Primicias24.com- En el artículo anterior “La destrucción de PDVSA”, mostramos números contundentes sobre el estado y fortalezas de la empresa, tal como la entregamos a maduro en agosto de 2014. Existe abundante información sobre la situación de la industria, luego de 10 años de nuestra conducción (2004-2014).
Estos datos son números incontestables, reales, auditados de acuerdo con la normativa internacional vigente para empresas petroleras, las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), por la prestigiosa firma internacional de Auditores Externos KPMG, reconocida en el mundo entero por su trabajo y transparencia. Estas cifras pueden ser objeto de análisis y verificación por cualquier ciudadano, institución o universidad del país.
Desde que asumimos la conducción de la empresa, el 10 de octubre de 2004, hasta agosto de 2014, uno de nuestros principales empeños y objetivos fue siempre el de hacer una gestión transparente y de cara al país; sujeta siempre al escrutinio público y a las distintas instancias de control de la empresa establecidas por la ley. Por ello, de manera escrupulosa, nos subordinamos y sometimos a los procedimientos, normas, leyes y mecanismos de rendición de cuentas.
Los ministros que me acompañaban en la Asamblea de Accionistas de la empresa eran testigos y pueden dar fe del proceso de revisión de los resultados de la misma, la rendición de cuentas que la Junta Directiva hacía, de su desempeño , donde se brindaba información de la situación y desarrollo de la industria, además que hacían sus comentarios y observaciones, las cuales nunca faltaban y eran atendidas oportunamente.
Todos los sectores relacionados con la industria petrolera pueden dar fe, y seguro recuerdan, nuestros eventos anuales de rendición de cuentas de PDVSA en el Salón Simón Bolívar de La Campiña, donde yo mismo, como presidente, exponía de manera pública, con presencia de los medios de comunicación, las autoridades del Estado, nuestros socios privados, el sector financiero y los trabajadores, nuestros resultados correspondientes al año fiscal que culminaba.
Estas exposiciones eran acompañadas con la presentación y publicación de los Estados Financieros de la Empresa, auditados por KPMG, incluyendo sus notas y observaciones, así como, su opinión general sobre el estado financiero de la compañía .
También se escuchaba y hacía público el Informe del Comisario Mercantil, representante del ministerio de Petróleo. Estas presentaciones se hacían ante un público conocedor de la materia, nuestros socios internacionales, el sector financiero y autoridades de instituciones del Estado.
Por otra parte, cada año se recibían observaciones emanadas de la Contraloría General de la República, producto de la actuación de su Oficina de Auditoría Fiscal, que operaba dentro de las propias instalaciones de PDVSA, y que tenía acceso a todas las actuaciones y procedimientos de ésta y de las leyes a las cuales está sujeta.
Finalmente, el periplo de rendición de cuentas también incluía la presentación de nuestros resultados e informes de gestión ante la Asamblea Nacional, que los remitía a la Comisión de Energía y a la Comisión de Contraloría, para su aprobación.
Como responsables de la administración de la empresa, acudíamos personalmente ante dichas comisiones, para aclarar cualquier duda del órgano legislador, que tiene dentro de sus facultades el control de la gestión gubernamental.
Nos empeñamos, yo personalmente insistía en ello, en que toda la información relativa a la gestión de PDVSA fuese del conocimiento de las autoridades, comenzando por el propio presidente Chávez, quien estaba informado al detalle y casi a diario, del desempeño de la empresa, al ministerio de Finanzas y al Banco Central, con los que, de manera semanal, revisábamos los aportes fiscales del sector petrolero, impuestos y regalías, nuestros socios y relacionados, los reportes a la OPEP, así como, y de manera fundamental, al público.
Por ello, publicábamos nuestros Estados Financieros, nuestros Informes de Gestión y nuestros balances por todos los medios posibles: imprimíamos y distribuíamos miles de estas publicaciones, que además eran de acceso libre a través de nuestra página, así como, de la del ministerio de Petróleo.
