Primicias24.com(Opinión)- La acción del gobierno de Maduro ha sido marcadamente contraria a los intereses de la clase trabajadora. Ha sido una administración que ha desmantelado los avances obtenidos por dicha clase en décadas de lucha sindical y que ha echado por tierra la reivindicación de los obreros como clase social activa en las profundas transformaciones vividas por el país durante el período Bolivariano.
Los trabajadores han estado llamados a colocarse a la vanguardia de cualquier proceso revolucionario, en particular cuando se trata de construir el socialismo. Son ellos los que pueden prefigurar en el trabajo, el nuevo tipo de relaciones de la sociedad futura, aquella que superará las relaciones económicas y espirituales de las sociedades sustentadas sobre la explotación del hombre, la apropiación del trabajo y el egoísmo. Es sin duda, un estamento social fundamental en el desarrollo de un país cuyo bienestar se sustente en el trabajo, en el esfuerzo colectivo.
Este Gobierno ha golpeado los intereses de los trabajadores de tal manera que hemos retrocedido a situaciones previas a la IV República, donde se han esfumado, así, como si nada, las Contrataciones Colectivas, el salario, las prestaciones sociales, los beneficios y protección social; además la libertad sindical y el derecho a huelga, favoreciendo la explotación brutal del trabajador y retrogradando al país a relaciones de producción atrasadas, salvajes y profundamente injustas.
Las relaciones de trabajo en Venezuela han sido llevadas a un punto que serían la envidia de cualquier gobierno autoritario, neoliberal, muy parecidas a las relaciones de trabajo impuestas por las dictaduras del cono sur durante los años 70.
Otro elemento característico de la situación actual, es que, en este modelo retrogrado que se ha impuesto al país, se ha destruido el trabajo como factor de creación de riqueza para la sociedad. Ya no hay trabajo alguno, no hay producción de nada, ni de petróleo, ni alimentos, ni manufactura de insumos básicos, ni industrial.
El gobierno se ha dedicado a entregar los recursos naturales, especialmente el petróleo, el gas, el oro y cuánto mineral puedan llevarse de nuestro territorio, todo lo que se pueda transar, entregar, con una explotación salvaje, una mínima inversión. Es el saqueo total. No hay procesos productivos, por ende no hay generación de riqueza, hay una pobreza que nos asola.
Esta afirmación se constata en la dramática caída del Producto Interno Bruto -PIB-, del país durante este periodo de desastre. Desde el año 2014 se ha venido acumulando una caída del PIB del 63%. Esta estadística devastadora, indica que no hay trabajo, nadie está produciendo.
La contribución de la actividad petrolera al PIB ha sido históricamente del 12%, quiere decir que, sacando el efecto de la destrucción de la industria petrolera como un factor que influye en esta caída, el resto de la actividad productiva del país, el 88% restante: la construcción, manufactura, agricultura, agroindustria, industrias básicas, metalúrgica, químicas, etc. se vinieron abajo, se desplomó nuestra actividad productiva.
Por otra parte, las últimas estimaciones económicas del país indican un desempleo de más del 35%, una pobreza del 81% de la población, un salario mínimo mensual de 1,7 dólares, una emigración de 3.7 millones de venezolanos.
Datos recientemente conocidos precisan que una familia venezolana promedio de cinco miembros necesita más de 600 dólares mensuales para subsistir, y, en consecuencia, se prevé una caída histórica del consumo en niveles superiores a 70%. Son cifras de hambre.
Tenemos un país empobrecido, desmantelado, paralizado. Este es el país de maduro, del no-trabajo, que se sostiene con base en el saqueo de los recursos naturales y con las remesas que ahora envían los venezolanos desde el exterior.
El modelo madurista ha hecho “caída y mesa limpia” con los derechos de los trabajadores, sus conquistas. Veamos cómo se desarrolla esta política:
– El 17 de agosto de 2018, en su anuncio del paquetazo económico, maduro utilizó el artificio de quitarle 5 ceros al bolívar fuerte para crear el llamado “bolívar soberano” y anclarlo al “petro-espectro”. Inmediatamente reconoció el valor del tan criticado dólar paralelo de “Dólar Today” y a partir de allí se estableció un nuevo sistema cambiario, utilizando la tasa Dicom. Todas estas maromas, enrevesadas a propósito para confundir al ciudadano, se materializaron en una mega devaluación de la moneda y un reconocimiento de su estruendoso fracaso en la conducción de la economía y del gobierno. Los muchachos de “15 y último” han estudiado el comportamiento del nuevo signo monetario y la increíble carrera devaluacionista del gobierno, donde la variación del tipo de cambio desde el 20 de agosto de 2018 al 22 de abril de 2019 ha sido de 8.566%, una carrera en la que solo han perdido los trabajadores.
