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Opinión

Javier Rovira: Tergiversación del verdadero concepto de ciudadanía ante la situación latinoamericana

Por: Javier Rovira

Por: Javier Rovira

Primicias24.com- Las élites políticas / militares y en el caso Venezolano, apéndice de las élites económicas  han utilizado en sus discursos el nacionalismo en primer término, pero también  el libertario,  el restaurador, el civilista,  el reformista y el legalistas en el concepto de nación con el objeto de fomentar solidaridad en torno a sus fines políticos. De allí, la  mitología o ficción democrática y la tergiversación del verdadero concepto de ciudadanía ante la situación latinoamericana, debido a que en un principio, por un lado estaban los discursos que reflejaban la idea de participación mediante la soberanía, para luego revertirse sólo en la exclusividad de los llamados “más dignos  o más preparados  o los más notables¨ en la toma de decisiones y aplicación de los derechos, porque el ser ciudadano era un atributo que representa un honor que lleva consigo la ausencia de toda  región o provincia .

En este artículo  pretendo retomar   los conceptos o enfoques  de nación  de  importantes maestros e intelectuales de las ciencias sociales para el análisis y la discusión que tanto nos hace falta como sociedad y liberarnos de las líneas temáticas impuestas por la hegemonía mediática  gobiernera y la industria cultural opositora.

Miguel  Acosta Saignes,  quien nos da importantes  aportes conceptuales , fue un militante del Partido Comunista de Venezuela además de  destacado periodista, ensayista, político, etnohistoriador, geógrafo y docente venezolano,  fundador de los estudios antropológicos en Venezuela y de la escuela de periodismo de la Universidad Central de Venezuela, construye y teoriza  sobre el concepto de nación en el marco de los aportes de los colectivos sociales a la historia, según M Acosta Saignes  ellos han mantenido en la memoria de los pueblos venezolanos y latinoamericanos, muchos de los aconteceres sociales suscitados a partir de la época indígena y han abierto un debate para su comprensión , esta problemática  planteada está basada en la integración y desintegración de situaciones humanas y en intereses particulares, como es el caso de las denominadas revoluciones liberales en Hispanoamérica en el siglo XIX. 

Considero que es importante discernir en torno a las bases teóricas tradicionales sobre el término, analizando la intención de quienes lo propusieron, su aplicabilidad o no en la realidad concreta y su fin último. Hemos evidenciado la forma de concebir el concepto por parte de la historiografía, bajo algunos criterios que han tenido controversia debido a las múltiples acepciones, lo que ha generado un carácter polisémico hasta llegar a inconsistencias teóricas y metodológicas, pues en algunos casos no lo aclaran debidamente al considerar la nación en un sentido homogéneo y darle diversos orígenes. La historiografía tradicional, ha definido el término nación mediante

Un discurso de contenido homogéneo, caracterizándose por elementos como: territorio, gobierno, idioma, economía y costumbres. En  esta perspectiva, la historiografía tradicional  ha formulado el mencionado concepto a partir de lo natural y los sentimientos de identidad nacidos de las semejanzas históricas, lingüísticas y culturales como expresión de esa fuerza natural. Estas consideraciones tradicionalistas son refutadas por el historiador Germán  Cardozo Galué, porque consideran la nación como invariable, homogénea y natural, pues el citado autor, apoya la tesis que muestra la nación como producto de la historia, emergida de diversos procesos.

En la historiografía venezolana aún están vigentes las tesis patriótica y nacionalista divulgadas por las elites militares y cívicas de la Independencia a través  de la narrativa y del discurso político. El moderno concepto de nación, enriquecido por la doctrina liberal con la definición de pueblo soberano, como la suma de los individuos que la habitan, chocó con la realidad de los pueblos, colectivos originados por las formas de sociabilidad y modos de vida que habían regido a las comunidades regionales. Ante el tradicional enfoque histórico de abstractos e impersonales macro agregados como Estado y Nación, Cardozo Galue  propone la definición de nación desde una perspectiva que enriquezca la visión de este proceso con la participación de las definidas sociedades regionales. Introduciendo  el concepto de región histórica que rescata las propuestas y participación en la construcción de la nación de un más amplio colectivo territorial y social, y las analiza en la larga duración con criterio de totalidad sociocultural. Una de las principales conclusiones derivadas de este enfoque es cómo durante el siglo XIX las relaciones dialécticas contractuales entre las sociedades regionales y el poder central definieron la construcción de la nación venezolana.