Siempre estábamos en contacto con los medios de comunicación nacionales e internacionales, medios especializados que siempre encontraban información o respuesta a sus dudas o inquietudes. Era de nuestro mayor interés que nuestra gestión fuese conocida, y mostrar al país, al Estado y al sector petrolero internacional, el estado financiero, resultados y gestión de la empresa más importante de Venezuela.
Yo los invito a revisarlos, más allá de cualquier posición política o lejos de los prejuicios que nublan el entendimiento; reto a maduro a que hagamos un debate sobre lo que ha sucedido en la industria petrolera, pero más allá de su disposición o no a discutir abiertamente y de cara al pueblo venezolano, me parece de lo más importante, abrir un serio debate en el país de lo que ha pasado con nuestra principal empresa, nuestra punta de lanza, estandarte de nuestra economía e instrumento de soberanía nacional: PDVSA.
En cualquier debate serio, donde prevalezca el respeto y el profesionalismo, se puede desmontar la burda patraña del madurismo y de algunos sectores irracionales de la oposición, que acusan a nuestra gestión (2004-2014), durante el gobierno del presidente Chávez, de la destrucción de PDVSA.
En algún momento, cuando pongamos de un lado el odio y la manipulación mediática, podremos y debemos desenmascarar lo que ha sucedido en nuestra empresa, a partir de agosto de 2014, hasta nuestros días: cómo maduro y sus equipos al frente de la misma, la han destrozado, han degollado la gallina de los huevos de oro y la han conducido al colapso, con la subsecuente ruina y crisis económica de un país que, de la noche a la mañana, se quedó sin el 96% de sus ingresos en divisas: la renta petrolera.
Como señalaba en el artículo anterior de esta serie, si no entendemos o nos aproximamos a la cuestión petrolera, si no desciframos la verdad de lo que ha sucedido con PDVSA, si no nos reconocemos como un país petrolero, si nos resignamos a renunciar a la renta petrolera como pregona el madurismo, no seremos capaces de salir de la profunda crisis económica, del abismo en el que estamos todos.
Si no nos plantamos en defensa del petróleo y de PDVSA, los intereses transnacionales, junto con sus operadores políticos en el país, tendrán la excusa perfecta para privatizar el sector petrolero nacional, a PDVSA, entregar el petróleo y arrebatarnos la única posibilidad que tenemos de restablecer nuestra economía, el funcionamiento del país y de garantizar las conquistas sociales y la soberanía nacional.
Sólo la política de la Plena Soberanía Petrolera y la recuperación de PDVSA será capaz de salvar a la V República, que agoniza en manos de maduro, el Herodes de nuestra Patria.
Una operación compleja
La gestión y administración de una empresa de las dimensiones de PDVSA, resulta siempre una operación compleja. Su característica fundamental además de su extensión y dispersión en el territorio, es su necesaria continuidad. Son miles de operaciones diarias que no pueden detenerse bajo ninguna circunstancia, que requieren suministros, recursos, toma de decisiones, experiencia, conocimiento. Todos los procesos están interconectados, entrelazados, dependientes unos de otros.
Los procesos fundamentales de producción de petróleo: exploración, perforación, producción, acondicionamiento, transporte, almacenamiento, refinación y exportación, conforman un sistema, donde si falla alguno de sus componentes, el resto se va parando, uno tras otro.
Igual sucede con el gas, con la complicación adicional que la mayoría del gas en tierra firme está asociado al petróleo. Si no hay petróleo, no hay gas. Digamos que las operaciones petroleras son como un tren de alta velocidad, ningún vagón se puede detener, o descarrilar, sin afectar a todo el tren, detenerlo o sacarlo de los rieles.
En este proceso, se requiere mantener operativa y en condiciones seguras una extensa infraestructura; disponer de medios físicos para operar, plataformas tecnológicas, “software”, insumos químicos, repuestos, medios de transporte, taladros, lanchas, gabarras, remolcadores, servicios especializados, y, lo mas importante: mas de 100 mil trabajadores, gerentes y obreros, ingenieros de petróleo, de yacimientos, de procesos, refinación, sistemas, geólogos, planificadores, especialistas, supervisores, operadores, mecánicos, electricistas, buzos, tripulaciones marinas, todos trabajando de manera coordinada y disciplinada para poder sostener la operación, bajo cualquier circunstancia.
