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Marcial Arenas: ¿Shock estructural postrentístico?

CAP liberó las tasas bancarias y Caldera mantuvo esa política y nacieron esperpentos como los créditos mexicanos o créditos indexados, resueltos por el Comandante Chávez

CAP liberó las tasas bancarias y Caldera mantuvo esa política y nacieron esperpentos como los créditos mexicanos o créditos indexados, resueltos por el Comandante Chávez

Primicias24.com- Circula en la red un cuadro comparativo con un pie de página que dice “Doctrina del Shock…” (anexo) con las semejanzas entre las draconianas medidas aplicadas por Carlos Andrés Pérez en 1989 y el plan de ajuste antiinflacionario del gobierno del Presidente Nicolás Maduro Moros, vigentes desde 2018. El llamado ‘paquetazo’ de CAPII produjo el primer movimiento popular espontáneo contra las políticas del FMI a un costo inmensurable en vidas del pueblo venezolano; en cambio el plan contra la hiperinflación y contra el criminal bloqueo ejecutado por el Presidente Nicolás Maduro Moros hace énfasis en mecanismos de compensación social, como el sistema Clap y el sistema de protección a los combustibles, entre otros.

Las políticas neoliberales son letra aprendida con sangre como lo demuestra Theotonio Dos Santos en “Del Terror a la Esperanza”; Valeria Masini en “Reevaluando el Paradigma de la Economía” concluye que el llamado Paradigma Neoliberal es un fraude intelectual, no es ciencia económica; y Naomí Klein en “Doctrina del Shock” describe la relación entre las estrategias catastróficas de shock y los mecanismos violentos de aseguramiento de ganancias para las corporaciones. Desde 2005, presenciamos el mayor desprestigio de las políticas neoliberales aplicadas desde tiempos de la dictadura de Pinochet.

La motivación para el diseño de ambos planes comentados es idéntica, la abrupta caída de los ingresos fiscales. Igual sucede con el objetivo: recuperar en el exterior los ingresos perdidos. Más las soluciones son diametralmente opuestas. En el primer caso mediante préstamos condicionados del FMI. En el de hoy, invocando a la Inversión Internacional Directa. La diferencia absolutamente opuesta está en la gradualidad del actual frente al inhumano Shock de febrero de 1989.

Otra notable diferencia es la causa de la profunda y extensa crisis económica que vivimos ahora causada por el BLOQUEO. En el caso CAP, la merma de ingresos se debió a la criminal fuga sostenida de capitales y al excesivo peso de la DEUDA ETERNA (Fidel Castro ante la Crisis de la Deuda Externa).

CAP liberó las tasas bancarias y Caldera mantuvo esa política y nacieron esperpentos como los créditos mexicanos o créditos indexados, resueltos por el Comandante Chávez. Hoy las tasas bancarias están congeladas. Solo una parte de la tasa comercial está fijada en 38%, revisable por el BCV mediante las llamadas Unidades de Valor de Crédito Comercial UVCC, ideadas para inhibir la especulación cambiaria mediante créditos con tasa subsidiada.

CAP unificó los tipos de cambio de divisas, mecanismo usado desde los años 30 del siglo pasado para transferir eficientemente los recursos sociales a manos de la burguesía venezolana en cuentas en el extranjero. El ajuste actual es antinflacionario, como el Plan Real, a mi entender desenfocado porque no es la liquidez lo que explica la inflación, sino que es la influencia del tipo de cambio en la formación de los precios la verdadera causa. A partir de la publicación en Gaceta de la Ley Antibloqueo, el Plan de ajustes sumará este componente. El programa de NMM no lo dirige el FMI, organismo del cual Chávez en 2009 nos alejó saldando la totalidad de la deuda en éste y otros organismos financieros multilaterales.

Entre tantas diferencias, destaca el ADN rentístico de ambos planes de ajuste: nuestros técnicos esperan que la riqueza “baje” del extranjero en forma de anticipo como procede el Estado desde el gobierno de Juan Vicente Gómez: se entrega la Concesión mediante pago anticipado al fisco. Hay mucha añoranza por la recuperación del mercado petrolero, sin tomar en cuenta que sus fundamentos actuales son desfavorables debido al bloqueo y al rezago en las inversiones de la industria. Esa manera de estructurar política económica en Venezuela debe dar un vuelco estructural. Si no, estaremos resucitando nuevamente el rentismo. Ya Asdrúbal Baptista había escrito en 1997 en “Capitalismo Rentístico” que su objeto de estudio había muerto, para reconocer más adelante en la reedición de su libro por el BCV que en 2005 había renacido el rentismo de la mano del nuevo boom de precios petroleros.

Sería una estupidez negar la falta de capital en inmensas proporciones para regresar a los indicadores macroeconómicos de 2012. Pero siendo objetivos, miremos los recursos que tenemos acá adentro, en nuestro territorio, para dar pasos hacia la verdadera independencia, la independencia productiva y tecnológica. Contamos con capital; tanto capital producido (infraestructura productiva, que es trabajo acumulado), como capital no producido (riqueza petrolera, minera, pesquera, entre otras) y una fuente de valor en la fuerza de trabajo, un contingente laboral inmenso, capacitado, con un alto conocimiento social a todo lo largo de las

cadenas de valor, con ganas y necesidad de trabajar para producir con su propia fuerza los bienes para el sustento del pueblo y la defensa de la Patria.

Por ejemplo, en la cadena de valor petrolera se observan iniciativas de “refinerías” artesanales que salen en el Zulia, muy riesgosas, pero operativas. Eso es conocimiento social. En siderúrgica ferrosa y no ferrosa; en la cadena agroalimentaria; en logística y comercio; en telecomunicaciones; en turismo; en construcción; en banca y finanzas. En fin, un cúmulo de experiencia que merece el esfuerzo de inventariar para organizarlo en todas las expresiones del poder popular, comunas, cooperativas, iniciativas de propiedad social directa, pequeñas y medianas empresas, redes de transporte y abastecimiento solidarias, en todas las formas de producción legítimas.

Mi punto: a las fuerzas productivas existentes, capital y trabajo, a propósito del cliché de la necesidad de liberar las fuerzas productivas, debemos sumarle una naturaleza que ha sido generosa y la organización político- social alcanzada en 20 años de Revolución Bolivariana para defender nuestra Patria y para atender un mercado interno de 30 millones de habitantes, que puede llegar a sumar otros 30 millones de consumidores, si atendemos el Norte de Brasil, el Caribe Oriental, también las Antillas Neerlandesas y todo el oriente colombiano con posibilidades de llegar al mercado andino, Centro y toda Suramérica. O sea, fortalecer el mercado interno y sumar un mercado de proximidad con ventajas logísticas como estrategia de crecimiento.

¿Qué nos hace falta? Unidad en la acción productiva. Tomar cada uno nuestra mejor herramienta y emprender una campaña admirable para generar la riqueza que durante cien años nos ha dado el crudo. ¡¡¡EL CRUDO!!! Porque a los destilados medios y al gas, no le hemos sacado provecho, a pesar de contar con uno de los circuitos de refinación más extensos y con un vecino como Trinidad y Tobago, país que cuenta con el complejo petroquímico primario más grande del mundo y sus reservas de gas agotadas.

Eso sí, no usemos la tesis extrapolada de la “Burguesía Revolucionaria” de finales de los ‘60 del Profesor Orlando Araujo, porque no aplica. La lucha es de clases y “al enemigo ni tantito así”, decía el Che Guevara. ¡Venceremos! 

Artículo escrito por Marcial Arenas.

 Economista

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