El historiador Britanico Eric Hobsbawm también precisa algunas ideas relacionadas con el concepto de nación  y escribió: Yo no considero la “nación” como una entidad social primaria ni invariable. Pertenece exclusivamente a un período concreto y reciente desde el punto de vista histórico. Es una entidad social sólo en la medida en que se refiere a cierta clase de estado territorial moderno, el “estado–nación”. Tal como señala Hobsbawm, los elementos que componen a esa estructura llamada nación, como base orgánica en la vida de los pueblos, no son invariables. Si bien, los habitantes practican sus modos de vida de acuerdo a la cultura, que aglutina circunstancias sociales con el objeto de crear una caracterización cultural material y espiritual, esa “uniformidad” no se mantiene en su totalidad debido al dinamismo histórico en que se desenvuelven las sociedades por diversos factores internos y externos, tales como los procesos de contacto y los fenómenos transculturales gestados muchas veces por las necesidades como seres humanos. Estos fenómenos inciden y hacen que los elementos constitutivos de la nación, aunque se establezcan como norma, vayan cambiando y redefiniéndose.

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La homogeneidad planteada en el concepto de nación no puede ser vista de manera literal. Con relación al idioma, por tomar uno de esos elementos como ejemplo, es preciso manifestar, que si bien, los venezolanos hablamos el idioma español como lengua oficial, también son venezolanos los indígenas que habitan diversas regiones del país, quienes hablan una lengua matriz, aunque con modismos de la lengua castellana, pero conservando su esencia indígena. Asimismo, en el idioma español encontramos muchos aportes como resultado de los constantes procesos de inmigración, como es el caso de los portugueses e italianos .Visto de esta manera, los elementos que componen a la nación son de carácter heterogéneo, a pesar de poseer una caracterización.

Cardozo G , asevera: La revisión historiográfica también nos revela cómo hasta el presente se ha estudiado, explicado y dado a conocer a Venezuela como un todo homogéneo durante su extenso período de formación territorial sin atender a los diferentes tiempos históricos y sucesivas configuraciones socio espaciales. Este deseo de unidad de un conjunto homogéneo, presente en la mayoría de los ensayos y escritos  ha alimentado el imaginario del venezolano con la representación social de que la Venezuela que emerge del siglo XIX como república independiente fue una unidad monolítica desde los remotos tiempos de la ocupación aborigen e hispánica en 1492.

Planteamientos  parecidos son expuestos por la historiografía tradicional a otros países como Colombia y Ecuador, si tomamos  al Ecuador, como ejemplo,  donde prevalece una diversidad étnica y cultural producto de su formación socio-histórica que impide tener claramente definida la nación con características homogéneas, al considerar que sólo existe una nación imaginada, en medio de la diversidad que recrea su heterogeneidad, donde la globalización va redefiniendo las alternativas denominadas nacionales. Ospina (2003), también afirma que la nación y la patria son un conglomerado de ideas, producto de procesos históricos, pero  señala que el hecho nacional a través de los arraigos puede convertirse en nacionalismo que rechaza lo extranjero, yendo más allá de lo etnocéntrico requerido.  El término nación evidencia una perspectiva estructural y coyuntural que va desde la cotidianidad local y regional hasta los grandes hechos históricos que marcan la vida de los pueblos, como sujetos de su devenir a través del tiempo en estrecha interrelación con su entorno. Todo lo cual se puede relacionar igualmente con lo que el mexicano Luis González llamó microhistoria o historia matria, basada en los estudios locales y regionales como método para dar con la clave de una  provincia  y que el científico social e historiador Cubano Hernan Venegas  conceptualizó como historia regional . Hobsbawm, señala que la nación es la fusión de varias sociedades pequeñas preexistentes en un sistema social mayor…. Allí se observa igualmente la caracterización de la nación como un conglomerado heterogéneo.

La Antropóloga Venezolana de la UCV, Iraida Vargas  de Sanoja manifiesta: ¨Hemos tratado de definir la naturaleza de nuestra Nación como producto de un proceso de construcción de espacios sociales que es iniciado y concluido por los sujetos históricos mismos, soportado y consolidado por la variedad de procesos de identificación cultural regional que cada generación construye y subsume a su vez en la identidad nacional que legitima la unidad de la Nación y su representación jurídica que es el Estado nacional. La Profesora Sanoja, plantea el concepto de nación en un sentido heterogéneo como producto histórico, expresando una realidad concreta asociada a la participación de los conglomerados socio-culturales en la dinámica histórica, que aunque diversa, va perfilando la identidad que nos permite diferenciarnos unos con otros desde el punto de vista nacional. 