La característica fundamental del trabajador petrolero es: conciencia de su deber para con el país, con la sociedad; sumado a altos conocimientos, mística de trabajo, entusiasmo, honradez y amor a la patria.
Estamos hablando de un personal altamente especializado para operar la que era la quinta empresa más importante del mundo hasta el 2013, con 231 mil millones de dólares en activos, 129,8 millones de dólares en plantas y equipos, con 134 mil millones de dólares de ingresos. Es decir, un “Sukhoi”, un portaaviones de la economía.
Para garantizar el funcionamiento de manera oportuna y efectiva de toda esta estructura operacional y sus procesos asociados, el funcionamiento de más de 390 empresas filiales de PDVSA, se dispone para ello de una compleja estructura de administración tipo “holding”.
Desde la Junta Directiva hacia abajo, existe un complejo sistema de responsabilidades, donde cada Director Interno y Vicepresidentes, manejan los aspectos operacionales de los negocios asignados a sus responsabilidades. Así, cada negocio: producción, exploración, refinación, gas, comercio y suministro, o función de apoyo como finanzas, sistemas, logística, etc., tiene una compleja estructura de delegaciones financieras y de toma de decisiones, con base en un presupuesto asignado anualmente. Esta estructura se replica en cada una de las empresas filiales del “holding”.
Cada unidad operativa tiene su respectiva delegación financiera y autonomía para tomar decisiones al momento, con base en su asignación presupuestaria y sus metas pre-establecidas. Cada unidad operacional o de negocios tiene que desarrollar sus propios procesos de contratación, procura, suministro; los cuales, dependiendo de su complejidad o monto, van requiriendo la aprobación de las distintas unidades de contratación y licitación de la empresa y del visto bueno, autorización o rechazo de la línea supervisoria, tanto en sus respectivos comités operacionales, de finanzas, auditoría y control.
En PDVSA existían, hasta 2014, 12 grandes Comités Operacionales de la Empresa, ésto es, donde se toman las decisiones de cada negocio: Planificación y Control, Exploración, Producción y Gas, Órgano Superior de la Faja Petrolífera del Orinoco, Refinación, Comercio y Suministro, Automatización, Informática y Telecomunicaciones, Ambiente, Seguridad industrial e Higiene Ocupacional, Recursos Humanos, Sector no Petrolero, Dirección de Proyectos y Vivienda, Infraestructura de Suministro de combustible para las Plantas de Generación Eléctrica, Auditoría.
Además, 99 Comisiones de Contrataciones Públicas, 57 de PDVSA y sus filiales y 42 de las Empresas Mixtas, con la responsabilidad de garantizar los procesos de contrataciones, en el marco de la ley, y a tiempo. En PDVSA se suscribían cada año cerca de 100.000 contrataciones; de esos, hay 40.000 que NO se podían detener, para no parar las operaciones de producción y refinación de petróleo: Servicios a pozos, subsuelo y superficie, tuberías de producción, lodos de perforación, bombas electrosumergibles, servicios a pozos, servicios a taladros, materiales y consumibles de taladros, insumos para la perforación, químicos (tratamiento de crudo y refinación), insumos de refinación, repuestos, maquinas y equipos, compresión de gas, Fletes, entre los más importantes.
Estos procesos administrativos, de contratación y procura, se cumplían a cabalidad en la empresa, desde el nivel directo operacional, pasando por las respectivas líneas gerenciales y direcciones ejecutivas, hasta llegar a las distintas vicepresidencias o directores responsables de esa operación o función de apoyo. El conocimiento técnico, la experiencia y la Dirección de la Empresa, a través de sus Directores Internos, daban las prioridades a las áreas, de acuerdo con las necesidades operacionales y las metas anuales de la misma.
Todos estos procesos administrativos y de toma de decisiones, de la naturaleza que fueran, quedaban debidamente registrados y documentados en la empresa, con la participación de las distintas unidades de finanzas, legal, contrataciones, auditoría y control, las cuales hacían control previo y el control posterior de todos y cada uno.
