Primicias24.com- El 20 de mayo de 1895 nace en Caracas Enrique Bernardo Núñez, el escritor venezolano y cronista oficial de la ciudad de Caracas en dos ocasiones.
Vivió en Valencia hasta que cumplió quince años y partió a Caracas para estudiar periodismo, a la vez que decidió cursar estudios de medicina en la Universidad Central de Venezuela. Sin embargo, su vocación siempre fue la escritura, tanto la periodística como la literaria. Por tal motivo no tardó en desertar de las aulas universitarias, dos años después de haber ingresado en la Facultad de Medicina y asistir de oyente a cursos sobre Derecho.
En 1918 comenzó a escribir sus primeras obras serias. Una de ellas fue “Bolívar orador”, con la que obtuvo en 1918 una mención en los Juegos Florales, y ese mismo año publicó su primera novela: Sol interior, a la que siguió, apenas dos años después, Después de Ayacucho.
Para 1919 ya era parte del grupo de periodistas de El Imparcial. Años más tarde comenzó a colaborar con grandes diarios como; El Universal, El Heraldo y El Nuevo Diario, así como las revistas Élite y Billiken a la dirección del Heraldo de Margarita, que él mismo fundó en Porlamar en 1925 tras haber sido nombrado secretario general de gobierno del estado Nueva Esparta, durante la presidencia de Manuel Díaz Rodríguez.
Núñez pasó sin mayores dificultades de la escritura a la diplomacia. Poco después de regresar a Caracas, el canciller Pedro Itriago Chacín lo convenció de que aceptara el cargo de primer secretario de la legación de Venezuela en Colombia, cargo que aceptó y repitió, en 1929, en La Habana. Fue en la capital cubana, donde comenzó a escribir Cubagua, a la que pondría punto final un año después, en la legación en Panamá.
En la década de 1940 de regreso en Caracas, siguió escribiendo para los tradicionales diarios capitalinos y a partir de su aparición en 1943 para El Nacional, en 1945 fue nombrado cronista de la ciudad, responsabilidad que volvió a asumir en 1953 y que ejerció hasta 1964. Fue en ese tiempo cuando impulsó la revista Crónica de Caracas.
Fue entonces cuando publicó dos importantes biografías, una dedicada al general Cipriano Castro (El hombre de la levita gris, 1943) y otra a Arístides Rojas (Arístides Rojas, anticuario del Nuevo Mundo, 1944). Su actividad de cronista de la ciudad de Caracas lo llevó a escribir uno de sus libros más interesantes y populares: La ciudad de los techos rojos (1947).
