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Opinión

Roy Daza: Rebelión Popular y crisis política en Perú

Primicias24.com Los rostros de las peruanas y los peruanos que participan en las manifestaciones contra Dina Boluarte revelan dolor e indignación, un pueblo entero que reclama democracia y justicia, y un gobierno cuya única respuesta es la represión: cincuenta y dos muertos, más de quinientos heridos y miles detenidos es el saldo de seis semanas de estallido social y crisis política.

La marcha de los “cuatro suyos” ya ocupa buena parte de Lima, en la Universidad de San Marcos, en la Central General de Trabajadores y en las plazas públicas se concentran los manifestantes que vienen desde todos los puntos de la geografía peruana. Se están viviendo días decisivos en la nación del Amauta. El grito es: ¡Renuncia Dina! ¡Cierre del Congreso! ¡Constituyente!

El gobierno decretó “estado de emergencia” en casi todo el país, las garantías constitucionales están suspendidas, las masas populares desbordan las barreras policiales por todos lados, según informaciones no confirmadas dos personas más murieron en el aeropuerto de Cusco, al que intentan tomar los mineros y campesinos movilizados. El “fujimorismo” que detenta el poder real aplica su estrategia de “sangre y fuego”, los medios de comunicación controlados por la derecha no cesan ni un minuto de mentir y de atacar a los manifestantes, el argumento que emplean es acusar al pueblo que protesta de “terrucos”, -una palabra muy peruana que quiere decir terroristas-, mientras que la Dircote participa de manera directa en las operaciones.

Entre tanto, la represión no logra detener las manifestaciones, la verdad recorre las calles en la voz y en las pancartas de la gente humilde que sabe que llegó la hora, y no faltan los videos, las fotos, los mensajes, a través de los medios digitales, los muchachos y las muchachas se disputan el ciberespacio con el “fujimorismo”, en las redes se libra una gran batalla.

La imagen de diecisiete féretros en las calles de Juliaca –pueblo ubicado al sur del país- le está dando la vuelta al mundo, a partir del 4 de enero se inició el paro general, se levantan las comunidades, las principales carreteras y autopistas están bloqueadas. Si alguna legitimidad tuvo la presidenta Dina Boluarte, es notorio que la perdió en pocos días.

Cuáles son las opciones para superar la ruptura política en curso?

La situación varía con las horas, los acontecimientos se suceden de manera vertiginosa, aunque la articulación del movimiento popular es limitada, como lo han dado a conocer algunos dirigentes que han sido entrevistados, no obstante, las propuestas del campo popular para una coyuntura, en la que se disputa el poder político, se pueden sintetizar en tres puntos: a) la renuncia de Dina Boluarte; b) nombrar una nueva Junta Directiva del Congreso que forme un gobierno transitorio, cuya misión sería convocar de inmediato a elecciones generales, es decir, presidenciales y parlamentarias; y c) consultar a la ciudadanía mediante un referendo sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, que redacte una nueva Carta Magna y refunde la República.

La crisis política peruana tiene su génesis en el agotamiento del modelo de acumulación, del cual se deriva una amplia brecha social, fenómeno que permite poner de relieve una crisis estructural más profunda, que no se resolverá solo con cambiar los actores de la mesa en la que se toman decisiones de Estado, sino con un cambio de la mesa, no es con el regateo de la distribución del excedente, es un imperativo replantearse las condiciones que han provocado la ostensible ruptura del consenso político y social.

Las opinión de una parte de los gobernadores -recientemente electos-, consiste en que el gobierno Boluarte no tiene viabilidad, además, el evidente y descarado apoyo de la Embajada de los Estados Unidos a Boluarte se agrieta, y al parecer, hasta el partido de Keiko Fujimori, Fuerza Popular y sus aliados más cercanos: Renovación y Avanzada Popular, podrían estar buscando una fórmula para sacar a Boluarte del Palacio de Gobierno. El Congreso ya decidió que las elecciones serán en abril de 2024, pero la espiral ascendente de las protestas podría modificar ese calendario electoral.