De allí, la importancia de mantener al día los estados financieros auditados de la empresa, para luego hacer la respectiva rendición de cuentas o detectar cualquier desviación a los procedimientos, no sólo administrativos, sino también operacionales, sobre los cuales han de actuar los mecanismos internos de control de la misma. Pero además, también han de actuar en estos procesos de control, la Contraloría General de la República, la Asamblea Nacional, o, dependiendo del caso, el Ministerio Público. Ésto fue así hasta el año 2014.
Estas actividades y procesos NO pueden ser interrumpidas, ni detenidas, por equipos de Dirección o Juntas Directivas, sin el conocimiento, sin la capacidad o sencillamente, sin importarle lo que pase con la empresa y su producción. Cuando maduro colocó en puestos claves como Exploracion y Produccion, a un arquitecto, en Refinación a un militar, en Comercio y Suministro a un experto en “tuiter”, en Finanzas a personas sin conocimiento ni capacidades, estaba matando a la empresa, actuando con una irresponsabilidad e improvisación que no tienen antecedente en el país.
Cuando maduro anunció en uno de sus arrebatos que “ahora los contratos de PDVSA se revisarán en la vicepresidencia y en MIraflores”, no sólo estaba actuando al margen de la Ley y “poniendo zamuro a cuidar carne”, sino que le metió una tranca a la rueda de los procesos de producción de PDVSA. Cuando maduro colocó como Vicepresidente de Finanzas a alguien como Malpica o Zerpa, que en su vida habían visto una gota de petróleo, ni entienden de las prioridades de la empresa, para torpedear los procesos y desviar los recursos, entonces todo comenzó a detenerse, no llegaron los insumos, los repuestos, las tuberías, los químicos, los equipos, se quedaron sin servicios especializados, se pararon los taladros, las lanchas, gabarras, refinerías. Dejaron a los muchachos en el frente de la batalla productiva, en los campos petroleros y las refinerías, sin insumos, no llegaron ni las botas para los trabajadores, quienes mueren por no tener, ni siquiera, agua potable, alimentos o atención médica en las áreas.
Una empresa al servicio del pueblo
Además de las complejidades propias de la actividad petrolera, para la correcta comprensión del desempeño de PDVSA hasta 2014, hay que agregarle las tareas especiales asignadas durante el periodo de gobierno del presidente Chávez a lo largo de nuestra gestión.
Nuestro modelo de PDVSA era el de una empresa nacional de petróleo, capaz de producir y desarrollar nuestros inmensos recursos naturales, captar la renta petrolera para beneficio del país, ser un instrumento del ejercicio de la Plena Soberanía Petrolera del Estado venezolano, subordinado a sus directrices y orientaciones, pero además, tan importante como lo anterior, ser un actor fundamental en todos los planes de desarrollo social y nacional.
Nuestra empresa no podía ser indiferente a la situación de emergencia social que existía en el país a finales de los años noventa. La nueva PDVSA debía ser una empresa popular, capaz de disponer de todos sus conocimientos y capacidades al servicio de la batalla contra la pobreza, la exclusión y la opresión de nuestro pueblo.
Nuestros miles de trabajadores, gerentes, directivos y obreros, se harían mejores venezolanos, mejores seres humanos, más conscientes, en la medida que, teniendo mayores capacidades y conocimientos, los pusieran al servicio del pueblo, el dueño del petróleo, para saldar la terrible deuda histórica de la industria petrolera con el pueblo venezolano.
Con humildad y grandeza, el trabajador de la Nueva PDVSA, se “bajó” de las cumbres meritocráticas de siempre, salió del perímetro de sus campos e instalaciones donde siempre estuvo de espaldas al pueblo, y fue a su encuentro, a la batalla por la nueva sociedad, por un país distinto, justo y soberano. Fue un proceso de aprendizaje. Al principio, nuestros gerentes lucían extraños, ajenos al pueblo, a la pobreza y miseria que los circundaba; y, poco a poco, en una tarea tras otra, fueron incorporándose de corazón y alma al seno del pueblo, volvieron a sus orígenes, su esencia y razón de ser. Se hicieron mejores seres humanos, más conscientes de su rol, de su responsabilidad al servicio del país, más venezolanos que nunca.
