Nuestro pasado estatista, socialista, la confusión y los complejos, nos han obstaculizado la aplicación de la receta de la prosperidad
Primicias24.com- Cada vez son más los países socialistas que optan por un régimen híbrido, en el cual la esfera económica pasa a manos capitalistas y la política sigue siendo vertical y mono partidista. En los últimos años, su discurso ya no gira en torno a si es eficiente o no el Capitalismo creando riqueza ya que al parecer, se han dado cuenta que negar lo evidente ni es romántico ni atrae seguidores. Desde hace tiempo, cada vez son más los países socialistas, como China, Vietnam, Albania y los exmiembros del Pacto de Varsovia, que optan por economías de libre mercado y propiedad privada.
Más impuestos y más regulaciones no van a crear más riqueza, ni van a generar más puestos de trabajo, no lo han hecho antes y no lo van a hacer ahora. Si algo explica el «milagro» Chino, y el del Sureste asiático es, precisamente, menos impuestos y menos regulaciones. Tuvieron que pasar muchos años para que un economista, como Arthur Laffer, intuyera que, si una empresa o una persona tienen más dinero para gastar, lo van a hacer, y si lo hacen, el Gobierno debería recaudar más. La lógica es simple: la tesis fué divulgada en 1977, en un libro de Jude Wanniski, titulado, The Way the World Works (Como funciona el mundo). En el capítulo 6 explica un diagrama denominado «La Curva de Laffer». Relata Wanniski que en una ocasión mientras cenaban, con el influyente jefe del gabinete de la Casa Blanca en tiempos del Presidente Gerald Ford, trataban de persuadirlo en pro de la reducción de impuestos. Laffer trató de explicar verbalmente al funcionario que un impuesto del 0% a las utilidades de las empresas, obviamente no producirá ningún ingreso para el fisco. Pero que tampoco se conseguiría nada decretando un impuesto del 100%, porque se mataría el aliciente o iniciativa empresarial. Por lo tanto, entre esos dos extremos, que se unían con una curva como una campana, debía existir un punto intermedio o vértice más alto. Así, si ese punto intermedio ya se había sobrepasado, para recaudar el Gobierno más dinero, se debía reducir la tasa de impuestos. Según Wanniski, el asesor de la Casa Blanca no lograba entender la explicación verbal. Laffer, un poco molesto, agarró una servilleta y dibujó lo que llegaría a ser su famosa curva de Laffer. La idea de Laffer fue puesta en práctica más tarde en 1978, cuando en California, donde Ronald Reagan había sido Gobernador años antes, se aprobó la Propuesta 13, que redujo drásticamente los impuestos. Dicha propuesta fue acogida por inversionistas y propietarios, pero también recibió un amplio apoyo de la gente común, que entendió la trascendencia de reducir los impuestos, algo que tantos Economistas profesionales y aun laureados, no quieren entender. Y luego esa gente común, respaldó a Reagan en su campaña presidencial de 1980. Y uno de los primeros nombramientos de Reagan Presidente, fue el del doctor Laffer como su asesor económico.
Sin embargo, Ronald Reagan era un gran político. Cualquier medida de su Gobierno tenía que ser explicada a la opinión pública, y entendida por la opinión pública. Y la tesis de Laffer adolecía de una grave debilidad: podía ser criticada por los demagogos de izquierda como «destinada a justificar la reducción de los impuestos a los ricos». Reagan se lo planteó a Laffer. Y que hizo Arthur Laffer? Para minimizar esa potencial crítica, Arthur Laffer hecho mano de un antiguo axioma económico, la » Ley de la rentabilidad marginal decreciente «: que las utilidades de las empresas comienzan a decaer una vez que su producción ha superado cierto límite. En consecuencia, si las empresas están cerca de ese límite, los empresarios preferirán trabajar menos. Y si trabajan menos, producirán menos. Y si producen menos, ganarán menos. Y si ganan menos, el fisco recibirá menos impuestos. Para que la economía produzca más, y el Gobierno recaude más, lo correcto es, aunque suene paradójico, rebajar los impuestos a las rentas empresariales. Así, la curva de Laffer brindó el respaldo teórico y popular, requerido por la reducción de impuestos ordenada por Reagan en EEUU, y casi al mismo tiempo por Margaret Thatcher en Inglaterra. Tanto Ronald Reagan como Margaret Thatcher impulsaron la reducción de impuestos, la privatización de las empresas, la Des estatización, y un papel más limitado del Gobierno.
Eso también hizo China en sus zonas económicas especiales. Esto también lo hace Irlanda y esto debería hacer cualquier país pobre que quisiera dejar de serlo. Las reformas en Irlanda estuvieron enmarcadas en un gran «Acuerdo Social»que firmaron empresarios y trabajadores, con el Estado como árbitro. Las mismas, establecían que el Gobierno empezaría por reducir los impuestos, esto obligaría a los empresarios a no despedir empleados, los trabajadores, por su parte, limitarían sus exigencias salariales. El desempleo cayó de 17% en 1987, a 3% hoy con tendencia a casi cero.
Podrán pasar siglos y podrán pasar Gobiernos, lo que no pasará nunca será la forma o receta de Crear riqueza y prosperidad. Puede ser cierto que no solo de pan viva el hombre, pero, si lo que no es pan es lo que un político tiene en mente, debe ser honesto y decirle a su pueblo que su Gobierno le llevará todo menos pan, como lo hace, ya es otro discurso.
Un cambio de Rumbo, cualquiera que éste sea, requiere de dos cosas: deseo y conocimientos. El deseo de algo diferente, algo mejor, solo es posible si tenemos el conocimiento de la existencia de esa otra alternativa, esa otra opción. Venezuela si lo desea no lo demuestra y si lo conoce le ha sido indiferente. Nuestro pasado estatista, socialista, la confusión y los complejos, nos han obstaculizado la aplicación de la receta de la prosperidad. La reducción de los impuestos y la eliminación de las regulaciones, son fundamentales en la construcción de una sociedad y economía libre y próspera.
Néstor Suárez
Economista
Msc y Phd en economía.