– Ese día, en medio de acusaciones de que el gobierno de Chávez estaba plagado de “falsos positivos del socialismo”, entre excusas y las incoherencias discursivas de siempre, maduro borró, así de un plumazo, todos los beneficios y el ahorro de los trabajadores. Es decir, el sueldo, utilidades, caja de ahorro y prestaciones se desvanecieron, devorados sin remedio por la hiperinflación y la devaluación , se perdió el producto de años de trabajo. Maduro esfumó los beneficios de los trabajadores. ¿A quién favoreció esta medida? Solo a los empresarios, empleadores y transnacionales que operan en el país, que vieron como en un solo anuncio presidencial, redujeron en casi su totalidad los compromisos económicos que por ley tenían con sus trabajadores. Me comentaba un compañero trabajador en una conversación que teníamos con un grupo de obreros, que cuando el presidente Caldera borró la retroactividad de las prestaciones sociales, al menos hubo una “comisión tripartita”, donde los trabajadores pudieron decir algo respecto a esta medida, pero ahora, me decía el compañero, “a nadie se le consultó nada, nadie discutió, ni se evaluaron las consecuencias, ni el efecto devastador para el ahorro y la seguridad social de la clase trabajadora”. Nada, ese es el tipo de “discusión nacional” que es práctica del gobierno, como dice el psuv es “lo que maduro diga”.
– Ese 17 de agosto, maduro reconoció que había estado imprimiendo dinero inorgánico, “porque así es la vida”, y juró que no lo haría más, prometiendo disciplina fiscal, con una meta de “déficit cero”, acompañada con un incremento del IVA, el impuesto regresivo por excelencia, llevándolo del 12,5% a 16% uno de los más altos de América Latina. Pocos días antes de su alocución, maduro ya había había firmado el Decreto N° 3.569 exonerando a PDVSA y a las transnacionales del pago de impuestos petroleros. En nuestro artículo “El paquetazo del fracaso”, nos preguntamos ¿cómo haría el gobierno para alcanzar esta meta neoliberal, si no había producción de petróleo y además exoneraba de impuestos al sector? La respuesta vino a las pocas semanas: se inició una abierta ofensiva anti obrera en la administración pública y las empresas del Estado. De repente, así a lo bravo, a pesar de que nuestra Constitución garantiza la progresividad de los derechos laborales, se desconocieron las convenciones colectivas de los trabajadores públicos, se impuso una sola tabla; se borraron beneficios conquistados durante años de lucha sindical; se desconocieron los incentivos a la formación, preparación, el conocimiento ¿para qué estimular la formación, preparación, el esfuerzo, si este es un gobierno de mediocres? El gobierno ha asumido para sí la consigna franquista de “muera la inteligencia”, como lo describe muy bien el Toby Valderrama en su artículo del mismo nombre, donde se refiere al maltrato a las universidades del país, donde un profesor titular tiene una jubilación de 8 dólares.
– Para imponer esta política anti obrera en las empresas del Estado, en la Administración Pública, maduro ha utilizado a los militares, sobre todo al componente de la Guardia Nacional. Éstos creen que están en un cuartel, en un territorio donde los trabajadores son enemigos, sospechosos, indeseados: se les maltrata, atropella, se les escamotean sus derechos, se les humilla o sencillamente se les bota, sin el más mínimo respeto por la Ley del Trabajo, ni mucho menos por la dignidad de los trabajadores. Estos señores generales se rodean de incondicionales, aduladores y sumisos de todo tipo. Utilizan grupos proto-fascistas que vigilan, acosan, persiguen y reprimen cualquier reclamo legítimo de los trabajadores. Utilizan a los muchachos de “chamba juvenil” para sustituir trabajadores calificados, para dividirlos.
– También está el recurso, más preciso, dirigido contra los líderes obreros, de levantar falsas acusaciones, expedientes de corrupción, conspiración; o, sencillamente, llevárselos presos. Ahora las cárceles están repletas de trabajadores de todos los sectores: petroleros, eléctricos, del Metro, de las empresas básicas, y de las empresas privadas ¿Dónde están los trabajadores presos-secuestrados por el gobierno? ¿Por qué se los llevan a instalaciones militares? Por otra parte, ahora los “pranes” son utilizados para amedrentar trabajadores o líderes obreros, en estados como Aragua y Carabobo, las pocas Contrataciones Colectivas que hay, se discuten y deciden en Tocorón. Nadie actúa, no hay gobierno.
– Los generales o ministros de turno, para contener a los trabajadores, utilizan de aliados a los sindicalistas corruptos del madurismo. Allí están acordando de espaldas a los trabajadores pírricos beneficios, haciéndose los locos ante las violaciones a la ley, mientras les piden sacrificios y paciencia a los trabajadores porque “aquí no habrá elecciones sindicales, ni Convención Colectiva”.
