Primicias24.com- En el ámbito global de las elecciones presidenciales, la reacción inicial de los gobiernos suele ser un gesto de reconocimiento al nuevo presidente electo, independientemente de los problemas o denuncias que puedan haber surgido durante el proceso electoral. Esta dinámica se ha repetido en diversas ocasiones, incluso en contextos de fuertes disputas por supuestos fraudes que han generado enfrentamientos violentos, tal como sucedió en las últimas votaciones presidenciales de Estados Unidos y Brasil.
En el caso específico de Brasil, el presidente electo recibió de inmediato elogios desde los centros de poder en Europa hasta las capitales en Washington y Beijing. A pesar de las denuncias de fraude planteadas por Jair Bolsonaro, numerosos países, incluyendo Venezuela, reconocieron rápidamente la legitimidad del nuevo presidente, aunque posteriormente prosiguiera el procesamiento de las denuncias. Esto subraya una tendencia general a priorizar la estabilidad sobre las polémicas internas de cada país.
VENEZUELA
En el caso venezolano, las reacciones internacionales han tomado un camino diferente. María Corina Machado, la versión venezolana de Bolsonaro en términos ideológicos y políticos, también ha denunciado fraude. Sin embargo, la respuesta internacional no ha sido uniforme, lo que pone de manifiesto las profundas divisiones y la complejidad de matices que caracterizan la política internacional. Este espacio se rige por múltiples intereses y percepciones que se expresan en sesgos distintos para cada ocasión. Así, la vara de medición varía según el caso y las reglas pocas veces se aplican de igual manera.
DISPUTA
Desde hace más de veinte años, las elecciones en Venezuela han sido objeto de controversia internacional debido a las sucesivas denuncias de fraude realizadas desde las organizaciones de oposición. Hoy, estas tensiones han alcanzado un punto culminante en un contexto mundial marcado por conflictos en Europa y el Medio Oriente. En este entorno, las disputas en Venezuela son algo más que un problema de funcionamiento del sistema democrático y reflejan las divisiones geopolíticas del mundo moderno.
TRES POSICIONES
La cuestión de quién controla Venezuela y cómo se maneja su democracia tiene implicaciones que van mucho más allá de sus fronteras, lo que incluye la política energética global, las alianzas internacionales y la cuestión de la soberanía y la intervención extranjera.
En este panorama, han surgido tres posiciones internacionales: 1) los países que saludan la elección y aceptan los resultados; 2) los países que desconocen los resultados emitidos y denuncian fraude; 3) los países que no han dado reconocimiento inmediato, pero sin llegar a una ruptura.
POSICIÓN 1
Por un lado, tenemos a aquellos que han saludado el proceso electoral y aceptan los resultados emitidos. Este grupo incluye a países como China, Rusia, Irán, Bolivia, Cuba, Nicaragua, que sostienen que las denuncias de fraude son intentos de desestabilización. También se encuentra México, que ha respaldado el proceso y ha criticado la injerencia extranjera, aunque ha considerado conveniente la publicación de los resultados.
POSICIÓN 2
En una posición muy diferente, encontramos a los países que han denunciado fraude en términos de una ruptura con Venezuela y han adoptado un enfoque similar al denominado “Grupo de Lima”, creado en 2017 durante la era Trump con el fin de impulsar el derrocamiento del gobierno venezolano. Esta posición ha sido asumida por Argentina, Perú, Panamá, Chile, Uruguay, Costa Rica y República Dominicana
POSICIÓN 3
La Casa Blanca, junto con los gobiernos de Brasil y Colombia, considerados aliados en la situación venezolana, han optado, con sus propios matices, por no reconocer de inmediato el proceso electoral. Sin embargo, han dejado las puertas abiertas para una verificación de los resultados.
Washington buscaba inicialmente una posición que permitiera mantener o mejorar el actual esquema de relaciones con Venezuela, dadas las exigencias de suministros petroleros. Sin embargo, las presiones políticas internas, impulsadas por la competencia electoral entre Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris, forzaron un giro. El Departamento de Estado emitió una declaración que reconoce a Edmundo González como el ganador, pero sin llegar a proclamarlo “presidente electo”. Esta redacción deja un margen de maniobra que podría evitar una radicalización de la posición estadounidense y permitiría que el juego diplomático continúe.
ACUERDOS
La controversia electoral en Venezuela es un microcosmos de los conflictos más amplios que se dan en nuestro tiempo. También una batalla por el futuro del país, que requiere mecanismos de acuerdos internos entre los actores actualmente en confrontación en la búsqueda de soluciones convenientes para todos.