El gobierno, que no tiene base social, se lanzó por el tortuoso camino de la represión, acusa a Evo Morales y al MAS de Bolivia de las protestas, declaró persona “non grata” al embajador de México y al embajador de Cuba, medidas políticas que lejos de resolver la situación, la agrava; y que, en todo caso, no modificarán la posición de los presidentes, Alberto Fernández, Gustavo Petro, Luís Arce y Andrés Manuel López Obrador, de proponer –sin ambages- una solución política, y desconocer a un gobierno sin legitimidad.

No hay que dejar de lado un hecho político de suma importancia: Dina Boluarte fue la vicepresidenta de Pedro Castillo, ahora gobierna con los más férreos opositores a Castillo, es decir, con el “Fujimorismo”. Boluarte traicionó a Pedro Castillo, al partido que la llevó al poder, y al pueblo peruano. Los últimos sondeos revelan que el rechazo a la mandataria es de más del noventa por ciento.

La izquierda, por su parte, solicitó desde el parlamento investigar a la Presidenta y a su premier, Otárola, por las muertes de manifestantes en las regiones del sur, donde la rebelión social es más extendida, los partidos progresistas están presentes en las marchas y suscribieron un documento conjunto en el que exponen sus propuestas dirigidas a superar la crisis política, es decir, asumen a plenitud los tres puntos que vocean los manifestantes. La idea de formar un amplio frente constituyente está sobre la mesa. Coinciden en la necesidad de constituir una plataforma ciudadana muy amplia –que según ellos- pudiera poner en marcha un Diálogo Político Nacional.

Por su parte, la derecha también se lanza a la calle en las “marchas por la paz”, fuertemente protegidas por la policía y con el expreso apoyo de los medios de comunicación de Perú, y del monopolio mediático global.

cierre del Congreso y Constituyente. Castillo debe ser puesto en libertad, dice la gente sencilla que votó por él y que ahora colma las calles y las carreteras.

Otros estudiosos opinan sobre los errores de Castillo, como el de alejarse del partido que lo llevó al poder; por la división de su bancada en el Congreso, que estaba en minoría; el hecho de invitar al conocido golpista Luís Almagro a intervenir en los asuntos de su país, y pudieran acotarse muchos más. No obstante, ninguno de los errores de Castillo puede justificar la traición de Boluarte al programa de cambio que la llevó al poder, ni las masacres que se han registrado bajo su mandato. Quienes perdieron las elecciones presidenciales en 2021 están ahora apoltronados en la Casa de Pizarro, como también se conoce a la sede del gobierno.

Un estudio científico realizado por el CELAG sobre el comportamiento de los medios de comunicación peruanos, indica que el 98 por ciento estuvo y está en contra de Castillo, y que durante su breve mandato el “Fujimorismo” y sus aliados obstruyeron de manera sistemática su gestión. A Pedro Castillo no lo dejaron gobernar.

Hay que tener en cuenta que la Constitución que rige al Perú es la de Alberto Fujimori. Para seguir teniendo la hegemonía del poder político, una vez que perdieron el ejecutivo, la familia Fujimori se aseguró de aprobar reformas legislativas que le otorgan al Congreso la potestad de aprobar o no la designación de los ministros. Keiko Fujimori ha perdido tres veces en elecciones presidenciales, aun así es un factor político determinante de Perú, porque controla el Congreso, y a los medios

Es necesario aclarar, entonces, un asunto sobre el cual se ha especulado mucho, no es que Pedro Castillo cambió su gabinete cada mes, no, lo que pasó es que el Congreso –en el que la derecha tiene mayoría- no le aprobó sus ministros, a fin de dejarlo sin capacidad de acción, para que no pudiera poner en marcha su programa de gobierno.

Un aspecto poco conocido es que Pedro Castillo propuso realizar un referendo consultivo no vinculante, que abriera la posibilidad de elegir una Constituyente. Esta iniciativa fue negada por el Poder Judicial. La oligarquía le cerró el paso a una salida democrática.

La solución de fondo a la crisis peruana es encontrar la ruta hacia un nuevo consenso, la superación de las profundas desigualdades sociales, económicas, étnicas, culturales y territoriales, y para que ello sea posible, las fuerzas democráticas tendrían que construir las mayorías necesarias para convocar a una Constituyente originaria. Resulta obvio que la realidad política peruana arroja dos conclusiones generales, la elección de Pedro Castillo fue expresión de la voluntad política de cambio de una parte importante de la población, pero al ganar por un escaso margen y no contar con mayoría parlamentaria, la inestabilidad, que se ha enraizado en la política peruana desde hace décadas, no sería superada, en 2021 la mayoría política se expresó en el acto electoral, en este momento, la mayoría social está las calles de Lima y de otras ciudades exigiendo un cambio en la nación de Túpac Amaru y Micaela Bastidas Puyucahua.

