Su creación dejó maravillados a los presentes, al ver que cosas alejadas parecían estar muy cerca
Primicias24.com- El astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico italiano Galileo Galilei es ampliamente recordado, entre otras cosas, por haber presentado el 25 de agosto de 1609 su primer telescopio.
Dicho hecho tuvo lugar frente al magistrado supremo y máximo dirigente de la República de Venecia y el Senado en la cima del Campanario de la Plaza de San Marco.
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Ante esto, los espectadores quedaron entusiasmados ya que ante sus ojos la isla de Murano, situada a 2 kilómetros y medio, daba la impresión de estar a solo 300 metros de distancia.
Todo fue gracias a un instrumento de refracción de 1,27 metros de largo, de lente convexa delante y una lente ocular cóncava, lo que permitió al físico italiano convertirse en el padre de la astronomía moderna.
Gracias a este nuevo aparato, Galileo pudo ver que el Sol, considerado hasta ese momento como un símbolo de perfección, tenía manchas.
Por ello, el astrónomo se dedicó a realizar observaciones directas de la estrella, aprovechando cuando las nubes se interponían al disco solar, o en las mañanas y atardeceres, cuando su intensidad luminosa era más soportable, práctica que terminó por dejarlo totalmente ciego al final de su vida.
Galileo también se dedicó a ver la Luna, que tampoco era perfecta. Al estudiarla, el físico se percató de lo que consideró montañas y cráteres, pruebas que el satélite natural, al igual que nuestro planeta, era un cuerpo rocoso y lleno de irregularidades en su superficie y no era, como se pensaba, una esfera impecable hecha de éter.
Dichas observaciones pusieron en entredicho las tesis aristotélicas tradicionales sobre la perfección del mundo celeste, que residía en la completa esfericidad de los astros.
Asimismo, notó que Saturno tenía unos apéndices extraños, que describió como “similares a dos asas”, algo que intrigó a los astrónomos durante medio siglo, hasta 1659, fecha en la que el astrónomo neerlandés Christiaan Huygens, usó telescopios más potentes para desvelar el misterio, y dando a conocer que esas asas de las que hablaba Galileo, eran en realidad, sus anillos.