Su estado de salud requería un profesional a la altura, por ello el ginecólogo Jorge Albertelli asistió a la casa presidencial para curarla
Primicias24.com- Eva María Duarte, mejor conocida como Eva Perón o monónimamente como Evita, falleció el 26 de julio de 1952 a los 33 años a causa de un cáncer de útero. Fue una de las mujeres más influyentes de la política argentina, despertando ideas y movimientos sociales de los que aún se discute, y en algunos casos se toman de ejemplo.
En 1950, Eva Perón fue operada erróneamente de apendicitis. Sabían que algo andaba mal pero los médicos no lograban precisar qué le ocurría a la primera dama, que experimentaba decaimiento y pérdida de peso.
No fue hasta 1951 que descubrieron su real enfermedad. Padecía cáncer de cuello uterino. Su estado de salud requería un profesional a la altura, por ello el 21 de septiembre de ese mismo año, el ginecólogo Jorge Albertelli asistió a la casa presidencial para cumplir una misión: Salvarle la vida.
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Sin embargo, no pudo lograr su cometido, pero casi cuarenta años más tarde, en 1994, publicó Los «cien días» de Eva Perón. Allí reveló detalles desconocidos de la enfermedad, pero también de su relación con esta mujer.
El libro al que tuvo acceso el sitio web Clarín describe cada uno de los momentos de su enfermedad comenzando desde el día 1, en el que se encontró con ella: «¿Qué me dijeron sus ojos? (…) Una dulce e infinita tristeza», escribió sobre la primera consulta. Según el historiador Félix Luna -a cargo del prólogo-, la crónica encierra el «inconfundible sabor de la verdad».
Albertelli fue quien explicó a Perón que Eva padecía «un cáncer cuyo punto de partida está en el cuello del útero».
«Cuando el diagnóstico se hace tempranamente, existe un porcentaje de curaciones. No es el caso. (…) La presencia de células malignas en la luz de las venas hace presumir que en un futuro no lejano se produzcan metástasis. (…) Es sabido que la virulencia del tumor es mayor cuanto menor es la edad», detalló.
Pese a lo difícil del cuadro, el ginecólogo creía que la obligación era luchar. Por eso, sugirió la aplicación de radium –para detener el crecimiento del tumor-, intervención quirúrgica y terapia de rayos X.
El mandatario le pidió que hiciera todo lo que estuviera a su alcance y enfatizó la importancia de Evita «como compañera, como amiga, como consejera y como punto de apoyo leal en la lucha». El 27 de septiembre de 1951 se colocó el dispositivo radioactivo (radium).
Según él, Evita no era una paciente dócil y siempre estaba preocupada por la situación política, lo cual incluso le generaba insomnio. A pesar de su anemia, anorexia y dolores, no abandonaba completamente la actividad.
Debido a la presión de uno de sus ministros, el General Perón decidió convocar para la cirugía al oncólogo norteamericano George Pack. El asunto se manejó con total reserva. Nadie tenía que enterarse, ni si quiera la propia Eva, quien pensó que la operaría Ricardo Finochietto.
A los pocos días llegó una noticia que Albertelli denominaría la «sentencia de muerte»: se encontró una metástasis a nivel del hilio ovárico, que probablemente se había producido por vía venosa. Evita nunca fue notificada y continuó su tratamiento de rayos.
Poco tiempo después de este lamentable diagnostico, Evita falleció. Recibió honores oficiales, siendo velada en el Congreso de la Nación y en la central sindical (CGT), con un reconocimiento multitudinario sin antecedentes en el país.
Su cuerpo fue embalsamado y ubicado en la CGT. La dictadura cívico-militar autodenominada Revolución Libertadora secuestró y profanó su cadáver en 1955, ocultándolo durante dieciséis años.
Escribió dos libros, La razón de mi vida en 1951 y Mi mensaje en 1952, recibiendo numerosos honores, entre ellos el título de Jefa Espiritual de la Nación, la gran Orden de Isabel la Católica en España de manos de Francisco Franco, la distinción de Mujer del Bicentenario, la Gran Cruz de Honor de la Cruz Roja Argentina, la Distinción del Reconocimiento de Primera Categoría de la CGT, la Gran Medalla a la Lealtad Peronista en Grado Extraordinario y el Collar de la Orden del Libertador General San Martín, la máxima distinción argentina.
En su honor también se produjeron numerosas películas, musicales, obras teatrales, novelas y composiciones musicales sobre Eva Duarte de Perón.