravedad de la situación, pero a la vez, recuperando la normalidad, a pesar de los ataques y la violencia; nosotros estábamos resteados con el pueblo, con la Patria, con Chávez, en defensa de todos los venezolanos, fueran del color que fueran, se trataba de nuestra soberanía e independencia.

Que diferencia con la situación actual, no me vaya a decir ningún madurista que es que el «precio estaba a cien dólares el barril«, ni que todo eso fué «una fábula» como le gusta repetir a Herodes. No, era la situacion mas dificil posible, no solo la producción estaba en 23 mil barriles dia de petróleo, y el precio estaba en menos de 22 dólares el barril, sino que veníamos de un Golpe de Estado y había un paro total de Fedecamaras.

Pero nosotros teníamos razones sagradas para luchar, había ideas, pasión, valor, moral y ética ante el pueblo. Chávez nunca mintió, nosotros nunca le mentimos al pueblo, nunca engañamos al país. Eran tiempos de Revolución.

Ahora, no hay gobierno que dé la cara, no hay un jefe. Los voceros del madurismo sólo insisten en culpar al sabotaje, a la «guerra eléctrica» (otra guerra más), en un sector que está completamente militarizado desde hace tiempo. Se impone la lógica del twitter, se manipula y oculta la verdad.

Los ministros del gobierno, sus voceros, dirigentes del PSUV, repiten, sin pensar, la tesis del «ataque imperial» al sector eléctrico, algo que, de ser cierto, deberían demostrar y explicar al mundo, pero no, «se sabrá porque dios está con nosotros«.

Con este argumento, cómodo para ellos y que no da espacio a la discusión, siguen dejando que el gobierno haga lo que le dé la gana, improvisando, se sigue imponiendo la absurda tesis de «lo que maduro diga«, siguen de espaldas al sentimiento popular, cada vez más lejos e indolentes con el pueblo.

Se sigue profundizando el sentimiento de desesperanza, desespero, frustración, el caldo de cultivo para que cabalgue a sus anchas el odio y la rabia. Los disociados del twitter y redes sociales, aprovechan esta indolencia del gobierno, esta ausencia de la política, para avanzar en su prédica contra Chávez, que al final, está pagando los platos rotos del desastre madurista.

Esta situación disfuncional del país, deja la conducción del pueblo a los sectores extremistas que piden revancha, «ojo por ojo», invasión extranjera y un largo etc., tan peligroso como dañino a la sociedad y el país.

Esta posición antinacional avanza, cabalga sobre el desastre madurista y se llevara por el medio a los chavistas, a la oposición y a los intereses de la patria.

Son los sectores que aplauden una decisión injusta y absurda de un tribunal arbitral contra el país y a favor de la «Conoco Phillips», que aprovecha justamente la debilidad del país para patearlo. Que piden abiertamente la entrega de la patria, del petróleo a las transnacionales, claman por una intervención extranjera, un ataque militar o cualquier otra aventura que los pueda llevar a ellos al poder, sin importarles que después tengamos años de guerra y desestabilización.

El peor daño que ha hecho Maduro es que, destrozando el país y la obra del presidente Chávez, ha abierto las puertas al fascismo y un sentimiento antinacional, como nunca antes había sucedido en nuestra historia.

Más allá de lo que ha sucedido en el país desde el pasado 7 de marzo con Corpoelec y el apagón, lo grave y preocupante es que éste es un hecho más de una serie de eventos en cascada, ya fuera de control, que están llevando el país a un colapso total, a un «blackout» sumamente peligroso para nuestra soberanía e integridad territorial.

No sólo es la inoperatividad de Corpoelec, el «apagón» de marzo, nó: primero, fue la persecución y destrucción de PDVSA, el colapso de la producción de petróleo; fue el paquetazo y destrucción de la economía: la hiperinflación, la contracción de la producción, la mega devaluación, la destrucción de la moneda y el valor del trabajo.

Luego, fue el éxodo de más de 3 millones de venezolanos; el desmantelamiento de la Misiones Sociales y el retroceso a niveles absurdos de pobreza y pobreza extrema, el aumento de la desigualdad e injusticia social; el colapso del transporte público, de la distribución de agua, de las bombonas de gas y los racionamientos de gasolina; el colapso en la producción y distribución de alimentos y medicamentos; la inseguridad y proliferación de los pranes, ahora aliados del gobierno.

No sólo es un ¨blackout¨ en el área económica y operativa del país, de los servicios públicos y el ámbito social, ha sido también un colapso de la política: la violación de la Constitución, la imposición de la Constituyente, que ha pasado todas las líneas rojas posibles, la lobotización del PSUV, la censura, el miedo, la imposición de mecanismos de control social.

El asalto y destrucción de las instituciones: la Fiscalía, el Poder Judicial; los cientos de muertos por la violencia política en las calles, los secuestrados políticos, los exiliados; los asesinatos políticos, como el reciente caso del joven militante chavista Alí Domínguez, los muertos en custodia; los pactos, la cloaca de la política , el peligroso baile al borde de la hoguera de la muerte.

Acabaron con la política, con las ideas, con el debate, con la ética, nos llevaron al borde del abismo.

Ya el madurismo no puede ocultar su incapacidad para gobernar o controlar el país. Las acciones, tan dañinas, de su nefasta administración, han venido debilitando de tal manera a las instituciones, economía y empresas fundamentales, que todo está disfuncional, el caos es la regla, el «blackout» del país.

Tenemos que detener esta locura antes de que sea demasiado tarde, antes de que no podamos sostener lo que queda de patria, a Maduro se le acabó el tiempo y nos conduce al fascismo, a la intervención extranjera.

Sólo una Junta Patriótica de Gobierno, que incluya a todos los sectores nacionales, patriotas, que restablezca la unión cívico-militar, será capaz de movilizar a todo el pueblo venezolano y ponerle punto final a este desastre, que no es patriota, ni bolivariano, ni chavista, ni siquiera es bueno y mucho menos revolucionario, sólo ha derrumbado los cimientos de la Patria, debilitándola como nunca antes, triste papel de la malinche del país, quien se aferra al poder y negocia como puede antes que el diablo se de cuenta que han muerto.

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