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Opinión

Rafael Simón Jiménez: Guaidó y lo que viene (Opinión)

«A lo largo de casi veinte años de desastre chavista, el pueblo venezolano ha dado reiteradas demostraciones de su indoblegable beligerancia democrática»

Primicias24.com- A lo largo de casi veinte años de desastre chavista, el pueblo venezolano ha dado reiteradas demostraciones de su indoblegable beligerancia democrática y de su irrevocable decisión de no dejarse imponer una dictadura represiva y ruinosa, constituyéndose en un muro infranqueable para los despropósitos del régimen.

A sido una prolongada lucha, llena de aciertos y errores, de éxitos y traspié, de victorias y derrotas, que han pavimentado un largo camino que ahora a comienzos de 2.019 ha comenzado a fructificar cuando el pueblo martirizado y supliciado, hambreado y depauperado, se ha insuflado de un nuevo espíritu y ha tomado las calles de Venezuela para exigir el fin de un gobierno cuyas olímpicas muestras de insensibilidad, ineficacia y pillería, se traducen en la destrucción del País, y en las condiciones de vida infrahumana de sus habitantes.

En esta nueva jornada de activismo y movilización, bajo el protagonismo de los ciudadanos y con una cada vez más protuberante solidaridad de la comunidad democrática internacional, ha jugado un papel  principalísimo la Asamblea Nacional, y su Presidente el diputado Juan Guaido, quienes ejercitando su incuestionable legitimidad democrática, se han colocado al frente de las exigencias colectivas resumidas en el cese de la usurpación del poder ejecutivo, la designación de un gobierno de unidad nacional de transición que conduzca al país en el menor plazo posible a unas elecciones libres y limpias donde el conjunto de los venezolanos soberana y libérrimamente decidan el destino de la Nación.

Guaido, cumpliendo funciones de mandatario provisional, se ha constituido en el líder de un gran esfuerzo colectivo por la reconquista de la libertad y la democracia en Venezuela. Sus actuaciones transparentes y atinadas, han tenido la fuerza inspiradora y motivadora para entusiasmar y esperanzar a millones de compatriotas que hastiados de la tragedia que nos abarca a todos, han seguido sus mensajes y directrices para desafiar a un régimen que carente de todo apoyo popular ha exacerbado su capacidad  represiva y criminal para sostenerse mediante un uso inmoral e indiscriminado de la violencia al amparo del respaldo del alto mando militar y el malandraje armado que al alimón, ha puesto toda su saña sobre el pueblo inerme e indefenso.

Sin embargo, no es fácil una lucha libertaria a todas luces asimétrica, donde un régimen moribundo en sus estertores despliega toda su capacidad sanguinaria, ignorando los pedimentos humanitarios de una población que exige el acceso a comida, medicamentos, servicios y bienes elementales. Las recientes jornadas de movilización,  han dejado en claro que solo una lucha sostenida y constante en las calles de Venezuela, un respaldo cada vez más efectivo de la comunidad internacional, y la erosión y la descomposición de un régimen decrepito, pueden conducirnos a una transición hacia la reconstrucción democrática de Venezuela.

Ahora bien la perseverancia en el combate libertario, tiene que ser visto como una tarea colectiva donde cada día se incorporen mayores sectores, se ensanchen las organizaciones y fuerzas civiles, se aísle  y cerque al gobierno, obligándolo a ceder ante la presión nacional e internacional. Por supuesto que en la dirección y orientación de esa lucha, Guaido y la Asamblea Nacional juegan un papel de primer orden, pero sería un grave  error pretender descargar sobre ellos toda la responsabilidad, en un proceso cuyo éxito solo puede ser el resultado de una tarea asumida por el conjunto de los venezolanos.

Lamentablemente en nuestro imaginario histórico colectivo, siempre se suele privilegiar la esperanza del hombre milagroso, providencial, predestinado a salvar al País, sin darnos cuenta de que buena parte de nuestros males descansas sobre esa concepción absurda que siempre deriva hacia el personalismo, el caudillismo y el militarismo que tantas desgracias nos han traído, sin darnos cuenta de que solo la acción colectiva, la conciencia cívica, la movilización ciudadana, y la decisión y la  conciencia de todo un pueblo, pueden partear la nueva Venezuela democrática. Libre, prospera y justa.

Juan Guaido, en su condición de Presidente de la Asamblea Nacional, y mandatario encargado de Venezuela, tiene sin duda un papel fundamentalísimo en la conducción y liderazgo de esta etapa del proceso que todos debemos respaldar, pero pretender que su sola figura puede generar los cambios que impostergablemente requiere Venezuela, es sobre estimar su papel y sobre todo no entender que la salvación de Venezuela recae sobre los hombros de todos los ciudadanos.

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