En el ámbito global de las elecciones presidenciales, la reacción inicial de los gobiernos suele ser un gesto de reconocimiento al nuevo presidente electo, independientemente de los problemas o denuncias que puedan haber surgido durante el proceso electoral. Esta dinámica se ha repetido en diversas ocasiones, incluso en contextos de fuertes disputas por supuestos fraudes que han generado enfrentamientos violentos, tal como sucedió en las últimas votaciones presidenciales de Estados Unidos y Brasil.
En el caso específico de Brasil, el presidente electo recibió de inmediato elogios desde los centros de poder en Europa hasta las capitales en Washington y Beijing. A pesar de las denuncias de fraude planteadas por Jair Bolsonaro, numerosos países, incluyendo Venezuela, reconocieron rápidamente la legitimidad del nuevo presidente, aunque posteriormente prosiguiera el procesamiento de las denuncias. Esto subraya una tendencia general a priorizar la estabilidad sobre las polémicas internas de cada país.
VENEZUELA
En el caso venezolano, las reacciones internacionales han tomado un camino diferente. María Corina Machado, la versión venezolana de Bolsonaro en términos ideológicos y políticos, también ha denunciado fraude. Sin embargo, la respuesta internacional no ha sido uniforme, lo que pone de manifiesto las profundas divisiones y la complejidad de matices que caracterizan la política internacional. Este espacio se rige por múltiples intereses y percepciones que se expresan en sesgos distintos para cada ocasión. Así, la vara de medición varía según el caso y las reglas pocas veces se aplican de igual manera.
DISPUTA
Desde hace más de veinte años, las elecciones en Venezuela han sido objeto de controversia internacional debido a las sucesivas denuncias de fraude realizadas desde las organizaciones de oposición. Hoy, estas tensiones han alcanzado un punto culminante en un contexto mundial marcado por conflictos en Europa y el Medio Oriente. En este entorno, las disputas en Venezuela son algo más que un problema de funcionamiento del sistema democrático y reflejan las divisiones geopolíticas del mundo moderno.
TRES POSICIONES
La cuestión de quién controla Venezuela y cómo se maneja su democracia tiene implicaciones que van mucho más allá de sus fronteras, lo que incluye la política energética global, las alianzas internacionales y la cuestión de la soberanía y la intervención extranjera.
En este panorama, han surgido tres posiciones internacionales: 1) los países que saludan la elección y aceptan los resultados; 2) los países que desconocen los resultados emitidos y denuncian fraude; 3) los países que no han dado reconocimiento inmediato, pero sin llegar a una ruptura.
POSICIÓN 1
Por un lado, tenemos a aquellos que han saludado el proceso electoral y aceptan los resultados emitidos. Este grupo incluye a países como China, Rusia, Irán, Bolivia, Cuba, Nicaragua, que sostienen que las denuncias de fraude son intentos de desestabilización. También se encuentra México, que ha respaldado el proceso y ha criticado la injerencia extranjera, aunque ha considerado conveniente la publicación de los resultados.
POSICIÓN 2
En una posición muy diferente, encontramos a los países que han denunciado fraude en términos de una ruptura con Venezuela y han adoptado un enfoque similar al denominado “Grupo de Lima”, creado en 2017 durante la era Trump con el fin de impulsar el derrocamiento del gobierno venezolano. Esta posición ha sido asumida por Argentina, Perú, Panamá, Chile, Uruguay, Costa Rica y República Dominicana
POSICIÓN 3
La Casa Blanca, junto con los gobiernos de Brasil y Colombia, considerados aliados en la situación venezolana, han optado, con sus propios matices, por no reconocer de inmediato el proceso electoral. Sin embargo, han dejado las puertas abiertas para una verificación de los resultados.
Washington buscaba inicialmente una posición que permitiera mantener o mejorar el actual esquema de relaciones con Venezuela, dadas las exigencias de suministros petroleros. Sin embargo, las presiones políticas internas, impulsadas por la competencia electoral entre Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris, forzaron un giro. El Departamento de Estado emitió una declaración que reconoce a Edmundo González como el ganador, pero sin llegar a proclamarlo “presidente electo”. Esta redacción deja un margen de maniobra que podría evitar una radicalización de la posición estadounidense y permitiría que el juego diplomático continúe.
ACUERDOS
La controversia electoral en Venezuela es un microcosmos de los conflictos más amplios que se dan en nuestro tiempo. También una batalla por el futuro del país, que requiere mecanismos de acuerdos internos entre los actores actualmente en confrontación en la búsqueda de soluciones convenientes para todos.
Escrito por Leopoldo Puchi