Nuestros trabajadores, luego de la derrota del Sabotaje Petrolero, se convirtieron en un puntal de la conciencia nacional. Movilizados, motivados, alegres, y con una inyección de miles de jóvenes que entraron a la industria luego de su refundación.
Al democratizar a la empresa, se puso al servicio en la primera línea del frente en la defensa de nuestra soberanía, y del derecho de nuestro pueblo a construir una sociedad de hombres y mujeres libres, con justicia social, entregados a servir a la sociedad, al pueblo.
El presidente Chávez comenzó asignando tareas a la Nueva PDVSA de manera gradual. La primera de ellas, la creación y conducción de la Misión Ribas; luego, la coordinación de la Misión Barrio Adentro; se crearon los distritos sociales de PDVSA, para atender las necesidades y problemas estructurales del pueblo que circundaba los distritos petroleros.
En ellos, se hicieron colegios, hospitales, universidades, carreteras, puentes, espacios públicos, parques, se crearon empresas locales para abastecer las necesidades de la propia industria. Todo eso está allí, quedó sembrado el petróleo, nada, ni nadie podrá negarlo, ni destruirlo.
PDVSA se abrió al país, al pueblo, por primera vez en 100 años, superando de tal forma, las deformaciones de su génesis, durante el periodo concesionario, la cultura implantada por las transnacionales en el país desde 1914 y continuada por la meritocracia petrolera, de estar de espaldas a los problemas y necesidades del pueblo venezolano, el dueño, precisamente, del petróleo que se llevaban de la patria.
Luego, se nos asignaron muchas tareas más, se crearon los Fondos para el Desarrollo Social, los aportes a la agricultura, educación, salud, infraestructura, se creó el Fonden, Petrocaribe, el Fondo Chino.
Eran tareas al servicio del Estado y del pueblo, que sólo PDVSA podría llevar a cabo y sostener, justamente por su capacidad de planificación, desempeño y conciencia. No era un asunto de disponer o no de recursos, puesto que a muchos ministerios y empresas del Estado se les asignaron miles de millones de dólares, provenientes de los distintos Fondos petroleros; y, sin embargo, no tenían ni la capacidad, ni la conciencia para desarrollar las tareas que requería el país, en medio de una revolución.
Luego vinieron las creaciones de las filiales no petroleras, originadas a partir de una directriz del Estado de impulsar la Soberanía Económica, sustituir importaciones, generar trabajo en el país, apuntalar el desarrollo industrial en torno a la actividad petrolera, romper la dependencia, diversificar nuestras fuentes tecnológicas.
Es en ese marco que se crearon las filiales no petroleras: PDVSA Industrial, PDVSA Servicios Petroleros, PDVSA Gas Comunal, PDVSA La Estancia, entre tantas otras. Algunas de estas filiales fueron muy exitosas, como PDVSA La Estancia, PDVSA Industrial y PDVSA Servicios Petroleros, otras no. Pero era un proceso, que como siempre sucede, se va ajustando y optimizando, sin embargo, era una línea de acción estratégica del gobierno bolivariano: transferir de manera directa los beneficios del petróleo al pueblo, para su desarrollo económico y social; la industrialización de los hidrocarburos, del sector de servicios petroleros nacional, desarrollar nuevas formas de gestión productivas, nuevas relaciones de propiedad, de producción, aumentar los niveles de independencia y desarrollo económico en el país.
La última tarea asignada por el presidente Chávez fue la Gran Misión Vivienda Venezuela, la cual fue un éxito rotundo, y significó un salto exponencial en la organización del pueblo para el trabajo, la gestión del Estado, la optimización de procesos.
Hasta ese momento los ministerios y organismos encargados del desarrollo de planes de viviendas, habían fracasado, solo construían 27 mil viviendas al año. Nosotros, coordinando y dirigiendo el trabajo de la Gran Misión Vivienda Venezuela, en tan sólo dos años y medio (2010-2013), entregamos al pueblo venezolano 550.000 viviendas dignas, con sus urbanismos y servicios. Viviendas, el 65% de ellas, construidas por el pueblo, espacios dignos para el vivir bien.