Cuáles son las raíces de la crisis peruana?

Desde el derrocamiento del gobierno nacionalista del General Juan Velasco Alvarado -en 1975- Perú no sale de la crisis. La violencia desatada en el conflicto armado interno y el fallido gobierno de Alan García provocaron en la década de los años ochenta un caos sin precedentes. Las fuerzas auténticamente democráticas no alcanzaron a convertirse en una opción de poder, a pesar de los significativos triunfos electorales que obtuvieron. Fujimori gana las elecciones de 1990 e impone “a sangre y fuego” el proyecto neoliberal, derrota por la vía política y militar a los grupos extremistas, con base en la aplicación de una política de terrorismo de Estado que fracturó a la sociedad peruana hasta hoy.

Fujimori es desalojado del poder ejecutivo en el 2000, pero desde la cárcel mantiene el control de una parte de las instituciones estatales. Luego de la transición de Paniagua, los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martin Vizcarra, el breve de Manuel Merino, lejos de superar la crisis la profundizaron, dieron continuidad a la política neoliberal de Fujimori, -(asunto que está en el sustrato de toda esta crisis)- se sumergieron en la corrupción, no es ninguna casualidad que todos los nombrados están sometidos a juicio, menos Alan García, del Apra, que se suicidó al saber que iría a prisión por corrupto. Francisco Sagasti dirigió la transición hasta las elecciones que gana Pedro Castillo, quien asumió la Presidencia el 28 de julio de 2021. En todo este período histórico, el desprestigio del Congreso es la norma en la vida política peruana.

– ¿Cómo se puede explicar que un país con un sostenido crecimiento económico no logre la estabilidad política?

La fórmula neoliberal, o del llamado Consenso de Washington, o de fundamentalismo del mercado capitalista, genera en el caso peruano un sostenido crecimiento, pero a la hora de estudiar la distribución del ingreso se puede detectar que ésta es regresiva. Los niveles de desigualdad social son ostensibles, y tal fenómeno, se expresa con toda nitidez en el campo de la política. La inestabilidad es el mínimo común denominador de los gobiernos del Perú. Un modelo político oligárquico, reaccionario, conservador, no es compatible con la democracia. Las rebeliones populares no se han hecho esperar.

La crisis política es muy compleja, el “fujimorismo” maniobra por todos los medios para conservar el poder, pero su propuesta política ha sido rechazada en las urnas en las últimas tres contiendas electorales presidenciales, la derecha, en general, en América Latina, no tiene proyecto de futuro, sus fórmulas neoliberales se agotaron, y muy por el contrario, son la fuente de la inestabilidad política, es por eso que hoy, más que nunca, un gran proyecto nacional popular, auténticamente democrático, y un cambio radical en las relaciones de poder, está al orden del día. Independientemente de la pluralidad cultural e idiomática de Perú, de las diferencias entre la costa, la cordillera andina y la selva amazónica, el Perú es uno solo, el problema consiste en que las amplias mayorías nacionales quieren democracia y un nuevo modelo económico, y además, quieren resolverlo por la vía de acordarse alrededor de un nuevo contrato social, de una nueva Constitución.

Todos estos acontecimientos tienen lugar en un momento de viraje en América Latina y el Caribe, la revolución y la contrarrevolución miden fuerzas en casi todos los países, la perspectiva de la unidad de los pueblos, de la integración, es ahora una certeza, las fuerzas populares tienen la iniciativa política, tres décadas de intensas luchas populares están dando como resultado un nuevo tiempo de transformaciones.

Es hora sí, de volver al Amauta, a José Carlos Mariátegui, quien enseñó desde su mirada universal y en su análisis de la realidad peruana desde una óptica marxista que: “La historia es duración. No vale el grito aislado, por muy largo que sea su eco, vale la prédica constante, continua, persistente. No vale la idea perfecta, absoluta, indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil, vale la idea germinal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento”.

El Perú profundo se levanta.

FUENTE: PuebloenArmas

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