Es importante recordar que la idea de nación como manifestación política son los ideales de la Revolución Francesa, como una forma de lograr justicia social por medio de la llamada “representatividad del pueblo” con la finalidad de alcanzar una mayor soberanía representada por un proceso revolucionario que cambiará el antiguo régimen ( el monárquico ) por una nación moderna que contuviese los siguientes elementos como ecuaciones de transferencia: …la acción, la representación y la opinión, los cuales traen consigo las ideas de participación, constitución, ciudadanía y elecciones. El verdadero  trasfondo de este  ideal  y soñado sistema es una clara discordancia entre el pensamiento y la acción. Situación extrapolada a los procesos de independencia hispanoamericanos a partir del siglo XIX. En este caso, el concepto de nación es un discurso creado por las élites que deseaban ostentar el poder, con la premisa del proyecto nacional liberal, valiéndose de posturas estratégicas como los discursos ideológicos para motivar a las poblaciones al principio de la hermandad y al sentimiento de fidelidad y apego al Estado nacional, cuyas funciones estarían basadas en lograr la mayor suma de felicidad posible en la sociedad a través de su bienestar.

En realidad, esto fue una situación ilusoria cargada de cierta manipulación, tomando en cuenta su fin último, pues según Albertini citado por Rossolillo (1986), la idea de nación es la ideología del estado burocrático centralizado, cuya finalidad es la instauración de un solo gobierno autoritario y en consecuencia centralista que en nada favorece la representatividad del pueblo como población, porque el poder sería ejercido únicamente por las élites. Esto permite afirmar que la nación es una entidad ideológica, es decir el reflejo en la mente de los hombres de una situación de poder. (Rossolillo, 1986: 1078). De acuerdo con estos planteamientos, la idea de nación lleva consigo una interpretación e interés políticos, direccionados hacia su consolidación con base en el dominio de una minoría de la población a la gran mayoría, lo que excluye a los gobiernos democráticos y federalistas. Lo que se pretendía lograr, mediante el uso del término nación, por lo que éste sugiere evoca e incita, era la imposición de la idea de una unidad inescindible, que requerirá, en consecuencia, la instauración de un Estado unitario, que por definición es centralizado. Esa era la aspiración de la élite caraqueña y su debilidad frente a las otras élites regionales le impidió concretar su proyecto político, en el que gozaría de preeminencia y de ventajas incomparables como grupo social.

El concepto de nación en el pensamiento de Miguel Acosta Saignes,  evidencia, que en el proceso de constitución de las repúblicas hispanoamericanas al igual que en la colonia, también hubo distinción en cuanto al ser del pueblo para ejercer la soberanía y la ciudadanía que garantiza sus derechos, pues sólo una parte del pueblo estaba llamada a ejercerlas. Para ser ciudadano había que cumplir una serie de requisitos y no todos los cumplían, entre ellos, tener la mayoría de edad, no estar procesado para cumplir condenas, no ser esclavo africano o descendiente, no ser jornalero y hasta ser sólo del sexo masculino, entre otros criterios de carácter socio-económico, que limitaban el cumplimiento de los derechos, como es el caso del derecho a ejercer el voto.

Es esta distancia entre el imaginario de las élites y el de la masa de la sociedad lo que explica las particularidades del voto en los países hispánicos del siglo XIX: el control de las elecciones por las élites, las manipulaciones electorales, el fraude y por lo mismo, la incapacidad del voto para derribar un gobierno en el poder y el empleo para este fin de medios extralegales, como el pronunciamiento la protesta o las reivindicaciones  (…)

Los únicos ciudadanos en el sentido moderno de la palabra son los miembros de las élites que han interiorizado su condición de ciudadanos, es decir, la cultura democrática moderna muy influenciada o penetrada por la filosofía positivista  (orden y progreso).

De esta manera, se gesta una fragmentación del pueblo como población entre las élites y las clases bajas, lo que sería en el nivel jerárquico social del imperio Romano los patricios y los plebeyos, estos últimos considerados como carentes de razón. Surge entonces un pueblo político que tiene la potestad de elegir y ser elegido. Ante ello, si el pueblo llano o bajo como se le  quiera denominar , no elige , tampoco revoca mandatos, por lo tanto, todo queda entre las élites sean estas civiles o militares .

El fin último de las élites es llegar al ejercicio del poder centralizado, pero,  debemos preguntarnos ¿Acaso sería regresar a la situación colonial en el caso hispanoamericano? ¿Nuevo colonialismo? ¿Estas élites que siguieron el concepto de nación les convenía la liquidación colonial, para ocupar su puesto bajo sus propios arreglos? Desde mi  enfoque, las respuestas podrían ser afirmativas, comprendiendo estos acontecimientos como procesos, con cada una de sus coyunturas en realidades concretas de cada país.