Todo ésto se vino abajo con maduro. Ya nadie cree en los números de la Gran Misión Vivienda Venezuela: dicen que “llevan millones”, pero, cosa extraña, éstas no se ven por ningún lado, en un país donde hay una caída acumulada de 64% del PIB, con las empresas básicas, las cementeras y PDVSA paralizadas, con el pueblo huyendo del país, no se puede avanzar en construir nada.
Así, PDVSA, y sus capacidades profesionales, técnicas, de planificación, su cultura de proyectos y su conciencia social, se convirtió en el brazo ejecutor de los proyectos más emblemáticos de la Revolución Bolivariana. Todo ello sin afectar su tarea fundamental de producir, procesar y refinar petróleo, abastecer el mercado interno y exportar al mercado internacional, para captar la renta petrolera en beneficio del pueblo.
Nuevamente, allí están los números de diciembre de 2013; ese año, mi último año de gestión completa, tuvimos, entre otros resultados, los siguientes: 3.015 millones de barriles día de producción de petróleo; 2,425 millones de barriles día de exportaciones petroleras; 590 mil barriles día para el mercado interno; 4,6 millones de pies cúbicos de gas día para el mercado interno; 1,12 millones de barriles día de productos refinados (entre ellos, 302 mil barriles dia de gasolina y 270 mil barriles dia de Diesel/Gasóleo), 61,3 miles de millones de dólares de aportes a la Nación (Regalías, impuestos, desarrollo social, aportes especiales); 12 mil millones de dólares en ganancias netas; 12.5 mil millones de dólares de inversión en Exploración y Producción; 2.7 mil millones de dólares de inversión en Refinación; 4.3 mil millones de dólares de inversión en Gas.
Esa matriz de que nosotros no invertíamos recursos en las actividades medulares, propias de PDVSA, para mantener sus capacidades operativas y expandir su actividad es falsa, una falacia que se desmiente si alguien se toma el trabajo de buscar los números de inversiones, costos y gastos en operaciones y mantenimiento, por cada negocio y unidad operacional de PDVSA, en nuestros Estados Financieros Auditados, los cuales los puede encontrar en la Web.
Durante nuestro periodo de gestión, a pesar de todas las tareas asignadas por el Estado, se trabajaba 24×24, con mucha mística y una conciencia elevada de nuestro deber con la sociedad, que comenzaba a irradiar más allá de nuestros espacios de operación. Las tareas no petroleras, nunca interfirieron con las actividades petroleras, nunca se desviaron recursos presupuestados para otras actividades. Se hacía, eso sí, un esfuerzo extraordinario para cumplir con nuestras responsabilidades como una empresa nacional de petróleo al servicio del pueblo. Nos convertimos en el mejor aliado del pueblo venezolano en la construcción de su futuro, en su acceso a las posibilidades de desarrollo del siglo XXI, del socialismo.
Por supuesto, también nos convertimos en el centro de los ataques de la derecha, que consideraba la distribución popular de la renta petrolera, es decir, distribuir el petróleo al servicio del pueblo, como una pérdida de dinero y clamaban por que PDVSA volviese a ser una empresa, “independiente” del Estado, al servicio de los intereses transnacionales, es decir, volver a la vieja PDVSA, aquella del Sabotaje Petrolero. Son dos posiciones irreconciliables con respecto al papel que debe jugar PDVSA y el petróleo en el país.
Cuando el madurismo tomó el control de PDVSA, acabaron con todas las filiales no petroleras, hubo una verdadera rebatiña entre ministerios y grupos de poder, todo lo que fue se acabó.
Todas esas capacidades industriales en el país, toda esa soberanía tecnológica y ese esfuerzo de utilizar y ampliar nuestras capacidades nacionales de bienes y servicios, se vieron truncadas a partir de 2014.
Por supuesto, la PDVSA de maduro se deshizo de cualquier Misión Social o apoyo al desarrollo nacional. Argumentaron para ello, tal como lo hace la derecha, que PDVSA sólo debe dedicarse a “extraer petróleo”, como lo haría cualquier petrolera privada. Lo lamentable de todo ésto es que la PDVSA de maduro, ni siquiera es capaz de producir petróleo, ni combustibles, ni recursos para el país.