– Ante cualquier protesta o disconformidad de los trabajadores, la respuesta de los administradores, jefes de despacho, o los mismos ministros es: “si no te gusta te vas”, o “no te doy caja Clap”, “te suspendo el sueldo” o “vas preso”. En el Ministerio del Petróleo arremetieron contra las maestras del preescolar La Alquitrana; a las enfermeras del Ministerio de Salud las reprimieron, sin importarles la noble función que cumplen para los niños o los enfermos.
– Cuando el amedrentamiento y el “control interno” no es suficiente, entonces, actúa el Sebin, Dgcim, hasta el Faes. Todo el aparato policial y de inteligencia del Estado está a disposición de la represión de los trabajadores.
– Este gobierno acabó con el derecho a huelga. No se permite. Los obreros que protestan se arriesgan a lo que sea: prisión, represión, despidos, violencia física.
– El Ministerio del Trabajo, es una entelequia, así como la Fiscalía. Se hacen oídos sordos, ciegos, mudos, ante las permanentes violaciones de los derechos de los trabajadores. Es que el ministro que está allí, está para hacer “lo que maduro diga”, no lo que mande la ley.
Todo esto es ilegal, contrario a la Ley Orgánica del Trabajo que el comandante Chávez firmó, como su último acto de reivindicación de los trabajadores. Es contrario a nuestra Constitución y viola los tratados internacionales suscritos por Venezuela ante la Organización Internacional del Trabajo.
Este gobierno anti-obrero, con su presidente anti-obrero, al desmantelar el sistema de beneficios y protección social de los trabajadores, prepara el terreno para seguir entregando el país al capital transnacional. Está creando las bases y condiciones para su modelo capitalista-autoritario de derecha. Le ha escamoteado, ha transferido al sector empresarial las prestaciones, el ahorro, el trabajo de la clase obrera. Ha pretendido alcanzar su meta neoliberal de “déficit cero” a costa de los trabajadores de las empresas del Estado. Ha dividido a los trabajadores, los ha desmovilizado, de toda la Administración Pública, sin importarle el Estatuto y Ley especial que la rige. Ha destruido las capacidades productivas, el trabajo, ya éste no es un valor en la sociedad, ni el conocimiento, ni el estudio.
Tal vez el daño más grande a todo el país, ha sido quitarle a la clase obrera su ímpetu transformador, su protagonismo en el hecho económico, político y social. Se suponía que la clase obrera sería el germen del nuevo tipo de relaciones en la sociedad. La otrora clase obrera Bolivariana, rebelde, solidaria, altruista, la que derrotó el sabotaje petrolero, la que confrontó la violencia política, la que adquirió conciencia del deber social, del interés colectivo, patrio, no existe más. Hoy sale del país, abandona sus puestos de trabajo, sus fábricas desmanteladas, se mantiene en silencio, con miedo, dividido.
Compañer@s trabajadores, este primero de mayo no hay nada que celebrar. Este primero de mayo debe ser una jornada de combate, retomar su rol histórico: la clase obrera será la partera de la historia, la vanguardia de la revolución bolivariana.
Yo los conozco, los he visto, me he maravillado de su esfuerzo, su trabajo, a veces en condiciones tan duras, pero siempre afectuosos, solidarios, llanos, humildes, con una claridad política envidiable, un instinto de clase que está allí, siempre bolivarianos, chavistas: desde los muchachos en las lanchas del lago de Maracaibo, en las plataformas, en las gabarras, pasando por los trabajadores del Coloso de Paraguaná, del Palito, la Refinería de Puerto La Cruz, el Batallón Faja, la Plataforma 4 de febrero, hasta los taladros de la sabana que solían llegar a las entrañas de la patria para construir un nueva con el petróleo que brotaba de ellas; los trabajadores del acero, del aluminio, hoy con sus hornos y celdas apagadas, a todos los trabajadores, los de PDVSA, Corpoelec, el Metro, la UCV, las plantas de tubos, el Ministerio de Petróleo, Cancillería, la CVG, SIDOR, Ferrominera, de las cementeras; todos trabajadores de la patria, hombres y mujeres que se han echado al hombro a un país entero.
No es tiempo de celebrar, tampoco de lamentaciones, levanten la mirada, vean al futuro, atiendan al llamado de sus conciencias, solo la unidad y lucha de la clase obrera volverá a poner los intereses de la patria por sobre la miseria y el desastre. No podemos apoyar las políticas anti obreras y entreguistas de este gobierno, pero tampoco nos sumaremos al coro de los que quieren horadar el suelo patrio y aplastar a los humildes. Serán ustedes, los que tengan que mostrar el camino, volver a Chávez, al socialismo, ser leales a sus propios intereses de clase que al final son los de todo el pueblo, vencer el miedo, dejar la tristeza atrás y prepararse para la lucha por un futuro luminoso para todo el pueblo, una sociedad solidaria, donde el trabajo liberador del hombre sea el pilar de la Patria ¡Venceremos!
Rafael Ramírez.
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