Otro elemento importante en el aporte del importante precursor independentista Juan G Roscio, es lo que escribió y concibió   acerca de los abusos de poder eclesiástico en la emancipación americana. Con sus escritos permitió darle un uso a los textos bíblicos más allá de la represión social. Logró transformarlos en instrumentos revolucionarios dentro de doctrina de luchas que trajo múltiples enfrentamientos ideológicos.

Juan Germán Roscio, lo primero que demuestra en sus obras es un discurso liberal que va directamente tomado de la mano con la idea de República. Su fundamento para el conocimiento del mundo fue la razón, el origen de la sociedad se dio a través de un pacto social o contratosocial. El poder se origina por medio de la soberanía del pueblo, quien la posee. Los principios básicos de la sociedad para Roscio se basan en la libertad, en la igualdad ante la ley, el derecho a la insurrección y el derecho a la propiedad. La mejor forma de ejercer la soberanía se da a través de la clásica estructura republicana conformada por tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, como órganos de la voluntad general y que legitima el poder a través del voto. Todas estas ideas son las que se encuentran en el texto El triunfo de la libertad sobre el despotismo y su obra antecedente El patriotismo de Nirgua y el abuso de los reyes. Roscio logra confrontar dos realidades latentes para la época: un poder divino que, a través de la monarquía, oprimía a los pueblos, y un deseo de revolución y cambio que le diese plena soberanía al pueblo. El autor nunca deja de lado su fe cristiana, pero critica abiertamente que el Reino de Dios en la tierra sea utilizado como instrumento para usurpar un derecho natural de todos y cada uno de los habitantes de la tierra. Efectivamente, logra demostrar que sí puede haber una república paralela a la idea de la religión, que puede haber una república cristiana y que, de hecho, Dios en todo momento lo pensó así para la tierra, y quizás por manipulaciones, engaños y cualquier clase de artimañas, esa voluntad del Creador se vio truncada por intereses ambiciosos que logran coaccionar a miles de personas, quienes a través del miedo no se atrevían a ponerse en contra del rey por miedo a recibir un castigo divino. Esa lucha incesante por desenmascarar la tiranía y el despotismo sirvió de referente para todos los procesos emancipadores de Hispanoamérica, comenzando por Venezuela, donde él inició sus primeros pasos en el ruedo político. Afortunadamente, luego de una serie de hechos que lo marcan sin duda alguna, y recibir la influencia de autores clásicos como Montesquieu, Roscio cambia su perspectiva y decide colocarse en contra de lo que siempre había apoyado, pues había entendido que la mejor forma de gobierno, inclusive impuesta por Dios, era la de la república y no la de la monarquía. Arrepentido por haber creído en los déspotas y sus falsas voluntades, escribe su mayor obra, la cual sin duda transformó el sendero y el camino de la ciencia política del continente.

Su idea de soberanía apoyada en el pueblo, de república ejercida bajo la voluntad popular bien organizada y sus perspectivas emancipadoras que quisieron transformar un mundo de opresión, hacen de Juan Germán Roscio, si no el precursor más importante, uno de los pioneros en lo que a teoría política se refiere. El legado de J G R conforma un conjunto de escritos que deben ser estudiados con dedicación  por los historiadores y estudiantes de ciencias políticas, pues leerlo implica empezar a comprender lo que realmente ocurría con las ideas políticas en Venezuela. Roscio relaciona términos y elementos para conformar una teoría laica en contra del poder divino. Eso solo fue posible gracias a la lectura de grandes clásicos que le permitieron crear una ideología firme y clara contra un sistema totalmente déspota e injusto  como lo fue el imperio español para quienes eran  sus súbditos.

Considero que es importante  analizar  la terminología y los conceptos jurídicos y sociales de como se ha abordado el tema del ¨El Estado en la constitución¨, la noción de “Estado” en Venezuela, en efecto, es un término que utiliza la Constitución para identificar a la “República Bolivariana de Venezuela” como la comunidad política independiente (art. 1) organizada como Estado federal descentralizado (art. 4), denominada también sólo como “República Bolivariana de Venezuela,” (art. 1), con su sistema de gobierno democrático (art. 6), agrupando a sus habitantes en el territorio nacional (art. 16). En esta forma, el Estado, así considerado, se lo identifica en la Constitución utilizándose dos términos jurídicos: el de “Estado” y el de “República Bolivariana de Venezuela,” teniendo dos ámbitos de proyección: uno, en el orden internacional, como sujeto de la comunidad jurídica internacional; y otro, en el orden interno, integrado por un conjunto de personas jurídicas o sujetos estatales de derecho público que se establecen como consecuencia de la organización política y territorial (federal) del Estado.