La PDVSA de maduro le volvía a cerrar las puertas al pueblo, se encerraron en sus privilegios y su visión del país. Su actuación responde a la dirección de este gobierno, un gobierno de espaldas al pueblo, indolente ante sus problemas y entregado al interés transnacional.
Da dolor recorrer las áreas petroleras y ver, no sólo las instalaciones propias abandonadas y canibalizadas, sino al mismo pueblo pobre de siempre, sentado fuera de la cerca, resignado a la pérdida de un sueño, una esperanza, un futuro, que cada día se ve más lejano.
Para resolver un problema, debemos empezar por reconocerlo y entenderlo
Conocer el funcionamiento de PDVSA, su complejidad operacional, las tareas especiales y Misiones que le fueron asignadas para el desarrollo nacional, así como, entender los procedimientos y normativa para la toma de decisiones operacionales, financieras y administrativas, y sus mecanismos de control, me parece de lo más importante, para luego valorar, en su justa dimensión, lo que han hecho los sucesivos administradores de la empresa a partir de agosto de 2014.
Elo es importante,m para tener una correcta apreciación de las cosas, pues hay mucha confusión y desinformación con respecto al tema petrolero y PDVSA. Al escuchar los comentarios y las matrices de opinión impulsadas por los voceros del gobierno o de la oposición, en contra de PDVSA, queda claro que ambos sectores coinciden en un ataque frontal a lo que debería ser patrimonio de todos los venezolanos, la actividad y la empresa que siempre ha sostenido a toda la economía nacional. Su caída, ha significado la caída del país.
Estos actores políticos, por sus propios intereses mezquinos, le han hecho un tremendo daño a la empresa más importante y emblemática de Venezuela. Al presentarla como una especie de “bodega”, una entidad sin procedimientos, ni normativa, ni sujeta al control y las leyes de la República, debilitan y disminuyen a la única que puede desarrollar nuestros inmensos recursos petroleros en beneficio de nuestro pueblo.
Esta campaña sistemática en contra de nuestra empresa petrolera nacional, PDVSA, no es nueva, empezó impulsada por la oposición desde el mismo momento en que logramos recuperar y conducirla desde la derrota del Sabotaje Petrolero a inicios de 2013; lo inexplicable es que ha sido profundizada y llevada al extremo por el gobierno de maduro, desde que, en el mismo 2014, comenzó la persecución y purga de los trabajadores y gerentes que estuvieron con nosotros en la gestión de la empresa durante el gobierno del presidente Chávez, acusados de “ramiristas”.
Desde que maduro se trazó como meta arrasar con PDVSA para lograr su control, se ha dedicado a denigrar de sus trabajadores, y de la empresa, calificándola incluso como una entidad “corrupta”. Ha arremetido en contra de ella, con un odio y ensañamiento sólo comparable con el tamaño de su estupidez.
A partir de 2014, PDVSA no ha vuelto a rendir cuentas a nadie, ni a presentar sus informes auditados. Se violaron todos los mecanismos de control y supervisión, así como se fracturó su sistema de toma de decisiones y manejo presupuestario.
Se ha actuado de la misma forma en que se ha hecho en el BCV, en el ministerio de Finanzas y todas las instituciones financieras y empresas del Estado: total opacidad y falta de transparencia. Han convertido al sector público en una inmensa olla podrida, que mantienen sellada para ocultar la situación real del país, y el profundo daño que han hecho a nuestra economía y a la institucionalidad del Estado.
Para saber qué ha sucedido en la empresa en este periodo madurista, sería muy útil exigir a los actuales administradores que publiquen los estados financieros auditados de PDVSA, de acuerdo con las normas internacionales que aplican para empresas petroleras, las NIIF, avalados por una empresa auditora externa, de rango internacional.
Igualmente, la Asamblea Nacional, así como, la Asamblea Nacional Constituyente (nadie sabe si todavía existe, luego del reconocimiento a la AN), deberían exigir a los actuales administradores la rendición de cuentas y números de su gestión al frente de la empresa, el psuv debería tener el valor de, al menos, interpelar a Quevedo y que explique qué ha hecho en la empresa.