En tanto que  “República,”  se usa para identificar a la persona jurídica estatal de derecho público cuyos órganos ejercen el poder público nacional.Y la  “Nación,” como expresión de orden sociológica referida a la sociedad venezolana en su conjunto como comunidad organizada.  Para  nuestra historiadora de La Universidad del Zulia, Dra  Belin Vazquez la independencia política que derivó en la formación y consolidación del Estado‐nación en Venezuela, se ha tratado de demostrar que la gubernamentalidad, inscrita en el moderno Estado liberal‐ilustrado, fue articulando sus mallas durante el transcurrir histórico de la vida republicana. Para evidenciar cómo fueron impactando estas prácticas político‐ideológicas impregnadas de la razón liberal‐ilustrada en el modelo de Estado soberano instalado se dio cuenta de la soberanía del pueblo delegada en los ciudadanos‐propietarios y los derechos individuales a la libertad, la igualdad, la propiedad, por citar algunos de los nuevos poderes avenidos con la “universalidad” de la moderna nación política de estos cánones universales del orden civilizatorio, también las relaciones jerárquicas de diferenciación racial y cultural estaban regidas por el contrato social que naturaliza las desigualdades por la superioridad racial y entre los sexos. Las constituciones, instituciones y leyes, reprodujeron este orden natural y de materializar estos legados se encargaron las élites blanco‐mestizas criollas, articulando estas hegemonías de la cultura letrada y los poderes de dominación en escena.

La ciudadanía legitimada por las constituciones liberales decimonónicas  hacen que asuman el derecho de propiedad de bienes como su constituyente y los derechos para la ciudadanía activa en torno a la igualdad entre los iguales. Era imperativo de la razón liberal‐ilustrada relegar a los no‐ciudadanos “al estado de naturaleza” y que los derechos ciudadanos fuesen atributo del pueblo soberano con civilidad para legislar y administrar los asuntos públicos y en quien residía el derecho de ejercer la soberanía de la nación. Representado en la uniformización o “mismificación” que apuntaba, entre otros objetivos, a crear espacios simbólicos que identificaban a sujetos semejantes como cuerpos simétricos, bien porque se reconocieran en una lengua, religión y cultura única o porque sus cuerpos se ajustaran a un mismo patrón, la consolidación del Estado‐ nación en Venezuela requirió que la educación, además de proyectar la ciencia objetiva y universal, cumpliese esta función de homogeneizar los cuerpos, culturas y lenguas desde el logos de una ciudadanía nacionalista normalizada, con un saber inscrito en las complejas operaciones ideológicas que construyeron matrices valorativas del cuerpo social de la nación civilizada y homogénea. A estos efectos, el Estado‐ nación y el ejercicio representativo de los derechos ciudadanos, quedaron fuertemente condicionados por esta universalización del ser y el saber. Si la nación quedó imaginada desde una sola cultura, una religión y una lengua, ello hizo parte de la ideología nacionalista que enraizó el sentimiento patriótico de la identidad nacional para garantizar el afianzamiento de las fidelidades hacia el Estado fomentando los rituales cívico‐patrióticos. Estos imaginarios y el conocimiento científico, son reveladores de los poderes de dominación que enraizaron las subjetividades universalizadas en cosmovisiones sobre identidades nacionales y memorias colectivas instituidas por el ordenamiento sociocultural del sistema‐ mundo. Ello refiere a ubicar sus antecedentes en las relaciones de poder vehiculadas por los letrados criollos, quienes a partir de la construcción republicana durante los inicios del siglo XIX imaginaron la nación cultural y política conforme al logocentrismo europeo‐occidental de la homogeneización, matriz epistémica del pensamiento occidentalizado Guardando las distancias temporales, estos regímenes de la gubernamentalidad hoy visibilizan sus efectos, en tanto registros históricos de las epistemes marcadas por la radicalización, la blancura y la universalización que el moderno Estado instituyó para ser acopiadas y divulgadas desde los lenguajes políticos y científicos de la razón ilustrada y la ideología liberal.

El carácter nacionalista no lo da ser gobierno o ser oposición, lo da el sentido de pertenencia el sentido de identidad cultural y antropológica y lo da la visón de entender los conceptos básicos de democracia  como participación real y consolidación de un futuro con justicia e igualdad social  en un constante ejercicio y conexión real con la historia.

Artículo de Opinión: Historiador y Periodista Javier Rovira.

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