Los trabajadores y el movimiento popular, los diferentes actores políticos, toda la sociedad, deberían exigir rendición de cuentas a las autoridades de la empresa, de manera que el país pueda debatir sobre las causas reales de la debacle de PDVSA.
Otra forma efectiva de saber el origen del desastre de PDVSA, sería permitiendo que los más de 100 gerentes y trabajadores de la empresa encarcelados-secuestrados por el gobierno, pudiesen dar su testimonio de qué sucedió.
El gobierno no va a permitir nunca que hablen, van a dejar que se mueran en cautiverio, como sucedió con el ex-ministro Nelson Martínez, o los mantendrán sepultados en vida hasta que ellos quieran. maduro y su gobierno están aterrorizados con el testimonio que puedan dar estos gerentes y trabajadores presos. Por eso, nos persiguen, nos quieren silenciar para ocultar así su desastre y actuación criminal, matando a los testigos y conocedores de la verdad de PDVSA.
A pesar de la verborrea discursiva “anti imperialista” del madurismo, la realidad es que está debilitando y colapsando a PDVSA, denigrando del manejo del Estado sobre nuestro petróleo, ha preparado las condiciones objetivas y subjetivas para entregar su manejo a los intereses transnacionales y para privatizar a la empresa, como ya de hecho han comenzado a hacer, de manera subrepticia, violando la Ley Orgánica de Hidrocarburos, evadiendo los controles de la Asamblea Nacional, sin rendirle cuentas a nadie.
A través de decretos y sentencias ilegales, el madurismo ha venido cediendo el manejo de nuestro petróleo y gas a empresas transnacionales extranjeras, entregando las operaciones, equipos, e instalaciones de PDVSA a entidades privadas, transnacionales, empresas de maletín y cualquier tipo de aventurero que cree que puede manejar nuestra industria.
Lo trágico de todo ésto es que, con la arremetida del madurismo en contra de PDVSA, y la campaña de desprestigio hacia la conducción de la empresa durante nuestro periodo (2004-2012) junto con el presidente Chávez, el madurismo ha abierto las puertas a los planes de la oposición para la privatización de la empresa y la entrega del petróleo a entidades extranjeras.
Los promotores y beneficiarios de la nefasta Apertura Petrolera de los noventa, han encontrado un segundo aire con maduro y hoy introducen desde la Comisión de Energía de la Asamblea Nacional, casi que como una consecuencia de la actuación del madurismo en PDVSA y la economía, un proyecto de reforma de la Ley Orgánica de Hidrocarburos, que, en concordancia con su “plan país” entregaría el control del petróleo a las transnacionales.
Esta propuesta, que hubiese sido impensable apenas en 2012, hoy avanza, sin resistencia de nadie, con la complicidad implícita del gobierno, del psuv y de la Asamblea Nacional Constituyente, como una puñalada a la soberanía del país, una estocada a nuestras posibilidades de recuperar nuestro futuro y de reconstruir a Venezuela.
Esta serie de artículos sobre la economía deben ser necesariamente extensos y continuarán. El énfasis en la comprensión del tema petrolero y de la suerte de PDVSA, nos dará elementos para comprender el resto de lo que pasa en el país, y definir mejor el signo y orientación de este gobierno.
El próximo domingo abordaremos lo que he llamado “La ruta de la destrucción”, donde a través de la discusión de varios aspectos y factores vinculados al funcionamiento de PDVSA: las sucesivas Juntas Directivas, el control de las finanzas, el desvío de recursos, la persecución de los trabajadores, la suspensión de los procesos y contrataciones, el terror, la militarización, las pugnas internas, la falta de dirección, la falta de confianza, la corrupción, el éxodo, el abandono de las operaciones, la privatización y las sanciones, han llevado a nuestra principal empresa, otrora baluarte de la soberanía y la patria al lamentable estado de colapso y ruina actual.
Vamos a demostrar que #LoQueTocaMaduroSeSeca, de allí la urgencia de hacerlo a un lado para retomar el camino de Chávez, de nuestra Plena Soberanía Petrolera.